Capítulo 8.

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—Visítame — Me súplica Emily por quinta vez abrazándome.

—Lo haré.

El tiempo que me quedé apagar esta llama dentro mío, la vendré a visitar. Espero tener la oportunidad de ver a Emma y Alison, aunque sea unos minutos.

—Y espero que cambies de opinión.

Me separó lentamente y la miro a los ojos.

—Ya sabes mí decisión. — sonrió incómoda al sentir dos miradas intensas en mi espalda.

Miro a Evan con agradecimiento.

—Gracias por dejarme ver a mi amiga.

Asiente serio mientras abraza a Emily por la cintura.

—¿Vamos cariño? — me pregunta Álex.

—Si.

Recorremos el mismo camino que llegamos a la maravillosa mansión de Evan, es de dos pisos, por dentro tiene un toque elegante y sofisticado, no se parece para nada a la de mis lobos, la de Álex y Axel es más...oscura.

Yo voy delante y ellos detrás mío, deben estar algo confundidos, primero dejó que me besen y ahora los esquivó sin explicación.

<<¿Por qué una parte de mí grita por lanzarme a ellos y la otra quiere estar muy lejos?>>

Abro la puerta del auto negro. Me siento en la parte trasera y apoyo mí cabeza en el respaldo, me permito cerrar los ojos unos segundos.

—¿Estás bien?

Abro los ojos y me encuentro con dos pares de ojos negros mirarme preocupados.

—Si. Perfectamente.

Solo con un lio en mi cabeza nada más. Me colocó el cinturón de seguridad y miro por la ventana oyéndolos suspirar.

<<¿Cómo haré para acostarme con ellos sin dejar que mí corazón no sufra en el proceso?>>

No quiero salir lastima, ni que ellos salgan.

(....)

—¿Puedes explicarnos por qué estás muy distante? — me pregunta Álex una vez que estamos adentro de la casa.

—¿Distante? Yo no...

—No me lo niegues porque ambos lo sentimos, ¿Hicimos algo mal? — ambos me observan esperando mí respuesta, sus ojos brillan tristes — porqué si es así dinos y lo arreglamos.

—Exacto — su hermano lo apoya.

—Dejen de ser así. — muevo las manos, exasperante — ¿Por qué tienen que ser tan lindos?

—¿Somos lindos?

—Ella lo dijo.

—Yo no... — sonríen de una manera encantadora que hace que mí corazón de un vuelco.

—Lo dijiste — afirma Álex acercándose a mí. Por instinto retrocedo.

—No.

—Si.

—No.

—Si.

—Si.

—Ves, lo confirmaste.

Mi espalda choca con la pared, me siento pequeña frente a él, demasiado pequeña. Maldigo al darme cuenta que no tengo escapatoria, su cuerpo se va aprisionando al mío.

—No es lindo de una preciosura como tu decir malas palabras — susurra muy cerca de mí rostro. Cómo que hace un poco de calor aquí.

—Yo puedo decir lo que quiera. — sonríe mordiéndose el labio.

<< ¿Por qué tiene que ser tan hermoso?>>

Acerca su rostro a mi cuello.

—¿Sabes algo? — susurra en mí oído, siento un escalofrío — me encantas.

Deja un beso en mí cuello haciéndome suspirar.

—Álex — jadeó al sentir un mordisqueó, sus labios bajan hasta el valle de mis pechos los cuales resaltan gracias a la musculosa que llevo puesta, deja un par de besos — espera — hago mí mayor esfuerzo y lo empujó apartándolo solo un poco.

—¿Qué pasa? No te gusta

—No es eso — el plan acuérdate Astrid, debes pensar y no tomar una decisión apresurada — ehh.. estoy algo.. ¿Cansada? Si cansada — finjo soltar un bostezó.

—¿Cansada?

Axel me mira con el ceño fruncido, asiento lentamente.

— Entonces te llevaré a tu cuarto para que descanses.

—Gracias — sonrío — aprovecho para agradecerles por llevarme con mi amiga, fue lindo verla.

—No tienes nada que agradecer, haríamos lo que fuera por ti — Axel deja un cálido beso en mí frente — que descanses cariño.

Sonrío y siento mis mejillas calentarse.

—Ven.

Alex me tiende su mano, la acepto y empezamos a subir las escaleras. Doblamos a la izquierda y llegamos hasta una puerta totalmente diferente a la anterior. 

—Este será tu cuarto a partir de ahora— me avisa abriendo la puerta.

—Gracias.

Entró y observó tomo mí alrededor, hay una cama matrimonial, un mueble marrón en una esquina, una mesita de luz con una lámpara, un ventanal con vista al bosque, en el suelo hay una alfombra roja y por último un televisor. En la cama está mí mochila, camino hacia ella y abro el cierre revolviendo todo lo que está adentro.

—Ay, no — susurro al darme cuenta de un importante detalle, me olvidé mí remera para dormir. Me cuesta dormir con otras que no sea ella.

—¿Pasa algo?

—Me olvidé mí pijama. Traje mí short, pero no mí remera larga.

—Tengo tu solución.

Me volteo hacía él confundida.

—¿Cuál solución?

Me sonríe y se empieza a sacar su remera. Abro mí boca sorprendida, eso no me lo esperaba.

<<Santa madre>>

¡Que abdomen!

Mis manos pican por deslizarse por esos cuadraditos.

—Ten.

<<¿Soy yo o me está provocando?>>

—Gracias.

—De nada.

Sonríe divertido al verme nerviosa. Hace algo que provoca un fuego ardiente dentro mío, besa mí frente igual que su hermano, pero tarda más en apartarse, aprovecho a oler su aroma y sentir su calor corporal. Estaba a solo unos segundos de dejarme llevar y tocar ese trabajo abdomen.

Sale de la habitación y suelto todo el aire retenido. <<Estos hombres son una tentación>>

Son una tentación que estoy dispuesta a probar sin duda.  

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