Capítulo 10.

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Después de que les preguntara a dónde iríamos, ambos tomaron mis manos y me arrastran a no sé dónde. Por alguna razón me siento nerviosa y ansiosa.

—¿Puedo hacerles una pregunta? además de esta.

—Las que quieras — me contesta Alex mientras seguimos avanzando por un camino de piedras y pasando por muchos árboles.

—¿Cómo me encontraron?

Quiero oír su parte.

—Estábamos cazando y sentimos tu olor.

—¿Fue cerca de la cueva?

—¿Cueva? — me preguntan, su voces se oyen confundidas.

—Si. Las chicas y yo nos habíamos metido a una cueva, y por alguna extraña razón aparecimos aquí.

—No te encontramos en ninguna cueva. Estabas cerca del Río Allen.

—Río Allen — susurro memorizando el nombre, esa es mi salida.

A lo lejos visualizo una cabaña, obviamente está hecha de abundante madera, tiene una pequeña escalera de tres escalones, de frente se puede apreciar una ventana marrón y árboles alrededor, como si estuviera escondida de los demás.

—¿Para qué me trajeron aquí?

—Para estar dentro de ti.

Mi boca se entreabre y mis ojos se agrandan. Confieso que me puso un poco caliente la idea de por fin tenerlos, pero también me sorprendió bastante.

—Que sutil.

—Tú preguntaste.

Cierto. De un momento rápido siento que me alzan y me colocan en uno de sus hombros.

—¿¡Qué haces!?

—Llevarte — musita obvio Alex.

—Bájame, sé perfectamente caminar.

—No.

—¿Axel? — llamó a su hermano a ver si él lo convence.

—¿Sí, mí cielo?

—Ayúdame.

—Lo siento, pero no.

—Maldito — me da una nalgada.

No me queda de otra que dejar que me lleve en su hombro, con cuidado sube los escalones y mis oídos captaron cuando abre la puerta. Despacio me baja de su hombro, levanto la mirada a esos pozos negros y me sonríe pícaro.

—Borra esa sonrisa — gruño, sabe perfectamente que su pequeña nalgada tuvo efecto en mí.

—No.

Me giro y observo por dentro la cabaña, es muy acogedora, hay una pequeña sala al lado de una mesa con cuatro sillas, no tan lejos se puede apreciar la cocina y un ventanal. Da una hermosa vista al bosque, a mí derecha hay una escalera, supongo que arriba están las habitaciones y el baño.

Muerdo mi labio al sentir unos besos posicionándose en mi hombro llegando a mi cuello, donde roza con sus dientes de una manera placentera. Otros labios se unen pero estos se apoderan de los míos de una forma salvaje, caliente y exigente. Alex quien está atacando mi cuello baja sus manos a mis caderas y me acerca más a él, suelto un gemido que es ahogado por los deliciosos labios de Axel.

Nos separamos por la falta de aire, no tuve tiempo a protestar cuando mi cabeza es girada y los labios de su hermano arrebatan con los míos. Jadeo al sentir como las dos tiras del vestido van cayendo lentamente. Dos manos gruesas aprietan mis pechos con el sujetador puesto, dejo de besar a Alex para ver como Axel mira mis pechos con lujuria, entiendo, hombre de pechos.

AstridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora