CAPÍTULO 17

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Lenor:

El teléfono hace que me despierte, su melodía del cascanueces es insoportable, por eso la puse como el tono de llamadas del hospital, cada vez que recibo una llamada es por alguna emergencias, no hay un punto medio, solo emergencias.
Me levanto del suelo y siento como mis músculos tiemblan por el cansancio. Me cuesta mucho llegar hasta la cocina y tomar el teléfono; lo coloco sobre mi odio derecho con una gran molestia por la voz que sale del mismo:

—¿Lenor estas despierta? — Es la voz de Edgard Wirz

—Supongo que si...¿Qué paso? —Lo interrogo y no puedo evitar bostezar.

—Hay una emergencia en el hospital... y yo...No puedo solo, necesito tu ayuda.

Me quedo cayada al escuchar esas palabras salir de la boca de Wirz, él nunca en su vida pediría ayuda, y mucho menos a mi.

 —¿Lenor?

—Si, si, en unos momentos estaré ahí, espera que me despabile un poco — Le comento, mientras camino por la cocina y toco con mis dedos el mantel de flores rojas, orquídeas, esas que tanto le gustaban a mamá.

—Bueno te esperamos, no tardes... —Sus palabras sonaron  como el ruego de un niño por sus juguetes.

—No te preocupes —Le afirmo y cuelgo el teléfono.

Camino despacio para no hacer ruido con mis pasos, me olvide de quitarme las votas.
Rodeo el sofá despacio cuando veo como Rodrigo abre los ojos y no puedo evitar quedarme quieta y mirarlo: sus ojos café, esa mirada tan adorable que pone cuando se da cuenta de que tengo que irme. Sus labios  pequeños forman una leve sonrisa; sus hoyuelos se marcan cada vez que hace eso. 

—Mamá...¿Puedo ir? —Me pregunta  él.

Él ya sabe lo que diré, sabe que el no va salir pronunciado por mis labios, pero igual siempre lo sigue intentando, lo pregunta cada día, cada noche, y luego de mi respuesta solo hay un silencio gélido qué acaba cuando yo le pregunto sobre la escuela y sus tareas, es nuestra rutina de preguntas y respuestas. Pero aveces la rutina aburre.

—Si... Si prometes no hacer mucho ruido si —Le seguro, y veo como su mirada se ilumina, sus ojos se abren de una forma tan tierna, su sonrisa se impregna en su rostro. —Pero guarda silencio no hay que despertar a Alicia —Le ordeno entre murmullos mientras pongo mi dedo indice sobre mis labios haciendo la señal de silencio.

Él no responde y solo asiente con la cabeza, mientras se levanta del sofá de un manera muy lenta; lo que me sorprende es que Alicia no dijo nada, debe estar muy cansada, sus estudios y este trabajo, merece este largo descanso, igual le pagare los horarios extras por más que ella se niegue a recibirlo.

—¿Mamá debo cambiarme? —Pregunta Rodrigo entre murmurando.

—No, así estas bien corazón, vamos rápido pero no hagas ruido ¿Si?

—si..

—espera...Trae tu frazada, la azul, hace frío afuera y seguro en el hospital este igual. —Le ordeno y veo como el sale corriendo en puntas de pie para no hacer ruido, sus pasos no tienen ni siquiera un eco, parece que esta caminando sobre el aire. Quizás Alicia tenga razón sobre de llevarlo a danzas clásicas o cualquier tipo de baile que le pueda gustar a él.

—Listo ma. —Exclamo él sosteniendo entre sus manos la frazada azul que tanto ama. 

—Vamos entonces, pero en silencio. 

No termino de decir estas palabras y el ya estaba saltando en puntas de píes esperando en la puerta, yo le sigo el paso y abro la puerta despacio para  ver que no este nadie afuera, estos últimos días en el pueblo están pasando cosas extrañas para este lugar tan desolado.
Rodrigo sale corriendo hacia el auto, yo solo lo sigo hasta el mismo, me doy cuenta de que la neblina se disipo bastante y la noche ya no es tan oscura como lo fue hace poco, los faroles siguen iluminando todo el lugar. Eso me hace sentir más segura. 
abro la puerta del auto y rodrigo se mete corriendo al mismo, no fueron ni dos segundos y el ya esta ahí dando saltos y respirando sobre la ventana para que se empañe y poder hacer dibujos con los dedos; entro y cierro la puerta, introduzco la llave y enciendo el vehículo y ya todo esta ne marcha.

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