Un alma rota

793 135 242
                                        

Keith abrió los ojos por la mañana deseando que todo hubiera sido un sueño. Por unos segundos se lo pareció, hasta que aquel regusto en su boca le hizo recordar la noche anterior. Una terrible arcada por el sabor a alcohol de su boca le hizo ir al retrete para vomitar. 

Shiro había vuelto, listo para irrumpir en la calma de Keith. Había intentado olvidarlo con todas sus fuerzas, pero la marcha de Lance lo había dejado en un momento de debilidad. Sin duda la puntería de Shiro había sido exquisita. 

La noche anterior después de estar con Shiro había ido directo a la mesilla de noche de Lance. Sabía que este guardaba varias botellas de alcohol ahí, así que se había servido de la primera que había visto para pasar aquello con alcohol. Ahora pagaba las consecuencias de tal acto.

Sentía que había tocado fondo, como si una nube negra se hubiera posado sobre él y lo presionara hacia el suelo, haciéndole difícil andar y seguir en pie. ¿Qué diablos había hecho? ¿Por qué Shiro volvía a torturarlo así? Y lo peor, ¿por qué no pudo decirle que no? Se sentía estúpido y a la vez débil. Debía ser el más idiota del mundo, pero de veras que no había sido capaz de negarse. Eso le asustaba. 

A duras penas se arregló y consiguió ir a clase, pero su rendimiento fue deplorable. Su mente se había desconectado y aunque su cuerpo si estaba presente, el verdadero Keith estaba muy lejos de allí, y de todo. Su mayor deseo ahora era cerrar los ojos y olvidarlo todo, desparecer. 

Por la tarde llegó a la residencia agotado. Por suerte no le tocaba turno en el hospital hasta el día siguiente. No quería encontrarse a Shiro de nuevo. El mero hecho de recordar su nombre le hacía temblar.

Al entrar por la puerta, Pidge lo paró.

-Hey Keith...¿ keith?-dijo algo confusa al verlo en aquel estado.- ¿estás bien?

Keith la miró a duras penas y asintió. No quería preocuparla.

-Si... He dormido fatal.-dijo como excusa.

-Vaya...te iba a decir si te apetecía subir hoy a mi cuarto, ver una peli con Hunk y conmigo y bueno, podemos también hacer videollamada con Lance.-dijo sonriendo.

-Otro día.-dijo sij mirarla.- necesito descansar... Lo siento ...

-No te preocupes. Si necesitas algo... Cualquier cosa.-dijo remarcando aquello.- sabes que puedes contar con nosotros, ¿No?

-Lo se. Gracias Pidge.-dijo con una débil sonrisa.

Se sentía fatal por mentirles, pero no era el momento de contarles sus penas. Además, le avergonzaba demasiado su situación.

Subió a su cuarto y dejó todo en la cama antes de ir directamente a la de Lance, abrazando su almohada. La verdad, ya no podía oler el perfume del chico en esta.

Cerró los ojos y de forma lenta, de estos empezaron a caer lágrimas.

Pasados unos diez minutos, su móvil sonó. Keith se sobresaltó y miró este algo desesperado. Necesitaba oír la voz de Lance a través del teléfono, aunque fuera para oir sus tonterías de las fiestas.

Fue rapidamente a por el móvil, pero cuando vio el número de Shiro, se le cayó de las manos a la cama. No. No. No.

Simplemente... Su cuerpo se quedó paralizado. Apenas podía tragar saliva, y su corazón iba rápido, pero a la vez sentía que se le paraba.

"Estoy fuera." Fue lo único que puso en el mensaje.

Keith tembló y miró por la ventana. Pudo reconocer el coche de Shiro aparcado en un lado de la carretera. Esa pintura de tono azul marino, casi negro y los cristales tintados. Sentía que no podía escapar de él.

BLESSED [Klance]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora