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Así continuaban pasando los días. Keith no contestaba las llamadas, y tenía la conversación de Lance archivada. Al fin y al cabo, el se fue. Shiro tenía razón, lo había dejado atrás.

Pidge y Hunk apenas podían acercarse el pelinegro, que vagaba a horas intempestivas por la residencia. Se habían dado cuenta de que empezaba faltar algunas noches, que también estaba faltando a clases ya que se quedaba durmiendo por el día.

Y lo peor, notaron un cambio en su actitud. Era mucho más arisco y tenía la cara desencajada. Había perdido peso, los pantalones le sobraban y encima habían podido verle fumando varias veces.

¿Desde cuando Keith fumaba? Pensaban que lo detestaba.

Keith llegó una mañana más a la residencia. Casi de empalmada, hizo su turno de desayunos y luego subió al cuarto. Debería cambiarse para ir a clase, pero lo único que pudo hacer fue caer en la cama rendido, tapándose con el edredón la cabeza. Estaba agotado, su vida se había vuelto triste y monótona.

Quería ver a Shiro, lo echaba de menos. O eso creía.

Estaba totalmente seguro de que aquel hombre no lo amaba, pero aun así, él si lo hacía.

Cuando se marchó, estar con Lance lo ayudó a seguir a delante, pero con la marcha de su amigo, comprendió que al final la prioridad de cada uno es uno mismo. Y estaba bien, Lance hizo bien en irse. Tenía un futuro brillante, prometedor... Era popular, y le caían las chicas por todas partes.

A veces recordaba los pocos encontronazos que había tenido con él. En casi 10 meses, se habían acostado y hecho muchas locuras. Pero habían sido eso, locuras. Nada más...

Keith se giró y miró la cama de Lance. Vaya un estúpido creyendo que tal vez, desde que Shiro se marchó , había algo distinto entre ellos. Lo único distinto había sido la pena que le daba. Incluso un idiota homófobo como Lance lo había visto tan mal como para sentir pena hacia él.

-Soy basura...-susurró para si mismo, tapándose el rostro con las manos.

Odiaba su vida.

No podía evitar mirar al pasado. ¿Qué había hecho mal? ¿Cuándo se había vuelto tan miserable?

¿Tan difícil era encontrar a una persona a la que amar y por la que ser amado?

Estaba harto, harto de buscar y encontrarse con mentiras y desengaños.

Primero James. Su amor incondicional por él, aquel hermoso año juntos, que acabó terriblemente mal cuando sus amigos lo drogaron y se aprovecharon de él. James se marchó, y jamás supo mas de él.

Se suponía que lo había hecho para que encontrara algo mejor. Si viera su estado de ahora, estaría más que defraudado.

-Solo fui a peor...-dijo pensando en James.- ojalá nunca te hubieras ido...-susurró sincero. Siempre amaría al único hombre que lo quiso de veras. Recordaba aquellas tardes en la cama, mirándose y repartiéndose caricias y besos lentos durante horas. Fue tan mágico. Se odiaba por no haber atesorado más aquellos momentos, por no haberlos valorado entonces. Sintió las lágrimas llegar a sus ojos al recordarlo. 

Luego Shiro. Ladrón de su corazón y su cordura. ¿En qué momento un hombre tan apuesto, inteligente y bien posicionado se había fijado en él? Estaba claro, nunca lo hizo para amarlo. Era su niño bonito, y lo peor, es que le gustaba sentirse deseado por él. Al menos alguien lo necesitaba.

Y... Lance. La verdad, recordaba también con añoranza aquellas navidades en la granja. Llegó a sentir cierta química con él, incluso acentuada tras la marcha de Shiro. Pero obvio fue todo una estupidez, Lance no quería nada. 

BLESSED [Klance]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora