CAPITULO 7 DOLORES DEL CORAZON II

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Candy se encontraba en un panteón, frente a un ataúd donde ahora descansaba el cuerpo de su abuelo, era increíble que nadie hubiera podido hacer nada por él, lagrimas salían de sus hermosos ojos verdes mientras buscaba con la mirada a su hermana quien no estaba presente en el entierro de su abuelo y eso no se le hacía justo, ella la necesitaba.

Anthony le miro y le dio un fuerte apretón de manos para indicarle que él estaba ahí y que no la dejaría en un momento como este, ella no lo miro ni le correspondió el apretón, pues el dolor en su corazón era inmenso ahora si...ahora si estaba sola.

Terrence Baker también estaba ahí, pues la noticia que le llevaron hace ya un día a Candy, la había escuchado y no podía dejarla sola, simplemente sentía que debía estar acompañándola aunque no como deseara, miraba con molestia al que estaba al lado de la rubia deseando ser él.

-Descanse en paz Tomas White –Termino de decir el sacerdote antes de que bajaran el ataúd al fondo del hoyo que habían hecho los trabajadores, Candy soltó un sollozo antes de dejarse caer, mientras Anthony la tomaba de los brazos, sintiéndose terrible al ser causante de la muerte del abuelo de Candy.

-Adiós Abu –Susurro la rubia observando como lo sepultaban

A lo lejos una joven pelinegra lloraba desconsoladamente mientras observaba como aquel hombre que quería tanto había muerto y lo peor a causa suya, el infarto del anciano había sido demasiado y su corazón no lo resistió y eso era su culpa. –Perdóname –Se marchó de ahí sin mirar atrás, dejando atrás todo ya tenía todo empacado para irse e incluso Archie había accedido a llevarla a la mansión de los Ardley en Lakewood lejos de ahí –Perdóname hermana, en cuanto esté mejor te buscare, mi abuelo tenía razón no te merezco

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Había pasado una semana desde aquel funeral, la rubia estaba acostada en su cama, mientras los rayos de sol se colaban sin previo aviso a la habitación, logrando molestarla un poco, cubriéndose con las sabanas para no sentir la molestia del sol y decidida a dormirse nuevamente pero en ese momento la puerta se abrió de par en par, dejando ver a un joven de pelo castaño, ojos grandes y de color miel, tez blanca y de su misma edad, con una sonrisa gentil.

-Buenos días Candy

La rubia no respondió, había estado en cama por una semana, su hermana había desaparecido, su abuelo muerto e incluso Anthony había salido de viaje sin siquiera decirle a donde, miro a su amiga Jenny quien había ido a visitarla aun no sabía ¿Cómo diablos había entrado? Pero le alegraba pues necesitaba ver un rostro gentil.

-Debes ir a trabajar, además tienes ensayos de la obra –Dijo mientras acomodaba la ropa de la rubia

-No tengo ganas

-Candy debes seguir adelante

-¿Para qué? Mi abuelo murió, Annie se fue sin decirme nada y Anthony también me abandona cuando más lo necesito

-No debes depender de los demás, Candy –Dijo pacientemente

-¡Pues si dependo y no quiero ni tengo ganas de ir a ningún lado!

-Vamos no seas berrinchuda –La destapo con fuerza pero conservando la amabilidad en su rostro –Vamos Candy la vida sigue

-¿De qué sirve?

-Tienes que buscar tu felicidad, tu hermana eligió su camino y tu abuelo desearía que no te deprimieras por su muerte, el desearía que vivieras como él lo hizo

Candy no respondió simplemente se incorporó en la cama –No sé como

-Has lo que deseas hacer, Candy ¿se te olvido tu sueño?

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