Hazel

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15 de Noviembre de 1939 (París)
-  ¿¡Por qué decidimos tener hijos, Jerry!? ¡Yo era feliz sin tener este dolor del infierno! - Diana se aferra a mí mano, haciendo que mis dedos estén morados de tanta presión - ¡JJJJOOODDEEEERRRRRRR! - otra contractura, ya van cinco de seis minutos cada una.
Jerry corre por el pasillo del hospital, intentando encontrar la sala 8, en donde la secretaria, una borde mujer de 43 años, había dicho que nos dirigiéramos.
El pobre, está temblando, mirando a cada número que se parece a un ocho.  
En la primera sala no había ochos, tan solo médicos que pasaban de Diana como de la peste, y que se iban a desayunar como si mi mejor amiga no estuviera de parto.
Subimos a la segunda, y Diana cada vez aguantaba menos, y Jerry perdía la paciencia como Diana la sangre.
No vi otra alternativa.
El ascensor estaba libre, y yo empujé a Diana dentro, junto a Jerry, y entré yo al final. Le di a la planta ocho, y sin permiso de Diana, miré cómo iba el bebé.

El ascensor desciende, a gran velocidad hacía arriba. No se veía ni la cabeza, y todo estaba cubierto de sangre. 

No era mi primer parto, me he licenciado en medicina hace un año, en París, donde vivimos actualmente, dónde Jerry y Diana se casaron y comenzaron una vida juntos.

- Diana tienes que empujar, no veo la cabeza - 

- No puedo Anna, no puedo. - su frente era un río de sudor. 

- Mi amor, tienes que empujar, hazlo por nuestra niña - Jerry le brillan los ojos, y Diana sonríe, y empieza a empujar. El ascensor se convierte en una habitación del gritó, donde el matrimonio grita, y yo miro como la sangre y placenta sale del canal del bebé. 

A medida que el ascensor sube, y Diana grita, veo como algo se va asomando, y no es una cabeza. 

- Viene de culo - dijo yo, mirando como Diana llora. 

- Y ¿Qué coño significa eso? - Jerry cada vez tiene menos paciencia. 

- Que hay que darle la vuelta, Jerry ¡¿QUÉ MAS VA A SIGNIFICAR?! -  grita Diana, con tanto dolor en su voz, que cualquiera pensaría que se acabaría rompiendo una cuerda vocal. 

Justo cuando yo iba a hacer mis siguientes movimientos, sonó la puerta del ascensor. Y yo no perdí el tiempo, saqué a Diana del ascensor, aparté a Jerry, y me apoderé del control de la silla de ruedas. 

- ADIEZ- MOI MON MEILLEUR AMI EST EN TRAVALI! - ( AYUDA MI  MEJOR AMIGA ESTA DE PARTO) - es la única frase en francés que entiendo y pronuncio bien, Jerry me la enseñó para que yo pudiera decir algo cuando pasará está situación, y gracias a semanas de ensayó, salé de mi garganta con una facilidad exquisita - ADIEZ- MOI MON MEILLEUR AMI EST EN TRAVALI! ¡ADIEZ- MOI! -

Las puertas de las salas de consultas empezaron a abrirse, miles de médicos franceses corrieron hacía nosotros, uno de los cinco ( o seis o siete o ocho.... eran tantos que no puedo escribir un número en concreto), me apartó, y se llevó a Diana. Jerry y yo corrimos detrás de ellos, y entramos en la sala de partos. 

Una habitación blanca, espaciosa, con una gran cama, con dos tablas de madera beis, y miles de cuadros pintados a mano, de grandes niños o niñas, artistas. 

Cogen a Diana entre dos enfermeros, y la tumban en la cama. Diana apoya sus piernas en ambos lados  de las dos tablas de madera, abriendo sus piernas. 

El doctor canoso, el que había llevado a Diana hasta está sala, se sienta en una silla de mármol, que saca de debajo de la cama, y se queda a la altura del canal de mi mejor amiga. 

¿Blythe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora