Martes 10 de abril de 2018
Caden está con la policía encargándose de todo porque estoy demasiado cansada como para lidiar con gente a la que le importa una mierda, no quiero escuchar cómo me van a decir que no pueden hacer nada, así como se lo dijeron a las personas de la casa de enfrente.
No hay rastro de mi televisor ni del microondas y otros electrodomésticos. Mi computador se salvó solo porque lo dejé en la oficina.
Me siento en la cama, desconsolada. Sabía que esta zona de la ciudad no era segura, pero jamás creí que invadirían mi privacidad y me robarían porque no tengo gran cosa. Algunos muebles de mamá Nona están arruinados, sobre todo su sala, se llevaron las cruces de la pared, el viejo perfume que amaba porque era de su madre y los rosarios que solía usar los sábados por las tardes para rezar. Hay objetos rescatables, pero no los que me importan.
Una tristeza asfixiante me invade cuando me doy cuenta de que su hogar ya nunca será igual. Cuando se fue no me atreví a cambiar nada, no moví ni una sola cosa, dejé todo en su lugar porque creí que era una forma de mantenernos cerca, de que los recuerdos no se esfumaran; y porque dentro de mí espero que ella vuelva, que recuerde.
Sostengo la caja vacía de mi abuela, se llevaron todos sus recuerdos, el relicario de su familia que atesoraba con tanta desesperación ya no está donde lo dejé.
El colchón se hunde a mi lado, unos brazos me rodean y yo me hundo en el gesto permitiendo que me sostenga.
—Esto es terrible. —Un sollozo sale de mi boca, me cubro la cara con las palmas para que no me vea llorar—. Lo lamento, es que es horrible, el otro día la casa se inundó, el agua salía de las goteras como una cascada y se me olvidó cerrar las ventanas, no puedo arreglar nada porque debo pagar el centro y las terapias de la abuela. Ahora vienen a robar cuando no tengo dinero, el microondas ni siquiera funcionaba bien, tengo que golpearlo dos veces para que encienda. Mamá Nona y mi abuelo José se esforzaron tanto para cuidar su casa. Y se llevaron el relicario, ha estado en la familia por generaciones y yo no pude cuidarlo, era lo único valioso que tenía la abuela, no puedo sacar de mi mente su mirada emocionada cuando me lo regaló. Si un día me pregunta por él, ¿cómo le voy a decir que me lo robaron?
No tengo tiempo para pensar en mis palabras ni me importa que se entienda solo la mitad de mi discurso por mi voz entrecortada debido al llanto. Siento que su mano cepilla mi cabello hasta que me calmo y dejo de sollozar, hasta que mi respiración vuelve a la normalidad.
—La policía dijo que buscarán, voy a estar en contacto con ellos, así que no te preocupes ¿de acuerdo?
—Tienes mucho trabajo como para hacerte cargo también de esto —susurro—. No hace falta.
—Sí hace falta, yo me encargo, déjame hacer esto por ti.
¿Cómo puedo negarme si suena de esa manera?
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Perdido en ti © (ET #1) *ACTUALIZANDO*
RomansaNubia trabaja para los Lamont desde que su abuela tuvo que dejar el puesto en la empresa. Definitivamente preparar cafés e informes no era su sueño, pero es lo mejor que tiene y adora a su jefa Leah, así que no puede quejarse. Ahora lo único que bus...