CAPÍTULO 2

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ALEC.

Mis amigos insistieron tanto en salir al nuevo antro de la ciudad, Demons Sky, que al final accedí a acompañarlos. Por lo que me dijeron, suena a que es un muy buen lugar para pasar el rato, lo cual es sensacional. Sin embargo, no es que no me gusten los antros, pero no son mi lugar favorito, no en estos momentos. Claro que me gusta salir y divertirme como a cualquier persona normal de veinticuatro años, pero últimamente he estado tan ocupado pensando en cosas más importantes como para siquiera tener tiempo de pensar en divertirme y besarme con un montón de mujeres que ni conozco, ni me interesan.

Llevamos apenas cinco horas en el antro y ya quiero salir de aquí; tengo proyectos atrasados que necesito terminar. Debo demostrarle a mi padre que puedo con todo lo que me ponga, así sean cincuenta mil proyectos de mi trabajo más los que él me pida realizar.

El hecho de estar en un antro a estas horas de la madrugada no ayuda mucho en cambiar la imagen que mi padre tiene de mí. Estaba a punto de despedirme de mis amigos, pero terminé encontrándome con algo tentador: un vestido negro demasiado corto, que parece incómodo, con la espalda totalmente destapada y cabellos largos color oro que le tapan una parte de su espalda, pero no en su totalidad. Debo admitir que tiene muy buen cuerpo y sus facciones se ven un tanto sombrías por el maquillaje que lleva. Nunca he detallado una mujer en un antro como lo estoy haciendo con ella, parece ser hermosa.

Desde que la vi entrar, me di cuenta de que se encuentra un tanto desorientada o incómoda. Pongo atención a cómo sus acompañantes se alejan y se queda con un hombre de tez morena, pero después él se va dejándola sola. En seguida, ella comienza a alejarse, por lo que sospecho que no es una chica a la que le guste esta clase de ambiente. Decido acercarme a hablar con ella, pero la pierdo de vista, por lo que emprendo mi marcha en su búsqueda.

—¡Alec! ¿Ya te vas, tan pronto? —grita Daniel, quien tiene sobre sus piernas a una chica borracha.

—Aún no, Dan, ahora vuelvo. No te librarás de mí tan fácil —miento y voy a buscarla.

Al darme cuenta de que definitivamente la he perdido, una punzada de decepción se apodera de mí. Debía encontrarla y fracasé. Frustrado ante la situación, decido subir a la azotea del lugar. Nadie en su sano juicio iría a una azotea en un antro tan bueno, por muy loco que esté. Decido ser yo quien inaugure dicho sitio, después de todo necesito aire fresco, ya que tengo que despejar mi mente y dejar de molestarme por no haberla encontrado y pensar en lo que realmente importa, los negocios.

La azotea está oscura, apenas iluminada por la luz de la luna. Al llegar, camino un poco cuando, a lo lejos, vislumbro la silueta de una chica. En la oscuridad no se aprecia quién es, pero parece que está debatiendo entre si saltar o no hacerlo. De seguro es una de esas drogadictas que debe algo de dinero a cierta clase de personas y no tiene con qué pagar, por lo que prefiere quitarse la vida.

—¡Hey! Asegúrate de saludarme a Satanás cuando llegues al infierno —le digo en un tono burlón y serio a la vez.

Ella da un pequeño brinco, al parecer la asusté, pero no voltea.

—¿Acaso no hablas? Aunque sea un gesto de asentimiento hubiera estado bien.

—¿Eres idiota o algo por el estilo? Lárgate de aquí y déjame en paz —dice a la defensiva, pero sigue sin mirarme.

—Oye, vamos, ¿te vas a matar, no es así? Yo solo te estoy alentando a dar el brinco para que logres cumplir tu meta en esta vida. Es decir, la vida es una mierda, no lo niego, pero por Dios, deberías ser más original en cuanto a tus intentos suicidas —susurra algo inaudible y voltea, al fin.

—A ver, pedazo de idiota, ¿pero a ti quién mierda te dijo que me iba a matar? Al parecer no puedes ver a una chica en la orilla de algún techo porque, según tú y tu estúpido cerebro, inventan cosas que no. De seguro eso lo piensas constantemente, ¿no es así? Porque para haber creído que yo haría eso... idiota —brama.

DESDE QUE TE CONOCÍ  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora