CAPÍTULO 8

261 36 2
                                    

FREYA.

Aparentemente, debo permanecer un día más en estas paredes. No me desagrada la idea de quedarme, pero el estar en un lugar lleno de gente enferma me hace sentir aún peor. Intento convencerme de que estoy bien, que realmente me siento bien, a pesar de lo que ha pasado. No sé si los demás lo entiendan, pero siendo pesimistas, pude haber muerto. Sin embargo, ese incidente me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. La vida es demasiado corta para estar enojada con el mundo, o con las personas en general. A veces puede ser realmente difícil, pero desde que lo conocí, he empezado a pensar que quiero darle una oportunidad a la humanidad.

Mientras esos hombres intentaban hacerme daño, escuché una voz, una que nunca olvidaré: "Deja de esperar que la vida sea fácil, porque no lo es; deja de esperar que alguien venga a salvarte, solo tú puedes hacerlo. Tienes que aprender a confiar; no todas las cosas tienen sentido, pero tú eres fuerte."

Siempre he vivido en mi propio mundo, cerrada a la posibilidad de la felicidad, o a cualquier cosa que se le parezca. Pero ahora quiero intentarlo. Estoy dispuesta a abrirme, a correr los riesgos que implica ser feliz. No sé si él valga la pena, aún no lo conozco lo suficiente, pero nunca terminas de conocer a alguien, ¿verdad? Si él es ese pequeño rayo de sol que quiere adentrarse en el oscuro bosque que soy, lo dejaré entrar. Solo así comenzaré a sentir, a ser feliz.

Estoy tan absorta en mis pensamientos que no me doy cuenta de cuándo alguien entra a mi habitación.

—Hola, Lizzie. ¿Cómo está mi sobrina favorita? —dice una voz familiar, con una sonrisa burlona en su rostro.

Levanto la vista y veo a mi tío Seb, y no puedo evitar sonreír.

—Tío Seb, estoy bien. ¿Y tú? ¿Qué te trae de visita al otro lado del mundo? —respondo con tono jocoso.

—El cumpleaños de tus hermanos, ¿qué más? —bufa, como si fuera obvio—. He estado buscando una casa cerca de la tuya; tu tío Ray y Doney también se vendrán para acá. Al parecer, no podemos vivir sin ustedes.

Me aplasta la nariz con sus dedos, un gesto que siempre me ha hecho reír.

—Pues espero que se vengan pronto. Estar sin ustedes es insoportable... igual que tú.

—Te encanta jugar con mis sentimientos —bromea, luego hace una pausa, fingiendo recordar algo—. Ah, espera... —me observa con picardía—. Acabo de recordar que no tengo sentimientos.

—Eres insufrible, tío —me río, sintiendo cómo el ambiente se vuelve más ligero.

Nos sumergimos en una conversación llena de bromas y recuerdos hasta que, inevitablemente, cae un incómodo silencio. Seb lo rompe como siempre, con su estilo directo.

—Lizzie, ese chico rubio, ¿quién es? —pregunta, su mirada se pierde un poco, como si estuviera evaluando algo.

Siento un ligero nerviosismo al recordar a Alec, pero intento mantener la calma.

—Es el hijo de un amigo de papá, ¿por qué preguntas? —trato de sonar casual, pero el tono de mi voz me traiciona.

Gracias al cielo, no menciona lo que me pasó, lo cual agradezco profundamente.

—Pues, para no tener nada que ver contigo, ha estado bastante al pendiente, ¿no crees? —murmura, y noto un leve tono de molestia en su voz.

Mis tíos siempre han sido protectores, pero Seb es el peor en ese aspecto. No puedo evitar sentirme un poco acorralada.

—Es complicado —admito, sin poder evitar la ansiedad que se filtra en mis palabras—. Creo que le gusto... o algo así. Nos estamos conociendo.

Con ellos siempre ha sido fácil hablar, son mis mejores amigos, los que siempre han estado para mí, y nunca me ha dado pena contarles mis cosas.

DESDE QUE TE CONOCÍ  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora