"Listo, señora Guadalupe, ahora debo irme. Por favor, cualquier cosa me llama al celular."
Intenté no gritar demasiado fuerte, aunque la niñera de Damián se encontraba en la cocina y yo ya estaba en la puerta, cargando con mi gran trípode en mis manos y la cámara colgando hacía un lado. Todas las mañanas, antes de ir a la Universidad, me tocaba decirle las mismas palabras a la mujer, ella era muy linda y sencilla, sin embargo había descubierto que a pesar de no pasar de los cuarenta años, la pobre tenía el sentido del oído muy poco desarrollado, a veces había que repetirle las cosas unas dos o tres veces hasta que las entienda.
Debido a que las clases iniciaban muy temprano, casi nunca lograba encontrar a mi pequeño despierto para despedirme, solo me encargaba de comerlo a besos antes de irme y ya era cuando estaba de regreso que pasábamos el tiempo disfrutando, eso si no tenía ningún evento que fotografiar o sesión fotográfica que hacer para la revista. Una vez escuché una aprobación de parte de Guadalupe, salí de mi casa y cerré con seguro la puerta.
"Ven, te ayudo con eso."
"Jean, no pesa tanto, puedo ponerlo yo solo en la parte trasera del auto." "O puedes irte sentando y colocando la calefacción, hace frío ¿No crees?"
Bufé, obedeciendo muy a regaña dientes, le entregué el trípode y fue él quien se encargó de acomodarlo en los asientos traseros, colocándole incluso el cinturón para que no se moviera de su lugar. Me senté en el lugar del copiloto e hice lo que me indicó, no me tomó mucho encontrar el botón, ya otras veces lo había visto colocándolo cuando me recogía de clases.
Sí, digamos que aquel día acepté su propuesta, ahora soy el "amigo" de Jean Carlo León, el gran heredero de la empresa L-Alfa, una de las más conocidas en el país y seguro fuera de este también ¿Cómo pasó? No tengo idea ¿Qué si estoy feliz? Bueno, ignorando el hecho de tener a mi omega llorando de felicidad cada que Jean me sonreía o simplemente me hablaba de cosas triviales, digamos que lo estoy tomando tranquilamente bien.
Después de una larga charla sobre cuándo o que días vernos, mejor dicho, le expliqué que yo no contaba con un horario fijo, no sabía que días me necesitaría la empresa y tampoco sabía si tendría demasiadas tareas en la Universidad como para salir con él, eso además de contar con un pequeño de hermosos ojos azules y cabello rubio que me robaba muchísimo tiempo, aunque yo encantado le entregaba cada segundo de mi vida a mi pequeño Damián.
Jean hizo los cálculos, me pidió mi horario de clases y al día siguiente me lo encontré estacionado fuera de mi casa, esperando para llevarme a la Universidad, luego me recogió, eso hace ya una semana. Él aún no entra a mi casa, no le he dado la oportunidad, es el único alfa que ha podido conocer a mi pequeño y no quiero apresurar absolutamente nada. Venga, Libardo ¿Qué vas a apresurar si solo son amigos?
Solté un largo bostezo, despejándome un poco, mientras el auto iniciaba con su típico recorrido, ahora que iba con Jean, llegaba mucho más rápido a la Universidad, pero eso no evitaba que me levantara todos los días a la misma hora, al final ya estaba acostumbrado, así que de vez en cuando observaba a Jean tomar los caminos largos antes de llegar a nuestra parada, no me molestaba, nunca le dije nada, siempre era bueno estar a su lado, aunque me estuviera ilusionando, se sentía muy bien.
"¿Cansado?"
"Algo. Uno de mis profesores me dejó una tarea gigante, creo que he dormido solo unas dos o tres horas, me siento muerto." Otra de las cosas que admiraba de nuestra relación actual, después de una semana de esto, era mi capacidad de ya poder hablar con él sin ponerme nervioso o sin sonrojarme como una colegiala. O era muy bien actor o las cosas me estaban saliendo peor de lo que esperaba y mi omega en vez de alejar el sentimiento, a cada segundo conseguía más comodidad con el alfa de Jean.
"¿Por qué no duermes un rato? Puedes bajar el asiento con la palanca de ahí." Señaló hacía un lado, pero negué con la cabeza.
"La Universidad no está tan lejos como para dormir."
"Unos minutos de sueño no matan a nadie, Libardo."
"¿Sabes? Solo lo voy a intentar para probarte que no es tan simple como acostarse y dormir, uno tarda muchísimo en perder el conocimiento ¿Comprendes? Para entonces ya estarás estacionándote fuera del edificio."
"Veamos."
Aunque me indigné por ese tono chulo y superior con el que me habló, obedecí y moví completamente la palanca del lado del asiento del copiloto, logrando que este caiga hasta tener contacto con el asiento de atrás del vehículo. Suspiré, acomodándome de lado en el espacio, cuando sentí una de sus suaves manos tener contacto con mi muslo, tensándome por completo.
"¿Jean?"
"Duerme, Libardo."
El suave movimiento que iba y venía sobre la tela de mi pantalón fue suficiente, obedecí, cerré mis ojos y me entregué al gran sueño que me consumió en cuestión de segundos. Su mano se sentía bien, todo lo que tuviera que ver con Jean me transmitía una calidez y una tranquilidad increíble. Ronronee, mi omega ronroneo y ambos estuvimos de acuerdo en que Louis debería arrullarnos todas las noches.
+
Caminaba por los pasillos de la Universidad con mucha tranquilidad, no quería admitirlo, pero después de las palabras de Jean aquel día, todos los omega me miraban con respeto e incluso los profesores ya no me llamaban para que responda en público, no era algo que me gustara, se portaban como si fuera el nuevo rey de la Universidad cuando no había cambiado, yo continuaba siendo el mismo omega imperfecto del que todos hablaban mal antes, no he cambiado solo por Jean, sigo siendo yo, tira de hipócritas.
"Hey, Libardo."
Oh, y si vamos a hablar del más hipócrita de los hipócritas...
"Hola, Nicolás ." Mostré mi mejor sonrisa, aunque estuve seguro que él no era tan idiota para no notar que no me agradaba su cercanía.
"¿Qué hay? ¿Te puedo acompañar a la siguiente clase? Tenemos curso de semiótica visual juntos." O quizás sí.
"Claro, vamos."
Dicen por ahí que en mundo de hipócritas, los sinceros somos los malos ¿No? Bueno, tampoco es que deseara ganarme el odio de nadie en mi Universidad, y caminar o hablar con Nicolás no tenía por qué cambiar nada, aunque el chico siempre ande con aquella sonrisa deslumbrante que tenía a más de un alfa o beta babeando por él, Nicolás era de aquellos que te hacían desearlo hasta caer de rodillas a sus pies, y no es por nada que se ha ganado esa reputación, él ponía a sus pies hasta a los más grandes alfa con solo su complicado plan de seducción.
"Entonces ¿Cómo está tu hija?"
"Hijo."
"Oh, sí, eso. Lo siento."
"Damián está bien, está en casa." No vi necesidad de darle más información, menos de un tema tan personal para mí como lo era mi pequeño.
"Ya veo." Nicolás hizo una larga pausa hasta que tomamos haciendo en nuestros lugares, al parecer hoy se sentaría a mi lado, normalmente entre los omega de la Universidad, sentarse cerca de mí sería algo así como ir con malas juntas, pero desde Jean , creo que no le dirán nada malo. "¿Y Jean ? Oye ¿Es cierto que sales con él? ¿Qué te corteja?"
"¿Jean? ¡No! Solo somos amigos."
Y por mucho que hubiera amado decir que sí, que Jean estaba intentando conquistarme ¿A quién engañaba? Él dijo que quería conocerme más y ser mi amigo, estoy probando esta rara teoría de ser amigo de un alfa y por ahora va bien, aunque tampoco tengo mucha idea de que se hace con un amigo, solo tengo a Mae, y ella mayormente hace todo mientras yo solo me río de sus chistes.
"¿En serio? Dios, las chicas tendrán que pagarme, yo se los dije pero ellas no me creyeron, son unas ilusas." Nicolás sonrió triunfante y de hecho sentí un poco de molestia ante sus palabras.
"¿Por qué "ilusas"? ¿Quiénes?"
"Las chicas. Las omega que andan cuchicheando por ahí, dicen que Jean te corteja, pero son unas tontas, quiero decir, él jamás cortejaría a alguien como tú, Libardo."
Dicen que muchas verdades suenan peor cuando no vienen de ti, sino de alguien más, puedo confirmar eso por la opresión que sentí en mi pecho y aquella encogida en mi corazón, incluso intenté llevarme una mano a mi pecho para asegurarme que seguía latiendo, pero traté de no mostrar expresión alguna, como si no molestara la forma como se había referido a mí.
"Oh, pero no te ofendas." Su sonrisa y aquel movimiento de su mano restándole importancia me dieron ganas de golpearlo. "Otra cosa que demuestra que no te corteja es tu cuello." Instintivamente llevé mi mano a mi cuello, cubriendo el lado derecho, justo donde quedaba la cicatriz casi invisible de la marca anterior.
"¿Qué tiene mi cuello?"
"Jean no te ha mordido aún ¿No?"
"¿Y? Puede ser porque yo no quiera que muerda, esto no indica nada, Nicolás."
"Venga, Libardo, no te conozco pero creo que no eres idiota." Él abrió su cuaderno cuando observó al profesor entrando, aunque yo no me encontraba muy conforme con esa respuesta. "Si un alfa como Jean me cortejara, créeme que no podría ni dormir pensando que no me ha mordido. ¿No lo has pensado? Ahora mismo Jean puede estar rodeado de cientos de chicas omega sentándose en sus piernas y restregándose para él, sin una mordida ¿Cómo tienes seguridad de que no te anda engañando?"
"No me corteja." Además, una mordida ya no asegura nada
"Lo sé, ya lo dijiste."
Solté un largo suspiro mientras el profesor saludaba e iniciaba con su clase. Apoyé mis brazos sobre la carpeta y escondí mi rostro en el espacio bajo ellos, no tenía ganas de atender hoy, por alguna razón ahora solo quería llegar a mi casa y que Damián me mejore el día, mi pequeño tenía ese poder mágico sobre mí.
+
Cuando Jean vino por mí ese día, realmente desee decirle que mejor se fuera, que me iba por mi lado; desee pedirle que se aleje, que ese circo que estábamos creando en querer ser amigos no hacía más que hacerme mierda por dentro al pensar que nunca seríamos algo más. Pero a pesar de todo lo que desee, me subí a su auto y coloqué el cinturón, observando a los alfa caminando hacía mi Universidad, seguro para cortejar a sus debidas omega.
"¿Cómo te fue hoy?" La voz calmada de Jean me llevó a sonreír, aunque la sonrisa desapareció poco después, desee solo dejarme llevar por aquel dulce sonido que me lograba hacer ronronear.
"Mmm." Emití un pequeño sonido, atreviéndome apenas a enfocar mi mirada en él.
Mi corazón se detuvo en una fracción de segundo cuando lo observé detenidamente. Su cuello, el cuello de Jean tenía un poco notable pero aún visible beso de lápiz labial, ahora en el auto podía observarlo mejor que cuando él salió y me abrió la puerta al subir. Mordí mi labio, tironee de él con tal fuerza que consideré hacerle daño, mientras sentía mis ojos llenarse de lágrimas y ni siquiera había una razón.
Nicolás tenía razón, Jean jamás cortejaría a alguien como yo.
Yo no soy nadie, soy la perfecta definición del omega imperfecto.
Y sin saber cómo ni por qué, ya me encontraba llorando, frente a Jean, en su auto.
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Gracias @liean_es_real_perras ❤️
Vamos Perú , solo pedimos justicia para Inti y Jack
-Lieaner 🌸🇵🇪
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The perfect omega ✨LIEAN✨
Fanfiction✨ AVISO IMPORTANTE ✨ Esta historia es una ADAPTACIÓN de la historia original de la maravillosa Jasmine ( @justbromance ) quien me permitió de una manera muy amable el poder realizarla en el shipp LIEAN . La historia original está en su perfil :) y a...