🥀CAPÍTULO 12🥀

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Como siempre, solté un suspiro lleno de molestia cuando llegué antes que la profesora de fotografía industrial. No tenía idea porqué siempre llegaba a la hora exacta cuando ella se encargaba de dejarnos esperando en el pasillo del séptimo piso, con el frío aire de las mañanas, puesto que los pasillos no tenían ventanas, sino que la estructura estaba hecha para la buena ventilación. Al ser una Universidad grande era buena, aunque si te pones a pensar y meditarlo un poco, cuando observas la cantidad de alumnos que hay en una simple Universidad de omegas y betas, te das cuenta que lo único que eres es un grano en el mundo, que no importas, un granito de arena, uno más entre infinidad de personas.
¿Cuántos como yo habrían cometido errores en su vida? ¿Cuántos omegas estarían pasando por lo mismo? Ser excluidos, ser maltratados y nombrados como una abominación tantas veces, que ya no hay forma de que no te lo creas; muchos lo considerarán exagerado, pero pocos comprenden lo que es el tener un pensamiento tan adentro en tu subconsciente que no importa cuánto te quieras sentir hermoso o normal, no eres normal, yo no lo soy, porque soy una persona que cometió un error y ahora me tratan como el peor pecador existente.
Me acurruqué en la gruesa polera verde de Jean, él la llevó en su auto exclusivamente para que yo la use cuando volvimos del estadio, realmente con él todo ha salido relativamente bien. Jean se empeña en hacerme sonrojar o en decirme lo hermoso que me ven sus ojos, además que Damián y él se llevan tan bien que parece mágico, creo que pronto podrá entrar a mi casa y quedarse por unas horas sin ningún problema.
Siempre es bonito pensar en Jean, eso me da muchísima calidez.
Levanté la mirada solo cuando la profesora Munroe llegó, como siempre, pidió disculpas por su tardanza. Todos entramos al salón, congelándonos de frío y entonces me senté, tal cual cada una de sus clases, en el asiento del final de la segunda fila, cerca de la puerta de salida. Odiaba las clases de los viernes, no porque fueran malas, realmente la fotografía industrial me llamaba la atención como cualquier otro curso, sino porque no me tocaba con Mae, ni siquiera con el idiota de Nicolás , que, sea como sea, me platicaba y sabía que contaba con él para emergencias, como por ejemplo...
"Bueno, alumnos. El trabajo de hoy es grupal, así que quiero que formen grupos de cuatro o de cinco, en unos minutos paso para indicarles que deben hacer."
Sí, esta es una emergencia.
Observé como mis compañeros, tanto los omega y los beta, se agrupaban con sus amigos, soltando risas escandalosas y dejando que sus sillas chillen mientras las acomodaban. Suspiré, sintiendo de nuevo esa tristeza querer consumirme, respiré hondo para evitarlo y pensé en Jean. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios cuando me sorprendí a mí mismo pensando en Jean, no en Damián como siempre hacía, al parecer este alfa estaba entrando tan profundo en mi corazón que debía resignarme a la idea, intentando olvidar que algún día debía dejarlo ir, cuando consiguiera a una omega digna para él y se olvide de su capricho porque seamos buenos amigos.
Tomando aire, observé un grupo de cuatro chicas, todas omega. Asentí con toda la motivación que podía sacar y me levanté de mi lugar, caminando hacía ellas, conocía a una, sabía que se llamaba Jane porque tuve otras clases con ella anteriormente y nunca la he visto tratándome mal, quizás ahora tendría algo de suerte.
"Hey, hola." Aclaré mi garganta, sonaba tan tonto con el típico tono asustado, solo esperaba no empezar a soltar feromonas o se volverían a reír de mí.
"Hola." Me saludó una amiga de Jane, no la había visto nunca, pero se veía lo suficientemente tímida, con los típicos lentes gruesos y cabello cubriendo gran parte de su rostro.
"Lo siento, es que no tengo grupo, y vi que son cuatro, entonces..."
"No, estamos llenos." Habló una tercera, mirándome inexpresivamente. "Pondremos el nombre de un compañero nuestro que no ha venido, así que somos cinco, lo siento." Después de una cínica sonrisa, volvió su atención a su celular.
"Lo siento." Me dijo Jane, encogiéndose de hombros.
"No, está bien. Gracias igual."
Ignoré ese lado mío recordándome que la profesora había dicho que se hicieran grupos con los alumnos presentes, no con los que faltaron, simplemente sabía que no me querían ahí y no iba a estar rogando, aún me quedaba algo de orgullo, o eso esperaba. No me atreví a acercarme a ningún otro grupo y me fui a mi lugar.
Pasados otros diez minutos, más o menos, en los que me dediqué solo a observar el rostro de mi Damián en el fondo de pantalla de mi celular, tuve el coraje suficiente de levantarme de nuevo, amaría decir que un trabajo más o un trabajo menos sin hacer, no importa, pero yo tenía una calificación promedio que mantener y no podía darme lujos como esos. Caminé hasta el escritorio de la profesora, aclarando mi garganta antes de hablarle, ahora con más calma, captando su atención.
"Uhm, profesora Munroe." Ella asintió, colocando sus manos sobre la madera de su pupitre, esperó mientras yo acomodaba mis palabras de la mejor forma posible. "¿Me podría colocar en un grupo? Por favor, es que ya todos están completos... O puedo hacer el trabajo solo, pero si usted me lo permite."
"No, es mucho para que lo hagas solo, Libardo." Ella se levantó en su lugar y observó cada uno de los grupos formados, más o menos ocho o nueve por toda el aula. Me removí incómodo cuando me indicó que la siguiera y caminamos hasta uno de los más cercanos.
"Chicos, ustedes son tres ¿No? ¿Por qué no dejan que Libardo ingrese aquí? No tiene un grupo y necesita la calificación."
"No, profesora, nuestros compañeros ya vienen, solo tardaron."
"¡Los de allá! ¿Tienen espacio para uno más?" Gritó, indicándole a un tercer grupo de ahí. Al final opté por mirar a cualquier otra dirección, aunque gracias a mi buen oído me fue fácil escuchar la excusa tonta por la cual tampoco me dejarían ingresar ahí. Así fue durante otros tres o cuatro grupos más, cada vez me sentía más pequeño y horriblemente enfermo, quizás así me veían, como un tipo con una enfermedad terminal y por ello no me aceptaban en
ningún círculo, todo por cometer un error, un error que para mí, ya no lo era, tenía al más hermoso hijo que pudiera imaginar.
Bueno, quizás mi problema no era el tener un hijo, sino el no tener a mi alfa a mi lado, eso, sumándole el hecho de ser amigo de una persona conocida como Jean y de que para este punto, todos estaban enterados de la pelea que tuvo con Pietro afuera de la Universidad, no sabía si me tenían miedo o realmente me veían como alguien tan extraño o repelente.
Al final, me senté en un grupo de tres más, aparte de mí, una chica omega, sumisa, linda, maquillada y bien vestida, como las típicas chicas que buscan mantener a su pareja a gusto con ellas, o buscan pareja en tal caso, aunque por su olor, estaba casi seguro que tenía novio. El otro era un beta, un chico más bajo que yo, no se le veía tan mal y por cómo estaba sentado, estoy seguro que es buen amigo de la omega. La última era una beta también, pero aquí había algo diferente, noté su desagrado por mí desde que tomé asiento, viéndola mascar su chicle con exageración.
"Hola." Me saludó la omega, le sonreí, ya estaba cansado de tantos "Hola" durante el día, solo deseaba que sea la hora de irnos y retirarme de una vez. "Mi nombre es Wanda, él es Simon y ella es Raven."
"Oh, bueno... Yo soy..."
"Libardo, sí ¿Quién no te conoce? Eres la mejor descripción de fácil en el diccionario ¿Podemos empezar a hacer el trabajo ya?"
A pesar de su tono hostil, intenté tranquilizarme un poco, no es como si en los pasillos no se dijeran cosas de mí anteriormente, además de que ella estaba irritada, debía comprenderla, no es lindo cuando alguien llega a ingresar automáticamente en tu círculo o tu zona de confort, aunque siendo sincero, yo sería un poco más amable en su lugar.
"Bueno, necesitamos ideas para hacer lo que indicó la profesora." Dijo Wanda. "¡Oh! ¡Yo pensé en una buena toma!"
"¿Y alguien te preguntó?" Mi mirada viajó a Raven de nuevo, quien me observaba con el suficiente odio para poder matarme con los ojos. "Nadie dijo que podías hablar, Libardo."
"Ella dijo que quería ideas, yo solo tenía una." Me removí incómodo en mi silla, subiendo la mirada, Wanda y Simon me miraron con tanta compasión y pena que sentí mis ojos nublarse un poco. Suspiré, volviendo la atención a lo que ellos decían.
Después de que ordenaron sus ideas, me entregaron las hojas en blanco para que yo dibujara los bocetos de como realizaríamos el trabajo, Raven dijo que porque no hice nada para ayudar, "que no pensé", cuando realmente no me dejaron ni hablar. Empecé a dibujar lo que ellos me habían indicado, cuando sin querer doblé una de las puntas de las hojas, apoyando mi brazo en la carpeta, Simon lo notó y con cuidado levantó mi codo para indicarme, le dediqué una mirada de disculpa, mientras trataba de arreglar la esquina de la hoja.
"No puedo creerlo, ni siquiera sabe dibujar algo sin joderla ¿Por qué eres tan torpe?"
"Raven" Continué arreglando lo que había arruinado, sin mirarlos, pero sabía que Simon era quien le había llamado la atención.
"¿Qué? ¿Lo vas a defender? Pero si es un inútil, Simon, ya te diste cuenta, no piensa, no sabe hacer nada bien, ni siquiera deberíamos poner su nombre en el trabajo final, o decirle a la profesora que es un bueno para nada."
"Raven, en serio, ya para." Ahora fue la voz de Wanda, cuando la esquina de la hoja se vio bien, empecé a dibujar de nuevo, sin mirarlos, no quería mirarla, no quería subir la mirada.
"Ni siquiera lo dejaste hablar para aportar ideas, ahora le estás dejando que dibuje todo ¿No podemos hacer un boceto cada uno y ya? Para eso somos cuatro."
"Nosotros dimos las ideas, él no, yo no voy a hacer nada."
"Haces que se sienta mal."
"¿Y? Es su culpa, todos conocemos su historia y aquí es un jodido hipócrita que se jura no mata ni una mosca. ¿Qué tal, Libardo? ¿Te vas a graduar de Testigo de Jehová en vez de fotógrafo? Mira que eso de joder a las personas puerta por puerta te iría mejor."
"Raven, ya." Wanda alzó la voz.
Un repentino silencio se hizo presente, supuse que ellos se estaban comunicando con miradas o con gestos, mientras terminaba de dibujar lo que me ordenaron. Cuando acabé, levanté la mirada por fin, entregándole los dibujos a Wanda para que ella los reparta, tomé mi celular y busqué desesperado el número de Jean, los dedos me temblaban de la rabia, por eso odiaba los trabajos grupales, por eso odiaba a la gente o por eso odiaba hablar con más personas, me hacían sentir tan miserable, tan... Tan diminuto.
Me encontré con un mensaje de buenos días de Jean , teclee una respuesta, un rápido "Buenos días ¿Sabes? Te necesito mucho." Y esperé que no me respondiera, no quería leerlo, sabía que si tenía alguna noticia de él iba a terminar engriéndome y rompiéndome en lágrimas, queriendo llorar en su pecho como tantas veces lo había hecho ya.
"A lo mejor es todo lo que sabe hacer, estar en el jodido celular." Escuché la voz de Raven de nuevo y me encogí más en mi lugar. "Oh vamos, ya dejen de mirarme así, chicos, él sabe que solo estoy bromeando ¿No, Libardo?"
"Claro" Murmuré, recibiendo al instante una respuesta de Jean, en mi celular.
Bajé la mirada, no sabía si leerlo sería una buena opción, pero antes de considerar el dejarlo para después, mis dedos ya estaban tocando la pantalla en la opción de "Ver mensaje", al abrirse, leí "¿Qué tienes? ¿Te duele algo? ¿Quieres que vaya por ti?". Sonreí apenas, pero muy seguramente de que lo hice, mientras mis ojos terminaban de llenarse de lágrimas y pasé mis manos por todo mi rostro, intentando disimular como me aseguraba de que aquellas muestras de debilidad no escapen.
"¿Creen que debería dejarlo?" Rió Raven. "Digo, no se vaya a suicidar luego." Volvió a reír, mientras la mirada de todos estaba sobre mí, los sentí y los miré con un gesto, encogiéndome de hombros al instante.
"¿Estás bien, Libardo ?" Escuché a Simon. "Sí, no me importa lo que ella diga."
"¿Hablas con Jean ahora?" Esta vez fue Wanda.
"Oh por favor." La sarcástica y ruidosa voz de Raven captó toda nuestra atención de nuevo. "Escucha, Jean hace su obra de caridad con Libardo, lo entiendo pero ¿Crees que le va a dar su número de celular? Eso no lo tiene nadie, es muy... Reservado."
Rodé los ojos cuando su tono de voz se suavizó y al instante soltó una cantidad de feromonas tan asquerosas, olía a flores, no me gusta cuando algo huele a flores, pero supongo que es algo suyo cuando claramente habla del amor platónico que siente por alguien, en este caso, Jean. Solo bastaba mirarla para notar como calmamos a la fiera hablando de él.
Teclee "Ya casi acaba la clase, solo abrázame cuando llegues ¿Vale?" y guardé el celular, apoyando mis manos en la carpeta, los tres miramos a Raven volver de su burbuja.
"¿Creen que Jean sea tan sexy y controlador como Christian Grey?"
"¿Por qué no le preguntas a Libardo ? Son amigos." Oh vamos, tienen que parar, prefería solo observarlos hablar y ya ¿Por qué ellos se empeñaban en meterme en las conversaciones?
"¿Cómo va a saberlo Libardo? Deja de alucinar, Wanda."
Mientras ellos continuaban hablando de Jean y de sus cosas, me dediqué a ignorar los constantes empujones que me daba Raven cuando no les prestaba atención o cuando deseaba simplemente molestarme, al parecer Wanda y Simon se cansaron de intentar tranquilizarla, así que al final solo se unieron en risas cuando hacía comentarios sobre mi forma de vestir, mis rizos o de mis grandes ojeras bajo mis ojos.
Yo me pregunto ¿Cómo alguien como yo puede considerarse siquiera atractivo cuando me pasan cosas como esta? Sé que Jean me regañará, pero es la verdad, encuentran defectos en mi persona que ni siquiera yo había considerado. Tenía tantas ganas de tener a mi pequeño Damián en brazos y acurrucarme contra su cuerpo, quizás sentir los brazos de Jean también, y dormir juntos, tranquilizarme con esa dulce calidez, el único lugar donde sentía mi corazón en paz.
Al salir de clases, me apresuré a llegar hasta Jean, él ni siquiera terminó de saludarme cuando mis brazos lo rodearon en un fuerte abrazo, no me importaba si Raven o cualquiera nos veía, yo no deseaba molestarla o cerrarle la boca, solo quería eso, ansiaba eso, los brazos de Jean rodeándome y atrayéndome más contra su cuerpo mientras yo cerraba tan fuerte mis ojos, tratando de no llorar ahí mismo, no debía afectarme tanto, debería estar ya acostumbrado pero aún no encontraba la fórmula para ser de piedra. Aún.
"Libardo ¿Me dirás que pasa, bebé?"
Negué con la cabeza, pasando mi nariz sobre su ropa mientras recordaba que yo tenía su polera verde puesta. Sonreí suavemente, sintiendo como todos los pedazos míos que se habían quebrado durante las horas de clase, se reparaban, uno por uno en su lugar, todo gracias a un simple abrazo de la persona correcta.
"Solo fue un mal día... Solo eso."
El problema de mi vida es que todos son malos días, no estaba seguro de cuanto más podría aguantar de eso, pero al menos mientras tenga a mi hijo y los abrazos de Jean, sobreviviría con estas pequeñas cosas. Eso... Hasta que Jean se fuera.

The perfect omega ✨LIEAN✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora