🥀CAPÍTULO 20🥀

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Loco no era una buena definición para mí, loco por Libardo se acercaba mucho más. Sé que existen demasiados alfa que después de haber mantenido relaciones sexuales con el omega que cortejan, suelen aburrirse y buscarse una nueva presa; conmigo estaba ocurriendo exactamente lo mismo... En reversa.
Si existía alguna razón por la que quería golpear a Carlos hasta desfigurarlo era porque mi deseo de tener a Libardo cerca había aumentado mucho desde esa noche, antes podía controlarme mejor, sabía que debía ser paciente e ir con cuidado para no asustarlo, sin embargo ese día marcó un antes y un después en mi conducta. Ya no podía controlarme, quería tenerlo entre mis brazos a cada hora posible, y todo sin la necesidad de morderlo aún.
Sé que cuando le pregunté si sabía realmente quien tenía el poder cuando se trataba de amor, él no entendió la pregunta y tampoco esperé una respuesta, con el tiempo lo descubriría, eso sí me permitía acercarme, más de lo cerca que se puede considerar el mantener un beta aun cuidando su casa desde esa vez, o pasar repetidas veces en mi auto por las calles que rodeaban su hogar cuando iba a la oficina, con la única esperanza de verlo aunque sea por coincidencia.
Me concentré en pensar que no se trataba de acoso, sino solo cuidar a quien algún día me pertenecería por completo, asegurarme que este bien y que no le falte absolutamente nada, es todo.
Gruñí cuando escuché el celular, estaba buscando exactamente que ropa usar para ese día, no era una cita cualquiera la que tenía. Sin pensarlo, observé el nombre de mi mejor amigo y contesté sin dudarlo, algo importante tendría que decirme.
"¿Qué quieres, Carlos? Estoy ocupado." Puse el teléfono en altavoz y lo lancé sobre la cama, pensando si llevar un terno o una vestimenta más casual.
"¿Qué quiero? Estás bromeando ¿No? ¿Recuerdas que tenemos una reunión hoy?"
"¿Recuerdas que te dije que ya tenía planes para hoy? No lo sé, cúbreme, confío en ti."
"Sí, eso puedo hacerlo, no recordé lo de tus planes." Su tono enojado cambió a uno mucho más gracioso o ridículo, "pícaro" como él le decía. "¿Y? ¿Puedo saber qué planes son esos?"
"Iré a ver a Libardo."
"¿Libardo? ¿Libardo el "Sé que debo llamarte yo pero nunca lo hice" Isaza ? ¿Ese Libardo?" "¿Cómo sabes su apellido?"
"Soy bueno investigando."
"No te di permiso para que lo investigaras."
"Jean, no te lo voy a quitar, si eso estás pensando." Bufé, no permitiría que nadie me lo quite de todas formas. "Es solo que fuiste muy vago cuando me contaste de él, necesito saber más de la persona que cautivó el corazón de piedra de mi mejor amigo."
"Ajá, no tiene nada que ver que Darían te haya dicho que es el mismo chico con el que salí de la exposición esa noche, y que te esté rogando para que sepas más de él."
"De acuerdo, culpable. Pero no solo es Darían , tu padre quiere que hablen." Sonreí al darme cuenta que mi madre no estaba enterada de nada, eso era bueno, al menos por el momento.
"Lo sé."
"¿Y por qué no lo llamas?"
"No puedo llamarlo si no consigo que Libardo sea mi novio primero, o sea, sé que será mío tarde o temprano, pero quiero ver la expresión de mi papá cuando se lo diga."
"¿No quieres de una vez pedirle su mano en matrimonio de paso? Digo, ya que avanzas con tantas formalidades." Ignoré su tono irónico y respondí sin dudarlo.
"Si se lo pido ahora, se asustaría, pero luego claramente lo haré."
"Joder, amigo, en serio estás demente." Escuché la risa de Carlos y al final opté por algo casual, no quería tampoco presentarme como si estuviera apenas saliendo del trabajo.
Mientras tiraba mi ropa a la cama, llamé desde el teléfono del penthouse a la recepcionista, Samara, pidiéndole de favor me consiga un hermoso ramo de flores, si fueran para Libardo, las elegiría yo mismo, pero todo entraba dentro de mi plan, eso sí él no me terminaba golpeando antes de entregárselos a su madre.
+
El resto de la mañana me la pasé escuchando a Carlos sermonearme, aconsejarme, bromearme e incluso al final desearme suerte con respecto al tema, aún estaba algo enojado con su osadía de haber investigado a mi pequeño, pero eso podíamos arreglarlo después.
Estacioné mi auto frente a su casa y tomé con cuidado el ramo de flores, me aseguré de que mi cabello esté perfectamente despeinado y salí, caminando decidido hasta la puerta. Iba a esperar unos segundos, pero cuando escuché la voz de Libardo gritando algo que no pude oír, me alarmé. Toqué el timbre solo una vez, intentando ocultar mi preocupación cuando su rostro sorprendido entró en mi campo de visión. Sonreí, solo Dios sabía cuánto lo había extrañado.
"Hey, hola bebé."
"¡Jean!" Me sorprendí pero no repliqué cuando saltó hacía mí, rodeándome por el cuello mientras escondía su rostro a la misma altura, inspirando profundamente, mis brazos también lo rodearon por la cintura de forma protectora, atrayéndolo más contra mi cuerpo.
"¿Me extrañaste?" Le susurré cerca de su oído, besando el lóbulo de su oreja, disfruté de su estremecimiento y la forma como se puso tenso, intentando alejarse de mí, cosa que no le permití.
"Algo... Ya sabes." Colocó sus manos sobre mi pecho, alejándose lo suficiente para que nuestras miradas se encuentren. Observé el hermoso sonrojo dibujado en sus pálidas mejillas y me incliné hacía él, ansiando tanto besarlo y lo hice, por dos segundos sentí la suavidad de sus labios cuando escuché un grito y después una pequeña mano tiró de mi jean.
"¡Jeeeaan!" Bajé la mirada, sorprendiéndome por la emoción que sentí al encontrarme con los ojitos de Damián y su enorme sonrisa. Me aparté lentamente del cuerpo de Libardo, dejándolo en libertad mientras me inclinaba y con cuidado de no arruinar las flores, lo cargué en brazos.
"Hey ¿Cómo estás, Damián ?"
"Bien." Aseguró él, admirando el ramo. "¿Y Jeeaan?"
"Yo estoy bien, gracias." Dirigí la mirada a Libardo, quien me sonreía tímidamente, mordiéndose su labio inferior y aumentando mis ganas de abalanzarme sobre su cuerpo para devorarle la boca, hasta parecía que lo hacía con toda la intención.
"¿Para papá?" Preguntó Damián , señalando el ramo.
"Oh no." Miré a Libardo, solo entonces me preocupé en algo más que no fueran las dos personas que más ansiaba ver. Observé a la distancia a una mujer muy hermosa sentada en el sofá, ella me miraba anonadada, supuse que era la madre de Libardo por su vestimenta tan refinada, además, había algo en el rostro de mi pequeño omega que lo hacía muy parecido a la señora. "Es para tu abuela ¿Me dices dónde está, Damián ?"
"Síp." Lo bajé con cuidado, él me extendió la mano para guiarme más adentro de la casa. Escuché como Libardo cerraba la puerta mientras yo me acercaba a la mujer, extendiéndole con cautela el ramo de flores una vez ella se puso de pie. "Abuela." Señaló con su dedito.
"Un placer." Dijo ella tan rápido como recibió las flores. "Y muchas gracias por las flores, es usted muy amable, señor..."
"León , Jean Carlo León." Respondí, aunque estaba más que seguro que ella me había reconocido desde el primer momento en que me vio.
"Un placer, señor León, soy la madre de Libardo." Me dijo mientras estiraba su mano, permitiéndome besarle la el dorso de esta, recibiendo una de sus risas coquetas. Escuché a Libardo aclararse la garganta y dirigí la mirada hacía él, aunque mi pequeño estaba más que enfocado en su madre que en observarme.
"Controla las hormonas, mamá, empieza a oler mal." Dijo mientras se acercaba, hasta colocarse casi a mi altura. Sabía que él se moría por saber qué estaba haciendo yo ahí o qué planeaba, pero por la misma presencia de esa mujer, se ahorraba el hacer preguntas indiscretas y por mi parte eso me convenía, todo estaba resultando como deseaba.
"Es..." Ella se aclaró la garganta. "Realmente sorprendente que Libardo tenga amigos tan... Prometedores como lo es usted, señor León ¿Puedo preguntar cómo se conocen?"
"Bueno, es que Jean-"
"Antes que nada, quiero aclarar que no soy su amigo, yo estoy saliendo con su hijo, señora Isaza."
"¿Qué?" Escuché la voz aguda de la madre de mi pequeño y cuando me gire a verlo, él tenía una expresión muy parecida, aunque no dijo nada, solo me miró por unos segundos antes de que ambos nos enfoquemos en la señora de nuevo. "Eso es imposible, Libardo no me ha dicho nada."
"Lo sé, queríamos sorprenderla." Con cuidado, tomé la mano de Libardo para acercarlo a mí hasta que estuvo lo suficientemente cerca para rodear su cintura y pegar su costado a mi cuerpo, él soltó un sonido parecido a un gemido mientras me miraba y a su madre después, repetidas veces. Le di un pequeño beso en su mejilla, tratando que mi sonrisa burlona no fuera demasiado obvia. Incluso sorprendido o en shock, él era hermoso.
"Es imposible. Usted... Usted está soltero, yo lo he visto en revistas y no hablan de que tenga pareja."
"Libardo y yo queríamos mantenerlo en secreto hasta que sus padres se enteren, por ello deseaba una presentación formal con usted."
"Pero él tiene un... Y tú eres..." La lengua parecía enredársele a la señora y logré oír una pequeña risita por parte de Damián y de Libardo incluso, aunque ambos se quedaron callados cuando ella frunció el ceño, totalmente enojada. Definitivamente esto estaba saliendo mejor de lo que había esperado. "No puedo creerlo." Dijo al final con total decisión, al parecer era demasiado escéptica con la idea de su hijo consiguiendo un novio, ahora comprendía de donde Libardo tenía la autoestima de esa manera ¿Su propia madre prefería creerlo soltero por toda la vida antes que consiguiendo un alfa? Idiota.
"Aquí estoy, señora, no soy imaginario." Le sonreí con burla, ella agudizó su vista y entrecerró los ojos al reconocer esas palabras, incluso Libardo se estremeció al oírme.
"Sí, estás aquí y... Lo sostienes así." Hizo referencia a mi mano rodeando su cintura. "Pero Libardo no tiene ninguna mordida, esto puede ser una trampa o algo falso por como yo lo veo."
"Bueno, que no vea la mordida no quiere decir que no las tenga." Suspiré, ya tenía algo planeado para esa pregunta, además de una pequeña venganza a mi niño que hasta el momento no sabía dónde esconder la cara. "Si me permite."
Sin dudarlo, moví a Libardo hasta que se colocara justo frente a mi cuerpo, él iba a voltear a mirarme, quizás para preguntarme silenciosamente qué planeaba hacer cuando una de mis manos se colocó justo sobre donde sabía se encontraba una de sus tetillas, la otra más abajo, sobre la parte baja de su abdomen, después me acerqué más a su cuerpo, tanto que sabía sus glúteos pudieron sentir mi entrepierna claramente, presionándose contra él.
"Jean." Lo oí jadear, llevando cada una de sus manos sobre las muñecas de las mías, aunque no impuso presión para que lo suelte.
"Como le decía, a él le encanta que lo muerda justo aquí." Mis labios se colocaron sobre su oreja antes de separarlos y morder ligeramente el lóbulo de esta; mientras mis manos se presionaron sobre las zonas donde estaban estratégicamente colocadas, esos mismos puntos erógenos que conocí la noche que estuvimos juntos. Libardo soltó un gemido y cubrió su boca.
Venganza, bebé, ahora lo pensarás dos veces antes de impedirme verte.
Sabía que la señora comprendió que Libardo amaba que lo mordiera sobre el lóbulo de la oreja, pero Libardo entendió un mensaje distinto, uno que le hizo soltar un sonido tan erótico que las mejillas de su madre se enrojecieron, i que las suyas igual.
"Oh vaya." Susurró la mujer después de un pequeño silencio. Estaba más que orgulloso de mi actitud, incluso no quise liberar el cuerpo de mi omega durante muchos segundos después.
"¿Alguna otra duda, señora Isaza ?"
"No... Creo que no."
Cuando por fin solté a Libardo, dejé que mi mano acariciara uno de sus glúteos antes de dejarlo ir por completo y observar como este me miró con el ceño fruncido, estuve a punto de decir algo cuando él giró hacía su madre, forzando una exagerada y totalmente falsa sonrisa.
"Mamá ¿Nos disculpas un momento? ¿Sí? Gracias." Se respondió rápidamente, tomando mi mano para empezar a jalarme hacía más adentro de su casa.
"Oops." Escuché decir a Damián . De acuerdo, quizás algo había hecho mal.

The perfect omega ✨LIEAN✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora