🥀CAPÍTULO 38🥀

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"¿Qué tiene?" Quise soltar la mano de Jean para lanzarme sobre el hombre delante de mí. Estaba nervioso, asustado y mi omega me pedía sacarle como sea las palabras, pero el tipo parecía moverse en cámara lenta. "¿QUÉ TIENE? ¡Dígame que tiene! ¡Dígame que está bien!"
Jean no permitió que me aparte de su lado, al contrario, su brazo libre rodeó mi cintura y me mantuvo ahí, completamente quieto, impidiendo que me volviera loco. El doctor le dio una última mirada al aparato y después lo apagó, observándonos.
"Lo siento." Se inclinó hacia atrás, ganando algo de distancia apenas sus fosas nasales se movieron y captó el aroma de mis nervios o deseos de sacarle las palabras a golpes. "Quería comprobar nuevamente... Que no puedo verlo."
"¿Al bebé? ¿No puede ver al bebé?"
"No es eso, el bebé está ahí."
"¿Entonces?" Continuó Jean. Hundí mi rostro en su cuello, llenándome de su aroma, inspirando tan profundamente como podía, solo para embriagarme con su olor. Jean era mi pilar cuando yo no podía ser el suyo y lo mismo pasaba cuando él me necesitaba, como una mutua defensa. Me gustaba eso y me gustaba también saber que mi bebé estaba ahí. Llevé mi mano a mi vientre, acariciándolo por instinto propio.
Mi bebé está ahí, oí que mi omega ronroneaba, mucho más tranquilo.
"Es muy pequeño aún, tendrá unas tres semanas y un poco más, además, como aún es tan diminuto, en el caso de un golpe cualquiera, es el cuerpo del omega el que lo protege. Sé que suelen ser muy frágiles, pero eso no impide que el vientre les sirva de armazón."
"¿Y si no fue un golpe cualquiera?" Murmuré, sin dejar de esconder mi rostro en el espacio entre el cuello y el hombro de Jean, sintiendo la tensión en los músculos de mi alfa debido a mi pregunta.
"¿Qué?" Cuestionó el médico.
"Quiero saber si existe, aunque sea mínima... La posibilidad de que mi bebé no esté bien debido al golpe."
"Bueno." El doctor se tomó su tiempo nuevamente y sentí su mirada interrogante, pero ni Jean ni yo dijimos nada. "Es bastante improbable, tiene que tratarse de una agresión física directo a la zona y con toda la intención de hacer daño, ya sabe, un puñetazo o una patada."
"Un golpe de alfa... O beta." Susurró Jean y oí a su alfa rugir. Dejé un pequeño beso en su cuello, mientras mi propio omega ronroneaba, deseando tranquilizar a su pareja.
"Solo un alfa o un beta demasiado enojado podría hacerlo." Confirmó el médico. "Pero podemos asegurarnos completamente de que no presente ninguna anomalía física o mental cuando nazca y durante sus primeras semanas." Entonces encendió su celular y nos mostró la captura, una bolita negra a un lado de todas las rayas negras y blancas.
"Entonces ¿No puede saber si está bien?" La mano que antes estaba acariciando mi vientre la llevé hasta el celular y lo cogí, observando la pequeña imagen y la manchita negra. Sonreí suavemente, soltando, sin darme cuenta, feromonas cargadas de felicidad, y no lo noté sino hasta que Jean sonrió, besando mi cien. "¿Es eso? ¿Es muy pequeño para saber si le pasó algo?"
"Exacto." El beta le respondió a Jean. "Lamentablemente, no puedo saberlo sino hasta que esté más grande o, como le digo, confirmarlo una vez nazca, pero tienen un bebé y estoy completamente seguro de que no está muerto, así cabe la gran posibilidad de que fuera una falsa alarma y el embarazo prosiga con normalidad."
Pasé mi pulgar sobre la manchita y le volví a enseñar a Jean la imagen, desconectándome de todo. Lo principal ya lo sabía, mi pequeño estaba vivo y conmigo, él se encontraba a salvo. Restregué cariñosamente mi rostro contra el cuello de Jean y este acarició mis cabellos, permitiendo que me acurruque en él.
"¿Qué es lo peor que podría pasarle? Por el golpe... Ya sabe."
"Son muchas cosas." El doctor continuó con su tono de voz bastante profesional, ni siquiera hizo un cambio a pesar de mi comportamiento y se lo agradecí porque no pensaba comportarme, me sentía tan feliz. "Puede tener alguna mal formación, de cualquier tipo, aunque en la mayoría de casos que he visto, los golpes causan daños al cerebro, unos más severos que otros."
"No me importa." Murmuré cerca del oído de Jean. "Es mi bebé, no me importa si tiene algo malo, ya lo amo mucho. Lo amamos ¿Verdad, Jean? Como a Damián."
"Claro que sí, mi amor." Jean buscó mis labios para darme un pequeño beso, ahora oficialmente seríamos una familia de cuatro.
+
"Jean, Jean , Jean , Jean , ya llegó ¡Ya llegó, Jean!"
Dos días habían pasado desde que Jean volvió y, con sinceridad, cada trozo de mi corazón empezaba a unirse con otro para sanar muy lentamente, pero de forma constante. Jean se encargó de todo, siendo francos, ese día, después de que el doctor se fue, lo siguiente que hicimos fue llamar a Carlos para darle la noticia y pedirle de favor que nos consiga al mejor abogado posible.
Poco más de una hora después, nos devolvió la llamada, asegurando que había conseguido al mejor que sus contactos podían encontrar. Yo sabía que él y Jean renunciaron a L-Alfa desde el momento en que se enfrentaron a Sandra, pero la forma como Carlos alardeaba que, Scott Evans, era el alfa abogado más prestigioso que conocía, me dio bastante seguridad y hasta un poco de esperanzas. Nos dijo también que ya lo tenía investigando sobre mi caso, así que él se comunicaría con nosotros.
Jean y yo dormimos esa noche hasta la tarde del día siguiente, acurrucados en la cama mientras él rodeaba mi cintura y me hacía su cuchara pequeña solo por su necesidad de no aplastar mi vientre, o eso decía. Estaba seguro de que hubiéramos podido dormir incluso más, venía teniendo tantos días de intenso insomnio que pensé que sería algo bueno, pero el nuevo celular de Jean sonó y un número desconocido apareció en la pantalla.
Al contestar nos dimos cuenta que se trataba de Scott, avisando que iría a vernos a la mañana siguiente y debido a eso, el insomnio se hizo presente de nuevo, no solo porque me moría por conocer al hombre que podría sacarnos de ese aprieto, sino porque, en un comentario suelto, Scott nos aseguró que había conseguido permitirme una llamada telefónica con Damián.
Me encontraba tan animado y emocionado que durante toda la mañana me mantuve pegado a la ventana como un animalito esperando que su dueño regrese a casa. Jean se había encargado de darme mi desayuno justo sobre el sofá, viendo que me termine hasta la última gota de jugo y los tres panes con jamonada que me acercó.
Y ahí estaba, a punto de abrir la puerta al alfa que nos salvaría legalmente, aunque, antes de eso, unos fuertes brazos rodearon mi pecho y me impidieron seguir caminando hacía la entrada. El cuerpo de Jean se apegó al mío, chocando su abdomen contra mi espalda y mordiendo juguetonamente mi oreja, logrando que suelte un pequeño jadeo.
"¡Jean! ¿Qué crees que estás haciendo?" Me sacudí entre sus brazos, estirando mi mano con dramatismo hacía la puerta, o mejor dicho, hacía el picaporte. "¡Tengo que abrir!"
"Estás demasiado emocionado por otro alfa... No me gusta."
"Oh vamos." Intenté buscar su mirada, aunque su fuerte agarre me impedía poder voltear siquiera la parte superior de mi cuerpo, al menos lo suficiente para mirarlo a los ojos. "Sabes que no es por nada malo, él nos ayudará con Damián, es todo."
"Igual."
"Jean."
Intenté zafarme de su agarre por unos diez segundos más, hasta que noté que el alfa de fuera ni siquiera había tocado el timbre y que mi alfa estaba teniendo un ataque de celos. Suspiré enternecido, reconociendo mi pequeño error, relajando mi cuerpo y acercándome más al suyo.
"¿Libardo?" Preguntó mi alfa con suavidad, quizás cuestionándose si había metido la pata. "¿Pasa algo? ¿Te apreté muy fuerte?"
"No." Sintiendo como su agarre perdía fuerza, me di la vuelta entre sus brazos para apoyar los míos en sus hombros, mirándolo a los ojos. "No tengas miedo, tu hijo me ha dicho que él y yo te amamos a ti y a Damián más que a nada en el mundo."
"Amor... Sabes que él bebé en tu vientre aún no puede ni hablarte ni oírte."
"¿Si?" Arquee una ceja, mirándolo con un gesto interrogante. "¿Entonces por qué te oigo hablarle cada que te levantabas durante la noche? Han pasado solo dos días, pero ya te encontré tres veces saliendo de la cama para ir al baño, volviendo y arrodillándote en el suelo, a la altura de mi vientre, hablándole a mi abdomen ¿Cómo le llamas a eso?"
Jean me miró a los ojos por lo que fueron tres segundos, antes de que sus mejillas se le tiñan de un fuerte color rojo, observando hasta sus orejas enrojecer. Él evadió mi mirada y le sonreí cálidamente, justo antes de inclinarme hacía adelante y atrapar los labios de mi cohibido alfa que se sonrojaba por ser descubriendo hablándole a su hijo durante las madrugadas. Sí, ese era el amor de mi vida.
"¿Te despierto cuando le hablo? Quizás debería hablarle más bajo."
"No, no es eso." Le sonreí. "Lo que deberías hacer es hablarle mientras estoy despierto ¿Qué es lo que le dices que yo no puedo escucharlo?"
"¿Sinceramente?" Jean me miró fijamente. "Siempre, Jeansito."
"Le pido perdón."
"¿Qué?"
"Si le hablo cuando estás despierto, estoy seguro de que no me dejarías terminar y me repetirías que la culpa no es mía, por eso espero a que duermas, porque solo después de disculparme con él o ella, siento que puedo dormir más tranquilo, al menos lo suficiente."
"Jean, amor." Tomé sus mejillas con mis dos manos, mirándolo desconcertado. "Tú no tienes que pedirle o pedirme perdón por nada. Bebé, nada de lo que pasó fue tu culpa."
"Sí." Jean resopló. "Eso es justo lo que sabía que dirías."
"Bueno, es que no se trata de lo que diga yo, sino de lo que creas tú. Dime ¿En serio aún sientes que nos metimos en todo esto porque viajaste y no pudiste escapar de un lugar creado específicamente para encerrarte?"
Pero justo cuando mi alfa separó los labios dispuesto a responder, el timbre sonó, sacándonos a ambos de nuestra pequeña discusión. Los dos suspiramos, mirándonos a los ojos con un gesto resignado, antes de que Jean bese mi frente y después mis labios.
"Luego ¿De acuerdo?"
"Luego." Afirmé, aunque estaba seguro de que la charla no tendría su continuación.
Al abrir la puerta, observamos a un sujeto de aproximadamente mi tamaño, él era un poco más alto que Jean, pero no pasaba de los tres o cuatro centímetros más. Lo invité a pasar cortésmente, imaginando que Scott debería estar cansado después de haber viajado desde sabrá Dios donde, además de haber investigado todo con respecto al caso.
Pero una vez entró, cerré la puerta y ningún aroma externo pudo interferir con las feromonas nerviosas que soltaba el "alfa", solté un grito silencioso cuando aquel olor entró directamente en mis fosas nasales. Miré a Jean y mi omega interno siseó ante la amenaza, indicándome que me colocara frente a mi alfa para alejar al omega intruso.
Sí, Scott era un omega ¿Qué rayos pasaba ahí?
"Omega... No me esperaba eso." Jean fue quien soltó aquel comentario no mal intencionado, pero después se rectificó. "Quiero decir... Lo digo porque mi amigo, Carlos , nos dijo que Scott Evans era un alfa, no por otra cosa, no me lo tomes a mal."
"Sí, no se preocupe, señor León." Cuando él extendió su mano hacía Jean, sentí una punzada de celos atravesarme y jalé mi remera por la parte inferior, tratando de exponer más mi cuello ante los ojos del rubio omega, para que notara la reciente pero hermosa marca de los dientes de Jean en mi piel.
Mierda, Libardo, te estás comportando como un estúpido.
Mi alfa. Mío.
Suspirando, totalmente rendido ante mi lado de omega posesivo, me acerqué a Jean y tomé sus mejillas para plantarle un profundo beso en los labios, asegurándome de que Scott viera a quién le pertenecía el hermoso alfa con el que había estrechado su mano.
Jean rodeó mi cintura y cuando nos separamos, me miró a los ojos, con una ceja arqueada y un gesto tan autosuficiente que desee pudiéramos estar solos para empezar a insultar su sonrisa fanfarrona, aunque sabía que tenía razón, era yo quien le había dicho que no tenía razón para celarme por el chico que creímos alfa y ahora hacía esto. Estúpidos celos.
"Compórtate, bebé." Apoyé mi cabeza en su cuello y suspiré aferrándome a su cintura, obedeciendo a sus palabras y observando desde ese lugar a Scott, quien hasta el momento solo nos admiraba con una pequeña y delicada sonrisa, digna de un omega hermoso. Porque no mentiría, él era bastante guapo, quizás por lo mismo sentí tantos celos al tenerlo cerca de mi alfa. "¿Qué decías, Scott?" La caricia de Jean ahora sobre mi espalda me tranquilizó, casi causando que ronronee contra su cuello, pero me contuve.
"Les decía." Aclaró su garganta. "Que lamento mucho la confusión, pero, yo no soy Scott." El omega bajó la mirada un segundo y sacó de su bolsillo una pequeña tarjeta, extendiéndola hacía nosotros. Ahora fui yo quien la cogí, observando el nombre escrito en ella junto a más datos de presentación.
"¿Chris?" Lo miré, me concentré en la tarjeta y luego otra vez en él. "¿Te llamas Chris Evans?" Asintió.
"Soy el hermano menor de Scott Evans." Nos mostró una avergonzada sonrisa. "Él... Bueno, él no sabe que estoy aquí. De hecho, me mataría si se entera."
"¿La persona que llamó esta mañana eras tú?" Preguntó Jean. "¿Contigo hablé?"
"Sí. Lo que sucede es que mi hermano está de vacaciones y yo era el encargado de pasarle los recados importantes que dejaban en su contestadora. Cuando llegó el mensaje del señor Carlos, explicándole que se trataba de un juicio importante y personal, no pude contenerme y lo contacté... Fingiendo ser mi hermano."
"¿Y por qué hiciste eso?"
"Porque creí... Que sería mi oportunidad." La mirada cargada de tristeza del omega me entristeció, causando en mí cierta preocupación. Noté de buenas a primeras que se trataba de un problema que llegaba cargando por mucho tiempo. "Yo soy abogado, apenas me gradué de la universidad un año después que mi hermano, porque en serio, en serio soy muy bueno." Su voz se quebró cuando bajó la mirada nuevamente, aferrándose al portafolio en sus manos. Él se veía tan asustado.
"Hey." Miré a Jean y al tener contacto con sus preciosos cafés, suspiré pesadamente. "Dile que respire hondo."
"¿Por qué? No me hará caso, creo que le va a dar un ataque de pánico." Jean también se veía bastante preocupado.
"Lo sé, pero eres un alfa." Besé su mejilla. "Eres mío, aunque eso no significa que dejes de ser alfa y que él te obedezca si le ordenas algo ¿Verdad?" No sabía si mi idea sobre lo que ocurría sería la correcta, pero por la envidia y luego la angustia en la voz del omega, me podía imaginar el problema.
Jean me miró por un par de segundos más antes de obedecer. Él, sin alejarse de mí, aclaró su garganta y habló claro, fuerte y decidido, como todo un alfa.
"Chris." El mencionado se estremeció y detuvo cualquier temblor de su cuerpo para luego alzar la mirada hacía nosotros. "Si no respiras profundo te dará un ataque de pánico, así que hazlo."
El rubio omega mordió su labio y separó su boca un par de veces, intentando hablar, pero entendí que él no sabía por dónde empezar. Le sonreí suavemente, llamando su atención. Hice lo que Jean le dijo a él que hiciera, mostrándole cómo. No era que no lo creyera capaz de saber respirar hondo por su cuenta, pero había sufrido suficientes ataques de pánico para reconocer uno y saber que nada era mejor que la serenidad que el mismo entorno debía trasmitir.
Y funcionó. Chris se tranquilizó poco a poco, hasta que solo respiraba profundamente, sin enloquecer. Él mordió su labio, suspirando.
"Lo siento, es que..." Jadeó. "Estoy cansado de todo, ni siquiera sé por dónde empezar, o si debería solo pedir disculpas y marcharme, no creo que ustedes comprendan la situación, y no es que los llame ignorantes, sino que no están en mí para saber que-"
"El problema es que eres un omega ¿Verdad?" Murmuré, sorprendiéndolo. "Quiero decir, sabes que eres mucho más listo y hábil que Scott, pero estás frustrado porque nadie te toma en serio... Porque eres un omega."
"¿Cómo lo sabes?"
"Bueno." Sonreí, nostálgico, acurrucándome más en el pecho de mi alfa. "Como todo omega, conozco la frase "Debes ser bueno y ser ama o amo de casa, no te llenes la cabeza con ideas tontas como ser médico, abogado, bombero o algo para betas y alfas." Es más o menos así ¿No?" Cité una de las frases típicas de mi madre.
"...Sí."
"Y no se trata solo de tu familia no creyendo en ti, sino que nadie quiere contratarte porque eres un omega y dudan que puedas con un juicio ¿Me equivoco? Por eso la desesperación y la mentira... Querías tener tu oportunidad."
Chris bajó la mirada y asintió derrotado, entregándose a las lágrimas cargadas de impotencia que ahora resbalaban por sus mejillas. Miré a Jean y este me observó, con esa mirada cargada de orgullo, una que me transmitía emoción y me hacía sentir tan malditamente feliz ¿Cómo expresar aquel deseo de enloquecer de amor cuando tu alfa se siente orgulloso de ti?
"Oye, ya no llores." Le dije, tratando de calmarlo para que oiga lo siguiente. "Si sigues llorando, no podremos hablar de los detalles del juicio ¿No? Abogado Chris."
El omega nos miró sorprendido, pero no tardó en sonreír con emoción, dejándonos oler algo de sus dulces y animadas feromonas. Restregué mi rostro contra el pecho de Jean, llenándolo de mi aroma con recelo, aunque después dibujé una sonrisa en mi cara, no sabía la razón o quizás era mera comprensión de la situación, pero confiaba en Chris incluso más de lo que confiaría en cualquier alfa como su hermano mayor.
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Nos costó explicarle con lujo de detalles la situación a Chris, ya que la historia iniciaba incluso desde antes del nacimiento de Damián y eran sucesos que no encontraría en ningún expediente debido a que antes no tenía la fuerza suficiente para contarlo en voz alta. Él terminó ligeramente confundido, aunque al final llegamos al mismo punto.
"De acuerdo." Chris se inclinó hacia adelante en el sofá. Sí, Jean y yo ya habíamos recogido y limpiado todo el living, aunque ahora solo quedaba un sofá intacto. En lo que menos pensábamos era en comprar más, por lo que era Chris quien estaba sentado, mientras mi alfa y yo íbamos y veníamos, narrándole la situación. "Pero ustedes no quieren que la madre de Jean quede implicada ¿Verdad?"
"¿En qué variaría?" Preguntó mi alfa. "Eso no haría ver a Libardo más inocente y menos culpable, solo demostraría que tengo una madre enferma, y no deseo hacer o tener en mis genes nada que cause que el juez cuestione mi estabilidad y mi sentido de la humanidad."
"Eso lo entiendo, pero explicar que Andrew únicamente empezó a buscar a Libardo a raíz de una llamada de tu madre, además de-"
"No." Le corté. "No quiero que ella quede implicada en nada de esto." Chris me miró y Jean hizo lo mismo. Negué con la cabeza, confirmando lo que ya había dicho. Mi novio no dijo nada más, solo incentivo a Chris a seguir.
"De acuerdo." El omega suspiró, sacando un par de papeles de su portafolio, entregándonos uno a Jean y uno a mí. "Aquí tenemos otro problema, investigué y el juez encargado para el juicio es una persona muy..."
"¿Alfista?" Pregunté, observando la mirada dura del tipo en la foto pequeña que aparecía la hoja que nos había entregado Chris. "Eso veo en su mirada, es un alfa bastante imponente."
"Secundo eso." Dijo Jean. "Aquí dice que tiene bastantes años pero aún se ve... Ya sabes, como un alfa intimidante."
"Sí, agradable no es la palabra que alguien usaría para describirlo, ni imparcial o justo, sino frío, calculador y totalmente alfista." Chris suspiró, sacando otros papeles. "Investigué los casos donde él fue el juez en cuestión y en su mayoría no duraron más de siete minutos, pero eso sí, en todos ha sido el omega el perdedor."
"¿Estás hablando en serio?" Jean gruñó.
"Lo siento... Pero así sale en el registro." El rubio omega nos miró, preocupado. "Por eso necesito que tengamos la mayor cantidad de pruebas posibles para negar cualquier cargo por el que se le haya demandado a Libardo,o, de lo contrario, explicarlo de modo que se deje en claro la razón de cada una de sus acciones."
"Supongo que será solo lo último." Suspiré. "Lo que sucedió con Andrew fue hace casi cuatro años, no tengo ninguna prueba que demuestre lo ocurrido y, siendo franco, solo sé de Dane que podría ayudarnos, pero no tengo ni idea de si Andrew le habrá hecho algo."
"Puedo encargarme de buscar a Dane si me das su apellido, pero, muy aparte de ello, debe haber alguien más que sea testigo de todo lo ocurrido ¿No? Aunque sea de un acontecimiento actual." Chris se tomó su tiempo antes de seguir. "Me dijiste que también te demandó por haberlo golpeado ¿Lo hiciste?"
"Sí, pero... Fue porque él lo hizo primero."
"¿Y eso hace cuánto fue?"
"Una semana... Más o menos." Chris chasqueó la lengua.
"Eso no ayuda, es demasiado tiempo." Bufé, bueno, no era normal que a alguien se le ocurriera realizarle análisis en esos casos, yo solo pensaba en volver a los brazos de Jean. "Aún podemos mandarte a hacerte las pruebas en el laboratorio, pero dudo que quede algún rastro del maltrato."
"Libardo." Jean me miró fijamente, él estaba bastante tenso. "Me dijiste que alguien te ayudó a escapar de Andrew y Dane ¿Cierto? Tu jefe... Ehm..."
"¡Felipe!" Casi grité, emocionado. "Sí, sí ¡Estoy seguro de que él sabe lo que ocurrió! Y puede ayudar, si hablamos con él, yo creo que lo haría." Asentí energéticamente.
"De acuerdo, de eso yo me encargo." Me respondió Chris, respirado profundamente antes de soltar un respiro. "Aunque creo que no es suficiente, podemos usar ello y algo que importa mucho y tenemos a nuestro favor: La palabra de Damián."
"¿Van a hablar con Damián?" Pregunté, preocupado.
"El juez mismo tiene que hablar con él el día del juicio, es uno de los puntos que más se valoran al elegir a quien le entregará la tenencia. El bienestar emocional del niño es importante, demasiado importante. Eso sin contar la estabilidad de los padres."
Suspiré, entonces estaba muerto. Sabía que mi pequeño abogaría a mi favor, pero contando lo alfista que era el juez y que Andrew era el alfa "engañado" que nunca se enteró que tenía un hijo, no me consideraban estable emocionalmente, tampoco después de la pelea que di para que esos sujetos no se llevaran a Damián. Quizás hasta eso ya le había sido informado al juez y sería un duro punto que me criticarían.
"Es todo tan complicado." Murmuré, mientras Jean se me acercaba y él se sentaba al lado de Chris, conmigo sobre sus piernas, acunándome en sus brazos. Cerré mis ojos por un momento, inhalando su aroma, tranquilizándome con los dulces besos y el calmado palpitar de mi alfa.
"Bueno, pero recuerden que tengo una muy buena noticia. "Dijo Chris, mirándome. Ahora no me sentía tan celoso, estaba en el regazo de Jean , aunque él esté al lado de mi alfa, era a mí a quien tenía sobre sus piernas. A mí, a mí y solo a mí. Murmuré algo inentendible que Chris pareció considerar un "¿Qué es?" por lo que me dijo: "Puedes comunicarte con tu hijo ¿Recuerdas? Hablé con la asistenta y me permitió que lo hicieras. Claro, solo porque Damián tiene una conducta excelente y siempre pregunta por ti."
"¿Conducta excelente?" Cuestionó Jean.
"Sí." Chris sonrió. "Ella me comentó que está impresionada de lo inteligente que es. Tiene tres años y ya guía a sus compañeritos por los pasillos o evita que estos se peleen por algún juguete. La está pasando bien, más allá del hecho de extrañar mucho a Libardo."
"Entonces." Sentí el acelerado palpitar de mi corazón. "¿Puedo hablar con mi Damián?"
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The perfect omega ✨LIEAN✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora