"¿Estás bien, bebé?"
"Ujúm." Suspiré. Sentí su nariz inhalar entre mis cabellos y asentí, dolía un poco y me sentía bastante sucio... Literalmente, pero no quería moverme de entre sus brazos, me había hecho un ovillo a su lado en la cama y mientras mi cabeza se apoyaba en su pecho, su brazo se encargaba de acariciar la parte baja de mis cabellos , cerca de mi nuca. Mis dedos masajeaban su pecho desnudo mientras solo respirábamos, relajados, en un completo silencio.
Sabía que teníamos que hablar, pero no quería iniciar con una conversación en la que recordaríamos cosas que solo nos habían separado, Jean ya se encontraba estable y aunque lo sentía bastante tranquilo, imaginé que quería ser escuchado como también oír mi parte de la historia.
"Fue mi madre." Dijo después de otros segundos de silencio total. Solté un largo suspiro más, sin detener los movimientos de mi mano, sintiendo su cuerpo tensarse ligeramente y su corazón acelerarse. Y sí, sentía el latir de Jean sin necesidad de estar muy cerca.
"No tenemos que mencionar eso si no quieres." Subí la mirada para dejar un pequeño beso en su barbilla, rozando después esta con la punta de mi nariz, sintiendo el escozor de su corta barba, causándome cosquillas. "No estoy enojado."
"No, pero yo sí." Él habló firme y seguro, aunque su suave tacto sobre mis cabellos me confirmaba que continuaba relajado. "Juro que... Te juro que tenía tantos deseos de matarla, y aún ahora, de solo pensarlo, quiero hacerle daño, Libardo ... Quiero que pague por todo lo que te hizo."
"Nos hizo."
"Sí, pero tu dolor es el que me destroza el alma, no el mío." Jean suspiró, entonces él bajó la mirada y me encontré con sus ojos en el momento en que me aparté hasta apoyarme sobre su antebrazo. "Cuando me enteré que estabas sufriendo, yo... Te juro que perdí la cordura, nunca me había pasado, jamás me sentí tan... Salvaje o enloquecido, pero me juré que mataría al causante de tu sufrimiento y me tocó descubrir que mi propia madre había planeado todo eso."
"Hey... Está bien." Restregué con suavidad mi rostro en su pecho, tratando de relajarlo. "No te alteres de nuevo... Por favor, te hace daño pensar en eso, no lo hagas."
"Estuve a nada de perderte." Él siguió. "¿Qué tal si ya era demasiado tarde? Si cuando llegaba ya no estabas o algo peor... Más encima, lo que ocurrió con Damián ..."
"Damián está bien." Afirmé. "Él está en un lugar donde lo están cuidando. Jean , lo quiero en mis brazos tanto como te imaginas, pero si te alteras, puedes cometer una locura y no deseo que eso suceda. Eres un alfa y perdón, pero no se caracterizan por tener el mejor autocontrol cuando de enojo hablamos."
Me recordaba una y más veces que Damián estaba bien, porque sea como sea, vaya con Jean o con una manada de alfas acompañándome ahora, luchar contra la ley era un plan suicida, estúpido y demasiado complicado. No quería eso, quería a mi hijo conmigo pero sin necesidad de huir más. Con Jean presente, ya no había razón para huir.
"Bueno... Me has sabido controlar bien." Él sonrió de medio lado, sacándome una sonrisa también.
"Sí, pero se me agotaron las baterías, así que será mejor que te relajes, galán." Sus labios besaron los míos apenas terminé de hablar, disfrutando del sabor que ya me pertenecía y del delicioso aroma suyo que se encargaba de llenar la habitación. "Es cierto... Tengo que curarte los nudillos."
"Están bien... Carlos se encargó de ellos cuando me salvó."
"Bueno, Carlos es... Oh mierda ¡Carlos!"
Sin hacerle caso a la pregunta que escapó de los labios de Jean después, me intenté levantar de la cama, aunque con solo sentarme terminé cayendo de nuevo hacia el lado opuesto, víctima del peor dolor posible, justo en la parte baja de mi espalda. Gemí y Jean gruñó, levantándose para tomarme en brazos de nuevo, devolviéndome a mi posición anterior: Entre sus brazos.
"Bebé... ¿Recuerdas lo de baterías agotadas?"
"Estúpidos alfas." Maldije. "¡Ahora no hay tiempo! ¡Tengo que llamar a Carlos! ¡Es importante!" Y Jean gruñó de nuevo, cargado de celos.
"¿Para qué?"
"Hacerle una pregunta." Quedé mirando sus bonitos cafés cuando me continuó observando con una ceja arqueada. De acuerdo, quizás él no estaba completamente convencido con esa respuesta. "Vamos, amor. Te prometo que si todo sale bien, te lo explicaré ¿Si?"
"Pero ¿Es algo malo? ¿Estás bien?"
"Estoy bien. Lo prometo ¡Y por la garrita!" O esperaba estarlo, si Carlos respondía afirmativamente a mi pregunta, entonces tenía que preocuparme por si el pequeño en mi vientre se encontraba en perfecto estado y que no hubiera terminado con algún daño debido al golpe.
Miré a Jean a los ojos y cuando este pareció ceder, se alejó de mi lado solo para buscar entre sus pantalones, sacando un celular. No era el suyo, pero lo desbloqueó y marcó un número, pasándome el aparato después. Dejé un suave beso en sus labios y justo después, la persona del otro lado contestó.
"¿Jean? ¡Joder, idiota! ¿Estás bien? ¿Por qué te fuiste solo para la casa de Libardo ? ¡Demonios! Era de esperarse que no esté ahí, estúpido, él-"
"Carlos... Soy Libardo ."
"Hey... Hola... Tú." Carlos se tomó su tiempo antes de continuar hablando. "De acuerdo, si estás ahí y Jean está ahí, mejor me regreso al edificio de L-Alfa. Les daré privacidad, no quiero que Jean me muerda."
"Él está..." Subí la mirada para ver a mi alfa mirándome fijamente. Su codo se encontraba apoyado en el colchón y su cabeza sobre la mano de ese brazo, así ganaba algo de altura mientras acariciaba mi costado, al parecer lograba escuchar con claridad la conversación, puesto que su sonrisa de medio lado cargada de autosuficiencia adornaba su varonil rostro. "...Bien, sí."
"Me alegro. Cuídalo, Libardo, ha estado inestable y no quiero que pierda la cabeza de nuevo."
"Es mi vida, Carlos." Sonreí suavemente. "No voy a dejar que se aleje otra vez."
Traté de esconder mi asombro cuando, en ese momento, pasó por mi mente el mismo Libardo que había existido en la ausencia de Jean y el Libardo actual. Era increíble, de hecho, hasta parecía fuera de este mundo mi cambio, quizás de eso se trataba la frase "El verdadero amor te hace ser una mejor persona" porque con Jean cerca, me sentía la persona más fuerte del mundo, todo si su mano se aferraba a la mía mientras me miraba fijamente.
"¿Entonces? ¿Para qué llamas? Porque estoy seguro que ahora en lo que menos piensan es en "Oh mira, Carlos puede estar preocupado, vamos a llamarlo para que sepa que ninguno está muerto." No, ustedes no son tan considerados."
Rodé los ojos ante el dramatismo del alfa, además de su constante necesidad de irse por las ramas, incluso en los momentos más inoportunos. "Quería hablarte sobre las pastillas."
"¿Qué pastillas?"
"Las que me mandaste esa vez... Durante el celo, ya sabes, las que tenía que tomar después de acostarme con Jean . Esas pastillas."
"Oh sí ¿Qué tienen?"
"¿Son efectivas? Quiero decir... ¿Puedo quedar embarazado aun tomándolas?"
"Son efectivas ¿Crees que no compro cosas de calidad?" Jean para entonces, ya soltaba cierta cantidad de feromonas, confirmándome su curiosidad y activando mi deseo por tranquilizarlo.
"Entonces, es imposible que yo esté embarazado ¿Cierto?" Pasé mi mano por su pecho desnudo, acariciándolo.
"Depende." Carlos suspiró. "Quiero decir, le has pedido a Jean otras pastillas de esas, aparte de las que yo te di ¿Cierto?"
"...No ¿Eso en qué se supone que altera su efecto? ¿No dices que siempre son efectivas?"
"Libardo..." Carlos se tomó su tiempo antes de continuar. "Sí sabes que las pastillas vencen ¿No? Y que cuando vencen... No hacen daño, pero ya no funcionan sus efectos."
"¿En-En serio?"
"¡Omega estúpido! ¿Qué crees que son eternas esas cosas?"
"¡Me diste muchísimas! ¡Yo pensé que duraban más que eso! ¡Ni siquiera he visto la fecha de caducidad de ninguna!"
"¡Bueno! Venga ¡Mi mejor amigo no había follado en más de un año, siendo sincero pensé que te iba a romper el culo diario después de ese celo juntos! Pero no, ustedes tienen que ir por los sentimientos y hacer dramas malditamente innecesarios que- Oye espera, eso significa que-" Le corté.
Me conmoví ante la mirada impaciente del alfa frente a mí, los ojitos de Jean tenían un brillo precioso, tan brillante que parecía estar a punto de llorar. Él había escuchado todo, sin embargo, no hizo ni el más mínimo movimiento sino hasta que esas palabras salieron de mi boca, ahora con tanta emoción que pareciera que apenas a ambos nos hubieran dado la mejor noticia de la vida.
"Felicidades." Le sonreí, mordiendo mi labio después, tratando de ocultar la enorme sonrisa que intentó aparecer en mi boca y que evitaría que continúe hablando. "Serás papá, Jeansito."
"¡Libi!"
Jean se lanzó encima de mí. Escuché sus risitas nerviosas antes de que sus labios tomen los míos y su cuerpo se coloque justo entre mis piernas, las encogí a los lados de él, mientras recibía uno a uno de sus emocionados besos en la punta de mi boca. Uno tras otro, mientras sonreía y reía. Sí, él estaba riendo, esa había sido su reacción, mi alfa reía cargado de una completa felicidad y emoción, pasando una de sus manos por mi mejilla y bajándola después a mi plano vientre, acariciándolo con suavidad, deteniéndose después, apoyándose en sus rodillas, se apartó.
Hice un puchero, manteniendo mis manos en sus hombros y evitando que se aleje por completo. Él me miró fijo, mostrándome las preciosas bolsitas bajo sus ojos y las arruguitas a los lados de estos. Bajó la mirada a mi abdomen, para subirla después y bajarla nuevamente. Mordió su labio, sentía su necesidad de hacer más, su hiperactividad y como los pensamientos pasaban por su cabeza como estrellas fugaces, sin saber bien por dónde empezar.
"¿Qué pasa?" Pregunté después de admirarlo por segundos, no lo suficiente, siempre podría observar más de sus bonitas reacciones.
"¿Aplasté tu vientre?" Me preguntó algo dudoso, sacándome una carcajada.
"¿Ahora te preocupas por si aplastaste mi vientre?" Él me miró con su ceño fruncido, antes de volver a observar mi abdomen y suspirar, tensando ligeramente sus músculos. "Hey ¿Estás bien?"
"No... O sea, sí, pero no... Demonios ¡Es que hemos..! Ya sabes, hemos... Nosotros... ¡Fui un animal! ¿Qué tal si? Mierda ¿Qué tal si le hice daño? ¿Crees que le hice daño? ¡Libardo! ¿Y si lo hice? Mierda, mierda ¡Tenemos que llevarte al médico! ¡Tuviste que decirme antes! Tenía que tener más cuida-" Coloqué mi mano sobre su boca, evitando que siga hablando.
"Jean." Bufé, conectando mi mirada con la suya. "No le has hecho nada malo, ni a él ni a mí... Sabes que tú y yo lo necesitábamos, si te lo contaba antes, te contendrías o no soltarías todo lo que tenías dentro... Lo sabes."
"Lo sé, pero bebé... Fui muy tosco y bruto y..."
"Ya, Dios, cállate." Volví a presionar mi mano sobre su boca. "Fue perfecto. Eres perfecto."
"Normalmente tomaría el halago pero... Hasta no saber que mi hijo está bien, no me sentiré tranquilo." Mordí mi labio al escucharlo decir eso, bueno, aún me faltaba contarle algo importante, pero temía cómo lo tome, que se altere de nuevo, que pierda la tranquilidad y felicidad que ahora sentía en su corazón. Su felicidad, su... "Dime."
"¿Qué?"
"Eso." Rozó mi nariz con la suya, mirándome a los ojos después, con un gesto serio, pero bastante tranquilo. "Cuando estaba encerrado, te escuchaba ¿Sabes?" ¿En serio? "Sí... Lo hacía, aunque solo a veces, fue debido a eso que me enteré lo de Damián y sentía... Tu dolor, lamentablemente no podía transmitirte mi seguridad. No sé bien cómo funciona esto, pero es como que sienta que mi corazón late al ritmo del tuyo ¿Es normal?"
"Así me siento." Acaricié su mejilla, sonriéndole. "Desde el segundo que me mordiste, sentí que mi corazón se detuvo y luego latió... Diferente." Mordí mi labio. "Supongo que ahora ya no hay secretos."
"Nunca debieron haberlos."
"No sabes cuánto lo siento, Jean." Cerré mis ojos, haciendo una mueca antes de volver a mirarlo, más asustado, más nervioso, más arrepentido. "En serio... No sabes cuánto lo lamento, desde el primer momento... Fui un estúpido."
"Hey, bebé." Me estrechó entre sus brazos, asegurándose de no aplastar mi vientre, me dio un abrazo cuidadoso pero fuerte, cargado de seguridad, transmitiéndome su paz y su latir, porque su calmado corazón tranquilizaba el mío. "No fue tu culpa, estabas herido, mi amor, nadie puede obligarte a confiar a ciegas cuando eso mismo fue lo que te destruyó."
"Yo debí... Yo debí..."
"No importa ya." Besó mi frente. "Yo estoy aquí, Libardo . Tu alfa te cuida."
"Jean, te-tengo que decírtelo. Necesito que sepas algo, pero no enloquezcas ¿De acuerdo?" "Dímelo, Libi."
+
"¡¿Por qué tarda tanto?!"
Cubrí mis oídos con mis manos, suspirando al escucharlo gritar. Jean caminaba por todo el living mientras yo me acurrucaba en el único sofá que había devuelvo a su lugar, de ahí en más, él continuaba empujando cosas, como la mesa rota, el sofá restante, el aparador. Rompiendo aún peor las cosas que ya había roto, en su segundo ataque de ira.
Sí, a veces los alfas enojados, eran como niños gigantes haciendo berrinches gigantes, en los que casualmente podían matar a alguien o causar daños gigantes. Rodé los ojos al oírlo gruñir con tanta fuerza y pensé en su garganta, pero no le dije nada, él me prometió que no saldría a buscar a los sujetos porque no tenía caso, además de que se lo implore, ni siquiera sabía sus nombres, y tampoco es que recuerde con claridad sus olores, tenía cosas más importantes que pensar en ese momento.
Así que solo lo dejé ser, rabiar y gruñir mientras esperábamos al médico que Carlos dijo nos conseguiría, uno muy bueno y a domicilio, porque sí, Jean no quería que saliera de la casa, aunque eso lo comprendí, después de la mordida, tendemos a ser mucho más posesivos, al menos los primeros días.
"¿Sabes? Ahora empiezo a creer la historia de Carlos donde me contó que lanzabas chicas por la ventana de tu penthouse." Acaricié mi vientre al verlo mirarme.
"¡Solo fue una vez!"
"Claro, claro." Sonreí. Jean me regaló una pequeña sonrisa también, pero apenas después recordó que le estaba dando su merecido a la mesa así que se fue a continuar rompiéndola, pateándola y lanzándola repetidas veces contra una pared. Volví a mirar por la ventana, por un lado de esta, puesto que estaba sentado y no tenía ganas de moverme.
Sonreí suavemente ante la ironía de sentirme tranquilo con un alfa destruyendo mi casa, pero, sinceramente, cuando saliéramos de esta, me mudaría a otro lugar, esperaba que con Jean, aunque eso se conversaría después; solo deseaba irme, alejarme de todos esos sitios que no servían más que para traerme más recuerdos malos que buenos.
Observé las calmadas calles de fuera de la casa y a las personas pasando. Increíble que Jean hacía un escándalo tremendo pero nadie se inmutaba. Suspiré al pensar nuevamente en lo complicado de nuestro mundo y como los demás ignoraban los problemas o las cosas que en otra situación serían importantes. Aunque ahora no era el caso, podía imaginarme a omegas siendo agredidos por sus alfas con ruidos tan fuertes como el de Jean y en las calles nadie diría ni haría nada. La o él omega podía salir muerto o muerta y los demás... Bueno, no era su problema.
Suspiré bastante abatido ante nuestra realidad y fue ahí cuando lo vi, entre los árboles del pequeño parque de la casa del frente, unos ojos claros me miraban directamente. La furia, seriedad y frialdad en esa mirada me congeló, Andrew estaba enojado, tan enojado que parecía no transmitir ninguna emoción positiva al mirarme, porque él... Me miraba, él sabía que yo lo veía y sonrió, me mostró una sonrisa bestial, fría, sádica, como un animal que sabía conseguiría lo que quisiera, solo por el deseo egoísta de tenerlo.
"¡Libardo!" Reaccioné al oír la voz de Jean. Lo miré, él estaba sentado en el sofá justo frente a mí, observándome preocupado. Mordí mi labio, respirando profundamente, antes de ver nuevamente al mismo lugar fuera de la casa. "¿Estás bien?" Pero justo ahí... Ya no había nada. "Libardo , estás pálido ¿Qué tienes?" Llegó su mano a mi mejilla y respiré profundo, antes de contestarle.
"Me... Me pareció ver algo." Incliné mi rostro hacía su mano, acercándome más a su tacto, relajándome con eso. "Pero luego ya no."
"¿Andrew?"
"Sí... Pero no es posible ¿No? Él no es tan idiota para venir sabiendo que estás conmigo."
"No te voy a negar las ganas que tengo de romperle la cara a golpes, Libardo." Suspiré, asintiendo, antes de volver a mirar por la ventana. Aunque fuera mi imaginación, continué buscando... Mirando, tratando de encontrarlo.
"No quiero eso." Murmuré cuando me di por vencido, tratando de convencer a mi omega que todo fue un juego de la imaginación, un estrago de un nuevo trauma con el que tendría que aprender a vivir. "Tú lo dijiste ¿Recuerdas? No eres como otros... Eso te hace perfecto para mí."
"También te dije que vale la pena si es por las personas que amo. Por ti, por Damián y por nuestro hijo."
"Es que no es así." Fruncí el ceño, encontrándome con su comprensiva mirada. La misma de siempre, mostrándome un gesto tan precioso, tan encantador. Jean me observaba como si quisiera oír lo que yo diría, como si para él fuera realmente importante lo que saliera de mi boca. No había mejor mirar que ese para sentirse comprendido. "Es estúpido." Me encogí de hombros. "¿Por qué no ser sinceros y admitir que solo les gusta arreglar todo a golpes? Las peleas entre alfas... Con excusas como que él te hizo eso, que él empezó o que si no lo haces nadie te va a respetar, son excusas, cuando solo se desea mostrar los puños."
"Libardo..."
"No, Jean." Lo miré a los ojos, acercándome hasta apoyar mi mejilla en su cuello. "Para mí tú eres el mejor alfa del mundo y no por ese día que golpeaste a Pietro, sino porque lo dejaste ir. Eres el mejor porque eres humano. No existe cosa más hermosa que la humanidad que todos tenemos y casi nunca dejamos salir."
"Entonces." Jean me sentó sobre sus piernas, colocando su mano sobre mi vientre, sacándome un pequeño ronroneo, rozando la punta de mi nariz contra la piel de su cuello. "¿Qué sugieres que hagamos, mi pequeño?"
"Primero... Asegurarnos de que él esté bien." Coloqué mi mano sobre la suya, sonriendo al observar como ambas acariciaban mi abdomen. "Y luego." Lo miré a los ojos. "Quiero ganarme a Damián ... Por las buenas."
+
La llegada del médico fue poco después de eso. Un beta de aproximadamente cincuenta años, con su cabello algo canoso, delgado y con una enorme sonrisa. Sinceramente transmitía seguridad, aunque Jean no tardó en gruñirle unas dos o tres veces, comenzando desde que me miró y cruzó la puerta.
"Le vuelvo a decir, señor León , que tengo una hermosa omega esperándome en casa, solo necesito tocarle el vientre a su omega."
"Libardo." Suspiré, era la quinta vez que el médico tenía que decirle eso a Jean, quien no dejaba de observarlo. Sinceramente, me sorprendía que aún tuviera fuerzas para gruñirle cuando había destrozado toda la sala de estar. "Me llamo Libardo ."
"Lo lamento." El médico hizo un movimiento apenado y me encogí de hombros. "Solo quiero saber si nuestro bebé está bien." Respondí.
"Y para saberlo necesito conocer el tamaño del feto, hacerle una ecografía con la ayuda de una aplicación en mi celular y entonces asegurar o negar algún tipo de daño en este."
"Y necesitas tocarlo." Jean gruñó, colocando su mano sobre mi vientre, mientras la otra continuaba entrelazada con la mía. Suspiré, observando el pequeño aparato que tenía el médico en la mano. Era como un control de Nintendo Wii o algo parecido. Observé a mi alfa y al notar su debate mental entre hacer lo correcto o dejar que aquel lado posesivo lo domine, tomé una decisión. Me estiré hasta coger el aparato y después de oírlo gruñir, volví a mi lugar a su lado, mostrándole el objeto.
"Yo me lo pondré en el vientre ¿Estás bien con eso?" Jean suspiró, separó sus labios para hablar pero negué suavemente, sonriéndole. "Está bien ¿Si? No me hace muy feliz que alguien más respire el aire que respiras tampoco, créeme... Pero necesito saberlo... Necesitamos saberlo."
Agradecí que el doctor nos diera nuestro tiempo, así que con tranquilidad me incliné para darle un suave beso a Jean . Sinceramente, me encantaba escuchar y disfrutar de su latir calmado acompañado con el mío.
"Él va a estar bien." Jean me susurró al separarnos, sintiendo el dulce roce de sus labios sobre los míos. "Va a estar bien y luego saldremos de esta. Ganaremos a Damián y te juro que viajaremos a donde sea para olvidar este infierno."
Asentí y de nuevo, como siempre, como cada una de las veces, le creí, porque no había palabra de Jean en la que no creyera y porque sabía que no mentía, al final ya no había pensamiento suyo que yo no pudiera sentir.
"Estoy listo." Me giré hacía el doctor, quien asentía en confirmación y encendía el monitor del celular, no sabía qué clase de aplicación era la que usaba, pero al parecer era muy útil. Coloqué entonces el aparato sobre mi vientre, siguiendo cada indicación del médico de la zona, tratando de ir lento para no perderlo.
"Un poco más abajo." Me indicó y obedecí. "Ahí." Estiró su mano y me mostró su palma, así que me detuve. "Ahí está, lo veo."
Sonreí al oír eso, es decir, sabía que estaba embarazado, pero una afirmación de un médico hacía que lo sintiera mucho más real. La mano de Jean sobre la mía apretó mis dedos y supe que él también estaba muy emocionado. Su corazón y el mío empezaron a latir con rapidez.
Aunque esa misma rapidez causada por la emoción fue reemplazada por temor cuando el rostro del beta se entristeció y negó ligeramente con la cabeza. Algo no andaba bien con mi bebé, lo supe desde el segundo en que el médico nos miró con sus ojos cargados de pena.
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Empieza la cuenta regresiva hacia el capituló final !!!!
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The perfect omega ✨LIEAN✨
Fiksi Penggemar✨ AVISO IMPORTANTE ✨ Esta historia es una ADAPTACIÓN de la historia original de la maravillosa Jasmine ( @justbromance ) quien me permitió de una manera muy amable el poder realizarla en el shipp LIEAN . La historia original está en su perfil :) y a...