"¿Seguro que nada te pasa?"
Sonreí apenas cuando lo escuché preguntar por cuarta vez desde que habíamos subido a su coche, el problema con la beta esa se encargó no solo de bajarme los ánimos, sino también de recordarme que tenía algo importante que decirle a Jean,algo que seguramente, si es que me quería siquiera, le vendría tan mal como a mí desde que lo recordé.
"Estoy bien, lo prometo." "¿Por la garrita?"
"¿Hmm?" Alejé mi mejilla del cristal de la ventana, mirándolo con un claro signo de interrogación en mi rostro ¿Garrita?
"La garrita." Repitió, sin mirarme, aunque estaba seguro que él se hacía una idea de mi confusa expresión. "Te escuché durante ese día, en el estadio, le decías a Damián que hiciera algo y hacías que te lo prometa por la garrita ¿No? ¿Qué es eso?"
Asentí, volviendo a apoyar mi cabeza en la puerta, ni siquiera sabía que tanta atención nos había prestado, pero saberlo, me hacía sentir muy feliz. Mordí mi labio para reprimir una sonrisa, mientras mis manos empezaban a jugar entre ellas, sabiendo lo que vendría después de mi respuesta.
"Es el juramento más importante que existe." Aclaré, mirándolo de reojo. "No se puede mentir o romper, la garrita es sagrada."
"Entonces ¿Me prometes por la garrita que todo está bien?"
Llevé una de mis manos a mis labios y tironee ligeramente de estos, jugando con el inferior mientras pensaba exactamente qué decirle. No podía comentarle lo de Raven, era una de las tantas veces que me habían tratado así y debía aprender a ya no reaccionar ante ese tipo de personas, pero había algo más y siendo honestos, Jean merecía saberlo.
"Salgo de vacaciones el miércoles."
Lo solté y suspiré. Sí, esa era la principal razón de todo mi mal ánimo, no porque no extrañara mis vacaciones, de hecho antes de conocer a Jean contaba día a día, hora a hora o hasta los minutos para terminar con el ciclo de lo que es el infierno, o Universidad para los que no son tratados como yo; sin embargo, ahora había algo, Jean me llevaba y traía de clases todos los días, no es que yo necesitara transporte, me había sabido valer por mí mismo desde que mis padres me dieron la espalda, la única verdad detrás de todo era que yo usaba esta excusa para ver a Jean diario; ahora, sin Universidad, no hay ida y vuelta, no hay Jean.
No quiero perder a Jean. Quiero a Jean. Necesito a Jean.
Rodé los ojos ante las palabras que me mandaba mi subconsciente. Sí, estúpido omega, yo lo sé, yo sé en lo que nos hemos metido y no podemos estar más jodidos, habernos vuelto dependientes de un alfa que ni nos corteja, considerando que nos acelera el corazón como a quinceañeras y que ahora se me acaben las excusas para verlo ¿Qué podría ser peor?
"¿En cuatro días?"
"Sí." Lo mejor que se me ocurrió fue dar respuestas cortas, de esta forma evitaba que mi voz se quiebre o terminar, de nuevo, llorando entre sus brazos, por mucho que me muriera por tenerlo calmándome, tampoco es que fuera un niño llorón. Mierda, soy Libardo Isaza , siempre he estado solo ¿Por qué ansío tanto que estos brazos me abracen?
Mierda, mierda y más mierda. ¿Qué hiciste conmigo, Jean?
"Es bueno ¿No? Ya te merecías un descanso."
Asentí con la cabeza, queriendo abrazar mis piernas y llorar acurrucado en ese espacioso lugar de su auto. Cerré los ojos con fuerza y pensé en Damián . Damián , amor, eres lo único que me salva de soltar feromonas y que Jean huela mi dolor, mi pánico, o que comprendiera lo asustado que estaba ante la idea de perderlo.
Observé hacía el frente, faltaba la mitad del camino para llegar a mi casa. Vaya que ese sería un viaje largo y doloroso, consumiéndonos ambos por ese tenso e incómodo silencio que llenó el auto.
+
"¡Damián!"
Llegué a mi casa completamente cansado, me despedí de Guadalupe y tomé en brazos a mi pequeño. Sí, eso era lo que tanta falta me hacía ¿Cómo mi vida había cambiado en apenas unas semanas? Tiempo antes le habría jurado al mismo Dios que si no me separaba de mi hijo, yo podría sobrevivir a cualquier cosa, y ahora estaba liado hasta el fondo con un alfa que ni siquiera era mi alfa, sino un amigo. Ugh, sigue sonando ridículo.
Bueno, se diría que no es normal entre los amigos el darse besos o cosas de ese tipo, pero si razonamos la parte animal de cada individuo, si juntas a un alfa y a un omega en un lugar, y el omega se pone mal, es misión del alfa ayudarlo, no hace falta mucho razonamiento, lo mismo si el alfa está agresivo, el omega tiende a intentar calmarlo, con esto podemos explicar dos de nuestros tres besos, y el primero, pues quizás también fue el alfa de Jean queriendo salir, o algo parecido. Es instinto, no es amor, no es que él quiera hacerlo, es algo que te nace hacer, más considerando que Jean me dijo lo mucho que se fía de su alfa. Así que, pensando de ese modo, podría decirse que solo somos dos amigos en este mundo de mierda, caso cerrado. ¡El tribunal ha decretado que el veredicto es: Libardo es un idiota ilusionado con Jean! Sí, merezco ir preso por eso.
Quizás tengo que dejar de ver series policiales en la madrugada.
"¿Papá? ¿Tas bien?" Sentí la cálida y pequeña mano de mi hijo sobre mi mejilla, no recordaba que apenas había llegado, me había sentado en el sofá y lo coloqué a él sobre mis piernas, mirándome. "¿Cariente?"
"No, bebé, esta vez no caliente." Suspiré, mirando encantado el hermoso rostro de mi pequeño, sus preciosos rizos de un castaño casi rubio, con sus grandes e inocentes ojos azules y sus cejas arqueadas hacía abajo, claramente preocupado. "Estoy bien, campeón."
"¿Garita?"
Damián estiró su meñique hacía mí y reí.
¿Jugamos papi ? Dijo mi pequeño
"Tengo una mejor idea." Besé la punta de su dedito, mirándolo a los ojos. "¿Qué tal si dejas que papá te dé tu leche hoy y luego nos dormimos temprano? Mañana es sábado ¿Sabes lo que significa?"
"¡Casssh!" Crash Team Racing, sí, la nueva obsesión de Damián.
Reí cuando él alzó sus brazos con emoción ante mis palabras. Lo cogí de su cintura y lo bajé de encima, dejándolo sentado a mi lado en el sofá, Damián se quedó quieto, mirándome atentamente hasta que recordó bajar sus bracitos y lo hizo.
"Primero leche, tigre. ¿De acuerdo?"
"¡Síp!"
Nada me calmaba más que darle su leche en biberón a Damián,claro que ya no podía hacerlo seguido, había sido regañado por Laila y por la misma Guadalupe cuando mi hijo les contó que aún amaba sentarme en el sofá, que él se acueste sobre mis muslos, apoye su cabecita en mi pecho y reciba la mamadera. Así que con el tiempo dejé de hacerlo, ahora bueno, era una emergencia, si nadie controlaba a mi omega, seguro terminaría teniendo un ataque de pánico por todo lo que me estaba pasando.
Terminé de preparar el biberón y volví al sofá, Damián ya sabía qué hacer, así que sin mucho cuidado, se apoyó en mis piernas y se tumbó, mostrándome una de sus más hermosas sonrisas. Dejé que tomara con su pequeñita boca el chupón del biberón y entonces todo, todo estuvo bien, escuchar como trago a trago mi pequeño disfrutaba de su leche me arreglaba la vida. Mi pedacito de cielo, el ángel que me salvó sin siquiera darse cuenta, Damián era mi pequeño súper héroe, mi mejor amigo y el mejor confidente del mundo.
Sonreí al sentir su manito colocándose sobre la mía que sostenía el biberón, sus ojitos estaban puestos en mí en lo que empezó a acariciar el dorso de mi mano y me regaló una preciosa sonrisa, aún con el chupón en su boca y en su inocencia de un pequeño de tres años, él sabía que algo no andaba bien e intentaba arreglarlo.
+
Escuché el molesto sonido de mi celular. Gruñí, odiaba tener tan buen oído, Damián y yo nos dormimos temprano, a cosa de las ocho y media o un poco después, estaba seguro que iba a tomar el largo sueño que me merecía cuando ese odioso sonido irrumpió a mitad de mi inconciencia. Si era una emergencia del trabajo, juro que iba a fingir que me cortaron una pierna con tal de no ir, estaba suficientemente cansado emocionalmente como para moverme de mi cama.
No podía ser Mae y Jean no me llamaba, él normalmente enviaba mensajes, imagino que por lo mismo que jamás sabemos cuándo me toca trabajar y cuando no, igual pasa conmigo, no suelo llamarlo, por no decir que nunca lo he hecho. Incluso a veces tengo miedo de quien podría contestarme del otro lado si alguna vez llego a hacerlo.
Fuera de eso, tenía a Damián a mi lado, podía ignorar el molesto sonido, de no ser porque mi pequeño empezó a removerse a mitad de su sueño, así que tomé el celular y contesté, no iba a permitir que quien sea que esté llamando despierte a mi bebé.
"¿Diga?" Mi voz salió más deforme que nada, una combinación entre un intento de gruñido feroz y ronca debido al sueño. O sea, el lobo feroz con gripe, algo así.
"¿Estás durmiendo tan temprano? Vaya, no se sorprendería si ya te han botado del empleo ese que tenías, con lo vago que has sido siempre."
Mis ojos se abrieron de par en par y en dos segundos ya estaba sentado sobre mi cama, totalmente despierto, sintiendo un ligero mareo por la agresividad de mis movimientos. De acuerdo, primero lo primero ¿Qué hacía llamándome?
"Hola, mamá." Respondí con ironía, si es que a ese tipo de personas se les puede llamar madres. "¿Papá ya te dio permiso de llamarme o lo estás haciendo a escondidas de nuevo?"
"Que mal agradecido." Ella bufó del otro lado.
Parte de ser de una sociedad un poco más antigua, es conservar las creencias de antes, mis padres siempre habían creído que los alfa lo eran todo y los omega eran los sumisos que andaban a su lado para ser lucidos o usados, las conexiones son eternas y con eternas significa tener al omega de criado en tu casa pariendo hijos y cuidándolos, mientras el alfa es quien sale por el pan de cada día.
Sí, que rayos, ese pensamiento era tan enfermo que me fastidiaba. No soy ni nunca seré el esclavo o el juguete de casa de un alfa con ese pensamiento.
"Sabes que tengo razón." Dijo ella y yo arropé mejor a mi pequeño en la cama, prestándole poca o nada de atención a la explicación de mi madre de por qué no me había llamado hasta ese momento. "...En fin ¿Cómo has estado?"
"Pues... Me han violado unas quince veces, me extirparon un riñón para venderlo en el tráfico de órganos y me amputaron una pierna la semana pasada."
"¿Por qué siempre tienes que usar los ironías conmigo? Eres un malcriado."
"Claro, claro." Rodé los ojos, odiaba este tipo de charlas, sobre todo porque sabía que a ella no le interesaba como me encontraba, mi madre solo amaba conservar las apariencias de familia feliz y si quería saber algo, Laila bien podía decirle que me encontraba entero. Bueno, con el corazón más o menos entero, pero definitivamente mi pierna y mis riñones estaban en su sitio.
"Si sabes para que llamo ¿Por qué tenemos que hacerla tan larga?"
"No lo sé, tú fingiste querer saber cómo estaba." Encogí los hombros, aun sabiendo que ella no podía verme. "Pero me pregunto ¿Por qué tienes que venir? ¿No puedes simplemente fingir que lo hiciste e irte a pasear por ahí? Hay muchos sitios que deben llamarte la atención."
"Que gracioso, Libardo, yo no soy una mujer mentirosa." No, pero sí eres una madre que abandona a su hijo por cometer un error, fachosa y que ama ser el centro de atención.
"Claro."
"Como sea, iré en dos semanas."
"¿Dos semanas? ¿Y por qué me avisas tan pronto?"
"Para que te asegures de no tener trabajo ese día, no quiero que sea como la última vez y tener que hablarle a tu empleada como si fuera alguien importante." Cerré mi mano en un fuerte puño, odiaba, en serio odiaba cuando denigraba a los demás. "Y también, estoy esperando que esta vez me sorprendas con un alfa, al menos uno que no sea imaginario."
"Sí, mamá... Soñar es gratis, calma."
"Insolente."
"Ajá. También te quiero. Hasta dos sábados, madre."
Corté la llamada antes de siquiera escuchar su respuesta y me volví a la cama, no tenía ganas de preocuparme por nada más, al final era mi madre y no sería tan importante, una persona más o una persona menos a la que le parezca inútil, no hace la gran diferencia.
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The perfect omega ✨LIEAN✨
Fanfic✨ AVISO IMPORTANTE ✨ Esta historia es una ADAPTACIÓN de la historia original de la maravillosa Jasmine ( @justbromance ) quien me permitió de una manera muy amable el poder realizarla en el shipp LIEAN . La historia original está en su perfil :) y a...