🥀CAPÍTULO 17🥀

1K 80 13
                                    

Observé el gran edificio desde el auto ya estacionado fuera. Suspiré cuando los dos hombres se bajaron de este y uno de ellos me abrió la puerta; él me tendió la mano pero negué con la cabeza y me tomé mi tiempo para salir del coche, ya había cortado la comunicación con Carlos cuando entendí, más o menos, lo que tenía que hacer.
Estaba emocionado, tan excitado pero tan aterrado a la vez, además de que tenía mi cabeza llena de dudas, de tantas preguntas que deseaba Jean contestara, aunque sabía que cuando lo viera, él no desearía articular palabra y seguramente yo tampoco.
Aún no estaba seguro de si Carlos había oído mal o si fue una equivocación, tal vez Jean me terminaba tirando a patadas de su penthouse como a las omega que le habían llevado, pero fuera como fuera, quería intentarlo, mi deseo por ayudarle y mis ansias por ser deseado por el dueño de mis pensamientos podían más que el mismo temor de salir mordido de esa habitación. ¿Qué tal si Jean llegaba a odiarme por venir sin su consentimiento? Carlos bien podía estar equivocado, porque al final habían sido muchos días sin vernos y Jean no movió un dedo por cambiar ello, aunque yo tampoco, pero supongo tengo mis razones.
"Lárgate." Escuché una vez el ascensor sonó mientras las puertas se abrían lentamente, indicándome que llegué al último piso del edificio, donde se encontraba el Penthouse de Jean. "¿Acaso eres imbécil? Te dije que te largaras, o por tu cuenta o por la mía, pero te aseguro que si es a mi modo no saldrás en una pieza, bonita." Al estar justo en medio de la entrada de su habitación, podía oírlo bien, era él, estaba seguro de que esos gritos sonando casi como fuertes gruñidos enojados provenían de Jean, era su voz.
Corriendo desde el fondo del largo y oscuro lugar, ya que ni una de las luces estaban encendidas, vi una omega delgada, de largas piernas en tacones, haciendo resonar sus zapatos en el mármol del suelo, corriendo tan torpemente que estuvo a punto de caer dos veces, ella llevaba un vestido blanco cubrir sus muslos para luego un poco más arriba enseñar su escote.
Vaya, pensé, definitivamente las chicas que le traen a Jean son de calidad.
"Ehm..."
"Sal de aquí" Me dijo, acomodándose sus ropas una vez se sintió segura dentro del elevador, se colocó al otro extremo de este y respiró profundo, mirándome, mostrándome el infinito terror en su mirada, la comprendía, ningún omega amaría ver a un alfa en celo enojado, muchos seguramente no habrían salido vivos de esa. "Jean no está... Normal. Él nunca ha sido así, tú... Solo vete ¡Te hará daño!"
Suspiré, sí, lo mismo me había dicho Carlos,Jean no era el mismo. Di unos dos pasos para entrar al penthouse y salir del elevador, ante la mirada atónita de la chica.
"O se hará daño." Susurré, no supe si me escuchó porque las puertas del elevador no tardaron en cerrarse. Caminé mucho más decidido que antes hasta la habitación principal, al final de ese enorme lugar, imaginé que esa era la habitación no solo por ser la más grande y que la chica haya salido corriendo por ese pasillo, sino porque olía a Jean, Jean y JeN. Algo parecido a café, un olor cálido y reconfortante; ronronee queriendo acercarme más hasta que abrí con cuidado la puerta y lo vi ahí.
Jean estaba acostado en su cama con sus manos frotando su rostro, el lugar era un completo desastre, aunque no reparé mucho a contar cuantas ventanas rotas o cuantos muebles destrozados, primero porque la oscuridad del lugar no me lo permitía y segundo porque él estaba ahí. Mi omega jadeó, yo lo hice, lo sentí arañarme interiormente queriendo que nos lancemos hacía él.
"Libardo." Susurró, él aún no me había visto y no estaba muy seguro de si me habría olido o escuchado, así que podía ser mi olor o lo desarrollado que estaba su oído para ese instante. Alzó la mirada y me vio, fue todo. Cualquier gramo de consciencia había terminado de desaparecer. "Libardo." Volvió a repetir sin apartar la mirada de mí mientras se acercaba con sigilo pero rapidez, parecía un depredador asegurándose de acercarse de forma cautelosa o su presa desaparecería.
"Jean." Murmuré, viéndolo cada vez más cerca. Aclaré mi garganta, deseando que mi voz no saliera tan excitada. "¿Es-Estás bien?"
Él me miró atentamente con su oscura mirada, casi ni un toque de café en su mirada, Jean me observaba con detalle, como si estuviera asegurándose de que yo no era una ilusión, no me moví ni un centímetro, ni siquiera cuando observé sus fosas nasales inspirar, recibiendo todo el olor de mi celo, estaba seguro que podía imaginarse lo mojado y excitado que yo estaba, el celo de ambos se podría incluso palpar en el aire, él lo sabía.
Solté un respingo cuando no respondió, Jean tomó mi cuello y acunó mi rostro con su pulgar antes de lanzarse a mis labios. Jadee y lo escuché gruñir cuando el placer nos envolvió a ambos, su sabor estaba de nuevo en mis labios mientras comenzaba a devorarme, empujándome contra la puerta cerrada, presionando mi cuerpo contra el suyo o contra la superficie. Sentí la dureza en su entrepierna y volví a gemir, el sonido no salió, Jean me follaba la boca con su lengua sin ni siquiera darme la oportunidad de corresponder, tan salvaje como un animal, me imaginé que su alfa lo estaba controlando más que bien.
Jean buscó mis manos y estuve seguro de que ambos jadeamos aunque nuestras bocas estuvieran ocupadas, entrelazó nuestros dedos y alzó mis brazos para sostener ambos sobre mi cabeza, contra la dura puerta de madera oscura. Mordió y tiró de mi labio inferior, comenzando a frotarse contra mí, succionando y tirando de mi labio apenas me liberó, dejándome jadear, removerme gustoso para rozarnos más, dejándonos sofocar por ese inmenso calor.
"No me temas... No te haré daño, Libardo." Apretó mis manos y me atreví a mirar su rostro, sus ojos estaban fijos en mis labios, observando los suyos húmedos por nuestra saliva. Volvió a moler su cuerpo contra el mío y ambos jadeamos, él lo sabía, él ya sabía muy bien cuanto lo deseaba.
"No... No, sé que no, yo..." Las palabras salían atropellándose unas a las otras, mientras sentía como el inmenso calor intentaba terminar de enloquecerme. Nunca, absolutamente nunca me había sentido de esa forma. La conexión con mi omega y como poco a poco se abría paso para liberarse, gimiendo, jadeando o incluso hasta chillando emocionado con el calor que emanaba del duro cuerpo de Jean, con su firme erección dejándose sentir aún a pesar de nuestras prendas. Mi corazón palpitaba acelerado y más cuando enterró su cabeza en mi cuello. "Jean." Gemí, por miedo, por ansias, mi cuerpo entero me pedía que le entregue todo el espacio posible, que ladee mi cabeza y le muestre mi cuello en señal de sumisión, de deseo, de las ansias que me consumían porque me mordiera.
Me sorprendí cuando no besó ningún espacio de mi cuello, su nariz se hundió en mis cabellos más largos hasta que sus manos soltaron las mías y con rapidez me tomó por los glúteos, sus dedos se separaron, cogiendo mis nalgas y alzándome sin el mayor esfuerzo, mis piernas lo rodearon en un completo impulso e incluso gemí sorprendiendo, ganándome un gruñido de su parte.
"Jean." Gemí otra vez, a pesar de la oscuridad de sus ojos sabía que él aún estaba ahí, aún no había cedido completamente al deseo de su alfa, él me veía, no un pedazo de carne cualquiera, sabía que era yo e incluso así, apretaba mi cuerpo más cerca del suyo, empujándome contra su dura erección, al parecer deseando aliviarse a sí mismo con esos roces toscos. Empezó a caminar hacía la cama con rapidez.
"Libardo." Solo bastó eso para que, mientras me tendía con sumo cuidado en la enorme cama y se colocaba encima de mí, mis manos subieran a su cuello y tirara de él, atrapando su boca en otro intenso beso, gimiendo de puro gusto cuando de nuevo todo su sabor se fundió con el mío, disfrutando de su tan conocido pero fuerte olor, su calor, sus labios, su cuerpo, Dios, estaba tan húmedo y caliente, necesitaba... Lo necesitaba de una vez.
Mordisqueó mi labio inferior repetidas veces, mientras una de sus manos tomó los extremos de mi remera y comenzó a tirar de ella. Lo escuché gruñir, mostrándome lo irritado que estaba cuando se separó de mis labios y bajó la mirada a la prenda. Sin preámbulos, la rasgó. Escuché el largo sonido de la tela rompiéndose y jadee, intenté ocultar una tímida sonrisa, tenerlo tan ansioso por tocarme me hacía feliz, más que feliz.
"Jean." Balbucee su nombre cuando me encontré de nuevo con sus ojos, él me dedicó una sonrisa llena de chulería y pasó a tomar mi nuca, alejándome del colchón para empujar su lengua de nuevo entre mis labios, callándome mientras terminaba de sacarme la oscura remera ya rota, ayudé, no iba a irme desnudo a la mañana siguiente.
Cuando me soltó, mi cuerpo rebotó en el fino colchón y separé mis piernas, dejándole más espacio entre éstas mientras de nuevo, entre lentos e hipnotizantes movimientos se acercaba a mi cuello e inhalaba antes de bajar para empezar a repartir besos por todo mi pecho. Solté pequeños gemidos ocasionales cuando los besos duraban más, estremeciéndome por los ligeros toques de sus dientes o al entretenerse a hacerme un chupón en cualquier lugar posible.
Arqueaba mi espalda cada que una de sus succiones se concentraba alrededor de mis tetillas, luego bajo mi ombligo y aunque lo intenté, me fue imposible no gemir su nombre mientras una de mis manos iba directo a sus cabellos, tirando de estos, esa zona... Esa zona no, era... Mierda, era demasiado.
Cuando se alejó, mi cuerpo se relajó como si hubiera ganando la guerra contra el depredador, sus manos tomaron mis jeans y bajó de la cama para ganar espacio, jaló de estos junto con mi ropa interior, dejando que las telas cedieran junto con las botas dejándome completamente desnudo.
Me admiró, no sé bien por cuantos segundos pero sentí ese tiempo eterno, mi omega gemía, quería rogar que me hiciera suyo, pero mordí mi labio, sí podía, un poco más, quería resistir un poco más antes de perder la razón y ceder ante esa mitad mía que deseaba duro sexo con el dueño de sus pensamientos, anhelaba tanto recordar esto por siempre.
"Solo te necesitaba a ti." Susurró con la voz rasposa mientras se acomodó entre mis piernas. Delineó mis labios con su lengua hasta que me ericé cuando una de sus manos acarició mi muslo por la cara interna, muy lentamente. Me contraje cuando sus dedos tuvieron contacto con una zona tan cerca de mi ano que sabía sus dedos se humedecieron un poco. "Desnúdame, Libi."Me ordenó, hablándome al oído con tanta dulzura que creí perderme, nadie jamás se daría una idea de lo reconfortante que era escuchar mi nombre salir de sus labios, recordándome que aún ambos estábamos dispuestos a evitar que el celo nos controle por completo.
"Sí... Sí." Obedecí sin dudar a las roncas palabras que salían de su boca, intentando ignorar el inmenso calor tan sofocante que trataba de consumirme por completo, llevé mis temblorosas manos a su camisa y empecé a desprender botón por botón, gimiendo de impotencia cuando mis dedos no colaboraban. Todo mi cuerpo temblaba ligeramente, del deseo, del temor o de la excitación, quizás todo junto, pero no podía terminar de desprender los botones. "Vamos... Por favor." Jadee frustrado, hablándole a los botones.
Di otro respingo cuando sentí sus manos colocarse sobre las mías, sus oscuros ojos me observaron y una seductora media sonrisa se encargó de derretirme, de nuevo me dejé caer completamente sobre el colchón cuando sus dedos sustituyeron los míos y con facilidad rompió uno a uno los botones restantes hasta que la camisa estuvo completamente abierta, mostrándome parte de su esculpido cuerpo.
"Dios... Oh, Dios santo." Gemí mientras se terminaba de sacar la prenda y la lanzaba a un lado, tomó mis manos y las guió hasta sus pectorales, dejándolas ahí, toqué la dureza de estos y me sentí contraerme de nuevo. "Mierda, no."
Aparté mis manos y las llevé directamente al colchón, hundiendo mis uñas en las frazadas de este. Observé su mirada preocupada, no es que no quisiera tocarlo, vaya que quería, deseaba conocer cada rincón de su bronceado cuerpo pero ahora no, necesitaba... Necesitaba... "Por favor, Jean. Por favor." Separé más mis delgadas piernas para darle una idea de qué era lo que ansiaba tanto, tiré mi cabello desordenados para atrás mientras lo observaba cuestionárselo, no sabía si mi celo había llegado a su etapa más alta antes que el de él pero ya no podía más, iba a correrme si lo tocaba, iba a llegar de solo tenerlo así y eso que aún no lograba desprenderlo de sus pantalones. "Por favor... Te necesito."
Jean observó por largos segundos en medio de mis piernas abiertas, imaginé lo que veía y me sentí tentado a juntarlas de nuevo por la pura vergüenza cuando él inspiró profundo y relajó sus músculos, sus manos tomaron mis rodillas y separó mis piernas un poco más. Temblé, pero no me opuse, me sostuve con más fuerza de las sábanas una vez él acarició el interior de mis muslos con sus pulgares, acercándose a mi masculinidad hasta que dos de sus dedos estuvieron presionando sobre mi agujero.
"¿Es aquí donde me necesitas?" Se burló juguetonamente, mientras mi entrada se lubricaba un poco más y un disparo de mis feromonas llenó por completo la habitación. Jean se inclinó sobre mis labios y empujó sus dos dedos dentro. Gemí de nuevo, queriendo cerrar mis piernas y retorciéndome debajo de él, lo escuché gruñir desde el fondo de su garganta así que me calmé, ese era un claro "Estate quieto" de su alfa, y mi omega pensaba obedecerlo.
Mi interior recibía y estrujaba sus miembros mientras yo intentaba contenerme, tratar de removerme lo menos posible por la ligera incomodidad, no recordaba cuanto tiempo había pasado sin hacerlo, pero nada se sentía tan real como esto, la conexión, los nervios y la excitación estaban jugando en mi contra.
Separó sus dedos en mi interior y los sacó para luego volver a empujar con agresividad. Gemí, disfrutando de la rápida y tosca penetración de ambos dígitos en mí, sintiendo su mirada sobre mi rostro, sabía que estaba admirando cada una de mis expresiones. "Creo que sí, es justo aquí donde me querías, Libardo."
"Mmm."
"Y estás tan mojado para mí. Voy a follarte justo así y más fuerte, no vas a olvidar esta noche nunca, bebé."
Ingresó un dedo más y empujó los tres hasta que sentí sus nudillos rozar mis glúteos, rápido y tan profundo como podía, ayudándose con la lubricación de esa zona. Claro que él iba a cumplir con su palabra o estaba seguro que terminaría muriendo de una frustración sexual si se atrevía a detenerse.
No podía dejar de pensar en lo virgen o inexperto que me sentía en ese instante, no por la estrechez de mis paredes ya que me lubricaba lo suficiente como para que sus dedos entren en mi húmedo espacio y rocen sin dolor, solo muchísimo calor mientras iba abriéndose paso en mí. Quería tanto juntar mis piernas, me sentía avergonzado y eso me excitaba de igual forma, el estar tan expuesto ante su mirada hambrienta y caliente o esa forma tan sexual como no dejaba de admirar cada detalle de mi cuerpo; me sentía tan frágil como nunca antes y tan entregado a él que dejaría que jugara conmigo o hiciera lo que quisiera sin necesidad de que me lo pidiera dos veces.
"Jean." Arquee mi espalda cuando sacó sus dedos y luego los volvió a hundir, él estaba más que hipnotizado en el movimiento cada vez más rápido, mientras sus palabras continuaba retumbando en mi mente. La sensualidad con la que me llamó por mi nombre, con la que me dijo bebé, él ya lo había hecho antes, muchas veces de hecho, pero nada, nada se comparaba con su forma actual de decirlo, con esa carga enorme de deseo. "Jean... Otro, quiero otro, por favor... Otro." Mis caderas intentaron mover mi cuerpo hacía abajo, deseando más de sus dedos o de una vez sentirlo a él, pero sabía que mi final estaba tan cerca que, de alguna manera, me reconfortaba no tenerlo dentro o terminaríamos demasiado rápido con algo que yo deseaba fuera eterno.
"¿Así, bebé?"
"Mierda, sí." Me obedeció e introdujo un cuarto dedo, empujándolos una y otra vez dentro, sacándolos y metiéndolos mientras usaba su otra mano para apoyarse en la cama. Sus labios rozaban constantemente los míos, no podía abrir los ojos, aunque deseara verlo, era imposible para mí no apretar mis párpados ante ese mar de sensaciones. "Jean... Di-Dios no puedo." Me sentía tan impotente, entre todos los gemidos y jadeos que soltaba, sabía que no aguantaría. "Voy a..."
No me dejó terminar de hablar, empujó su lengua entre mis labios y devoró mi boca como antes; lamió y succionó para luego follarme con su lengua, tal cual sus dedos estaban encargándose de hacer lo mismo con mi entrada. Para este punto, quizás la mano entera de Jean estaba mojada por mi culpa, entreabrí los ojos para verlo morder su labio inferior apenas liberó mi boca y luego me miró fijamente.
"Córrete, Libi. Ahora." Jadeó sobre mis labios.
No hizo falta nada más, sus dedos se empujaron una vez más y llegué, solté un profundo grito mientras me deshacía en un orgasmo que me hizo temblar por completo, dejando que las gotas de semen mojaran mi pecho y mi abdomen.
Continuó penetrándome incluso mientras los espasmos terminaban de consumirme. Esperó a que recuperara el aliento y entonces se alejó de mi entrada. Lo vi acariciar la yema de sus dedos con su pulgar antes de llevar los mismos dedos mojados hacía sus labios y degustar mi sabor. Tres segundos de eso o menos y ya estaba tan excitado como antes.
"Sabes delicioso, bebé." Me sonrió, sus ojos cada vez más oscuros, eliminando por completo el ligero café anterior cuando llevó sus dedos a mis labios. Abrí mi boca e introdujo dos, gemí apenas sentí el peculiar sabor. "Sabes demasiado bien." Repitió.
Jean se alejó para quitarse la última molesta prenda que quedaba y gruñó lleno de alivio cuando su pene saltó fuera del material, estaba duro e hinchado, brillaba en la punta a causa de su líquido pre seminal. Separé mis piernas de nuevo, dándole el espacio suficiente en medio de estas y lo volví a escuchar gruñir en el segundo en que su glande se presionó contra mi entrada. Gemí y me tensé, hasta que su mano acarició mis cabellos, alejando algunos mechones de cabellos rebeldes de mis ojos, rozando después su boca con la mía.
"Libardo."
Un sonido parecido a un gruñido más escapó de su boca cuando empujó su miembro, invadiéndome y llenándome por completo mientras los largos e irregulares gemidos no dejaban de escapar desde el fondo de mi garganta. Me llenó por completo, Dios, su miembro encajaba tan bien, se amoldaba a mis paredes como si ese fuera su lugar, creado exclusivamente para él.
"Mierda, Jean." Mis manos recorrían su espalda mientras empezaba con las embestidas, ya sin contenerse, su cuerpo empezó a empujarse contra el mío con un vaivén tan salvaje que me cortaba la respiración; mi ser completo se contraía mientras embestía una y otra vez. Consumiéndonos ambos en el salvaje e inestable movimiento, con sus caderas empujándose para poseerme hasta saciarnos, hasta llenarme, hasta marcarme como tanto lo anhelaba.
"Es... Más, más Jean, más." Tampoco cabía en mí el pensar en algo que no fuera él, en desear que se viniera en mí, que bañara mis paredes con su esencia. "¡Oh!" Su boca tomó la mía en un buen segundo, devorándome con inestabilidad, ambos siendo los causantes del movimiento y del leve rechinido de su gigantesca cama.
Una de sus manos hundió sus uñas en mi cadera, manteniéndome quieto, mientras embestía con más fuerza y profundidad, sin dejar un centímetro de su miembro afuera, aumentando el ritmo cuando le pedí más. Era diferente, Jean era completamente diferente a cualquiera y algo dentro de mí me decía que él sentía la misma rara conexión, esto no cabía en solo coger a alguien, iba más allá.
Se alejó de mis labios sin deja de mover su lengua sobre la mía, haciendo de ese uno de los besos más toscos de la noche. Ambos oíamos el constante sonido mojado de mi piel chocando contra la suya, llenando la desordenada habitación de ese ruido sordo.
Ya con más confianza, pensando que nada podría romper esa danza salvaje de nuestros cuerpos, llevé mis manos a su espalda y en una de las profundas penetraciones hundí mis uñas en su piel, él mordió la esquina de mi labio inferior y continuó con el salvaje ritmo. Hacía tanto, pero tanto calor, nuestros cuerpos hervían el uno sobre el otro, sofocándonos mutuamente.
Mordió mi pecho una y otra vez, subiendo hasta que sus labios llegaron a mi cuello y gemí. Muérdeme, muérdeme.
Tan cerca, estaba cerca. Sentía su respiración sobre esa zona y la cantidad de besos que dejaba en mi piel, conocía de memoria el lugar donde quedaban los restos de lo que alguna vez fue un lazo y como su lengua pasó justo encima, sacándome otro gemido por el empuje de sus caderas, penetrándome otra vez tan profundo, eliminando mi cordura a tal punto que ladee mi cabeza, entregándole gustoso la piel de mi cuello para que mordiera. Quiero, quiero. Muérdeme.
Mis gritos internos repetían una y otra vez lo que no lograba articular entre palabras, mi omega quería tanto que me hiciera suyo, sentir sus colmillos hundirse en mi piel y que me marque para toda la vida.
"JeN... Vamos, por favor." Una de mis manos subió hasta sus cabellos, acercándolo a la piel de mi cuello. Sentí su respirar más cerca, cuando de un momento a otro se detuvo por completo, congelándome ante la sensación de haber metido la pata. Lo solté completamente y cuando estaba a punto de mirarlo a los ojos lleno de terror, Jean salió de mi interior en un hábil movimiento para luego girar mi cuerpo, de tal modo que me coloqué boca abajo, mis rodillas y mis brazos se apoyaron en la cama mientras sentí un escalofrío recorrerme debido su hambrienta mirada. Oh no, eso no había terminado.
"Je-Jean." Gemí. Gemí tan alto que agradecí que todo el penthouse estuviera vacío, su miembro se hundió por completo en mi cuerpo de nuevo, mientras sus dos manos tomaban mis caderas y me empujaban hacía atrás, buscando más profundidad. Su cuerpo inició otra vez el salvaje vaivén y arquee mi espalda entregándole más de mí, dándole un mejor ángulo para poder empujarse mientras mis ruidosos gemidos volvían a hacer eco por toda la habitación.
Comenzó a besar y morder mi espalda, causándome deliciosas corrientes de placer cada vez que sus labios rozaban hasta llegar al costado de mi cintura o por mis costillas y mordía ahí también.
"Mierda, Libardo, estás tan jodidamente apretado, bebé." Gruñó, empujándose de nuevo mientras observaba como su miembro se perdía entre mis nalgas, jugando con los movimientos entre lentos y rápidos, hipnotizado por la embriagante sensación. Yo lo observé de re ojo y gemí, era un placer para cualquier omega el complacer a su alfa y la expresión de Jean en ese segundo contaba como uno de los mejores orgullos de mi vida.
"Je-Jean."
"Vamos, grita mi nombre, bebé. Por el momento, me vale una mierda si no te muerdo hoy, sé que eres mío, me perteneces desde el primer momento en que te vi y soy el único que va a poder joder tu hermoso y apretado culo a partir de ahora ¿Bien?" Habló lento, solo para que yo entendiera muy bien cada una de sus palabras y asintiera, sin la capacidad de decir ni un monosílabo. Una de sus manos rozó mi nalga y azotó sobre mi piel cuando no obtuvo respuesta.
"¡Sí!"
"Mírame." Exigió, lo sentía tan ciego de placer, tan dominado por su alfa que, rendido ante él, mis brazos flaquearon y mi rostro cayó contra el colchón. Mis piernas temblaron también pero él me sujetó por las caderas y volvió a empujar. Lo miré, a pesar de todo logré observarlo lo suficiente para encontrarme con la misma sonrisa de medio lado en sus labios, todo él bañado de sudor y esa mirada tan ardiente que me estaba matando.
"Mierda."
"Eres mío, Libardo, solo mío." Dio otro azote, más fuerte que el anterior y me contraje al sentir la descarga que me causó el golpe.
"S-Sí, sí. Dios, sí." Mi cabello se pegaban a mi frente mientras nuestros cuerpos continuaban la intensa danza de apareamiento, su pene empujándose una y otra vez, logrando humedecer la comisura de mis ojos con las lágrimas contenidas por el exquisito placer. Estaba cerca, sentía el inminente orgasmo consumirme y más cuando una tercera nalgada fue a parar sobre mi piel de nuevo. "¡Tuyo!" Chillé.
Claro que era suyo, jamás le había pertenecido tanto a alguien como a él, sin necesidad de un lazo o de algo más, sabía que era suyo de pies a cabeza y esta solo era una confirmación de ello. Lo amaba, amaba por primera vez a alguien aparte de mi hijo, a un alfa y era el mismo alfa que me estaba poseyendo hasta llevarme cerca del colapso.
"Jean." Mi cuello me dolía por cómo no perdía oportunidad de girar lo más posible mi cabeza y mirarlo, tan consumido y entregado al placer, sabía que estaba cerca por las vibraciones de su miembro en mi interior, quería llegar con él, quería que terminemos juntos pero no aguantaría mucho... No podía, iba a enloquecer o morir si continuaba por más tiempo. "¡Jean!"
Sus dedos acariciaron mi abdomen mojado por la corrida anterior y por el sudor, hasta que su mano se posó sobre mi miembro, rodeó toda mi erección con sus dedos y su pulgar contra la punta, insistiendo sobre la hendidura y alrededor, apretando sin cuidado, para luego dar suaves caricias por todo el largo otra vez.
"Córrete para mí, pequeño. Hazlo."
Jean cerró sus ojos y entonces dejé de observarlo, apoyé mi frente sobre el colchón con totalidad y solté un fuerte gemido cuando se derramó en mi interior, mientras yo me entregaba a los espasmos del segundo orgasmo y al placer de saber que ambos llegamos al mismo tiempo.
"Libardo." Gruñó, hundió sus dedos en mi piel sin tomar atención en lo moreteada que quedaría, o quizás sabiendo que permanecería con sus marcas, pequeñas medias lunas moradas acompañando los azotes en mi nalga derecha. Con lo pálido que era, seguro se notaría a la perfección durante días.
"Oh, mierda." Gemí cuando el calor fue en un aumento, ya lo había sentido, muchísimas veces me había encontrado en momentos como este en el que el nudo se formaba y expandía pero Dios... Dios, nunca tan grande, nunca tan caliente, nunca tan... Oh. "Jean." Gemí de nuevo, sus brazos tensos a mis costados mientras lo escuchaba gruñir o jadear, hacer sonidos salvajes e incoherentes.
Dejé que mis piernas fueran perdiendo estabilidad, él lo entendió y mientras iba cayendo hasta que todo mi cuerpo se apoyó en la cama, él hizo lo mismo, asegurándose de no alejarse lo suficiente para que el nudo doliera más de lo debido por ser jalado. Esta posición servía para al menos no cansarnos. "Je-Jean." Mis paredes eran bañadas completamente por él, por todo su esperma, volviéndome loco en ese mar de calor y de cierto dolor, jadee cuando dejó de hincharse y solo nos mantuvimos así.
Apoyé mi frente en el colchón y respiré irregularmente, me sorprendí al sentir una de sus manos colocarse sobre las mías, sus dedos encajaron entre los míos y apretaron suavemente, eso ayudó, ayudó muchísimo a no pensar, a... A no volverme loco, sentía que podía romperme si crecía un poco más.
"Ya, por favor." Gemí impaciente. Sus labios besaban mis cabellos húmedos, me estaba mimando mientras los minutos pasaban, incluso quise ronronear de no ser por como poco a poco volvía a la realidad, el calor del celo disminuyó lo suficiente, a la par que por fin su pene fue regresando a su tamaño original y ambos gemimos cansados, mientras salía de mi interior con lentitud, sacándome otro sonido parecido a un gemido cansado, dejando que me relajara por completo en la cama. "Dios."
Jean se dejó caer a mi lado, de costado, mi rostro seguía apoyado sobre el colchón ahora hacía él pero con los ojos cerrados y el cabello cubriendo en gran parte mi frente. Sentía que no tenía fuerzas para absolutamente nada y por suerte él pareció igual de exhausto, ya que nos mantuvimos tranquilos por unos largos minutos.
Acomodó mis mechones de cabello para que no cubrieran mi rostro y trazó caricias por todo el largo de mi espalda, no sabía cómo me miraba o siquiera qué estaba haciendo, pero eso se sentía bien, así que le permití continuar sin hacer ni el más mínimo ruido.
"Si alguien llegaba a tocarte, iba a matarlo, lo juro."
Temblé ligeramente cuando los labios de Jean empezaron a besar mi espalda, pasó sus dedos entre mis nalgas hasta la parte interna de mis muslos, aún estaba lo suficientemente húmedo, ahora no solo por mi culpa.
"Jean." Gemí tan despacio que pensé incluso estaba quedándome dormido, eso de no ser por como en otro hábil movimiento, él me colocó de lado para que mi espalda quedara contra su pecho, flexionó una de mis piernas para así exponer mi entrada y alinear su miembro, causándome un escalofrío y un pequeño gemido cuando lo sentí empujar contra mí. Llevó su mano a mi barbilla para guiar mis labios a su boca, callándome con un profundo beso, volviendo a su tarea anterior, jugó con la punta de su erección alrededor de mi ano, sacándome un largo gemido ahogado.
"Mírame." Ordenó una vez nuestras bocas se separaron y solo entonces abrí los ojos, en el mismo instante en que se volvió a hundir en mí, tan profundo como antes, obligándome a estirar mis manos hacía las frazadas y enterrar mis uñas en estas, con fuerza.
"Jean ¡Dios! Jean."
"Solo Jean." Susurró, sonando tan celoso de que hubiera mencionado simplemente a Dios.
Lamió mi mejilla y al final mordió suavemente mi pómulo. Empujó contra mí sin pausa, acelerando el ritmo, intentando mantener la velocidad y la profundidad a la vez, resonando otra vez el sonido de nuestras pieles mojadas chocando, encontrándose mutuamente mientras su mano pasó a mi cintura y me sostuvo con firmeza, volviendo a enterrar sus uñas en mí.
"Mierda."
"Tócate, pequeño, quiero ver como lo haces."
Acercó sus labios a mis hombros, mordió y succionó en algunos espacios de piel, estaba seguro que había quedado tan marcado que no me vería como antes hasta dentro de unas semanas y que cualquiera que me observara después me pensaría con la mejor vida sexual del mundo.
Mi mano, obediente, se dirigió a mi erección y empecé a bombear a su ritmo, al ritmo de sus constantes empujes.
"Jean... Ahí, ahí de nuevo." Gemí cuando tocó un punto en mí que detuvo todos mis movimientos y sacudió mi miembro. Mis ojos se llenaron de lágrimas contenidas de nuevo, nublándome la vista ¡Maldición! Eso era maravilloso.
"Oh ¿Justo ahí, bebé?" Empujó de nuevo contra el mismo lugar con la voz más burlona y excitada posible, sus palabras iban directo a mi oído por lo cerca que estaba su boca, causándome incluso más estremecimientos de los que ya tenía, era como tenerlo dentro, sentir que me penetraba el alma. "¿Otra vez?" Asentí irregularmente. Sí, por favor Jean, más.
"Así... Mierda."
No lograba decir en palabras lo que deseaba, pero estaba seguro que él entendía, por su forma como me observaba, por cómo se perdía en el movimiento de su erección hundida entre mis nalgas o enfocaba su penetrante mirada en mi rostro. Le gustaba, así que todo estaba bien, le encantaba enloquecerme de esa forma como a todo alfa que ama tener el completo poder sobre el deseo sexual de su omega.
Su omega.
"Be... Bésame, por favor... Por favor bésame."
Una de mis manos fue buscando su nuca, girando lo más posible sin separarnos demasiado, solo quería sus labios y gemí de gusto cuando me concedió mi deseo, con su boca devorando la mía otra vez.
Mi omega y yo éramos uno, uno mismo dándonos cuenta de cuanto le pertenecíamos a ese hombre, entregándonos física y sentimentalmente, sin importarnos absolutamente nada que no fuera hacerlo feliz, escuchar sus gruñidos o maldiciones, sus jadeos de completo éxtasis mientras me hacía suyo.
Eso era vida, estábamos felices, más que felices, complacíamos a Jean y él nos hacía suyos de una manera tan deliciosa, penetraba hasta mi boca con su lengua con unas ganas de poseerme hasta que todo, todo mi ser supiera a quien le pertenecía. Lo curioso era que yo ya lo sabía.
Me aparté de su boca cuando ya no pude contener más los ruidos que escapaban de mis labios, hundí mis dedos entre sus cabellos y tiré de estos sin preocupación. Lo miré, lo miré y desee grabar cada parte de este mágico momento en mi memoria, esperaba que él tampoco se olvidara de mí con tanta facilidad, al menos si permanecía en su mente por unas semanas, ya sería el omega más feliz del mundo.
Rozamos nuestros labios cuando tomó mis duros pezones y empezó a jugar con estos, sus manos bajaron después de solo unos jugueteos y tomó mi miembro de nuevo, sabiendo que yo ya había apartado mi mano hace mucho, rindiéndome al no poder hacer ni una acción coherente.
"Mírame, bebé." Me habló en un susurro tan cálido que le obedecí sin pensarlo, de nuevo me enfoqué en sus ojos, mis paredes apretaron su miembro y solo resistí un par de embestidas más hasta derramarme en su mano, al mismo tiempo en que él se corrió otra vez dentro. Grité su nombre, Jean gritó el mío, abrazándome por la cintura mientras lo inevitable venía de nuevo. Sus besos estuvieron ahí para mí, otra vez me arrulló en sus brazos, calmándome, haciéndome sentir tan amado como nunca lo había sido, viviendo la ilusión más hermosa de toda mi vida.

The perfect omega ✨LIEAN✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora