🥀CAPÍTULO 23🥀

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"¿Nervioso?"
Dejé de mover mi pierna cuando escuché su agradable voz, voltee a mirarlo y me encontré con esa sonrisa de lado con la que solía verse tan encantador. Liberé mi labio inferior de lo mucho que lo estaba mordiendo y suspiré, quizás empezaba a apestar a nervios más de lo que era consiente.
"Algo."
"No voy a devorarte, Libardo." Detuvo el auto cuando un guardia observó su rostro, entonces este le permitió continuar después de que Jean le dijera que no se preocupara, que él guardaría su coche. "Quiero, pero primero podemos cenar algo o hacer lo que desees."
Quiero que mi alfa me devore.
"Cenar algo suena genial." Asentí. Su auto se detuvo y entonces otra vez los nervios empezaron a apoderarse de mí. Me sentía extraño, estaba por entrar al penthouse de , el mismo lugar donde había pasado eso hace pocas noches ¿Cómo iba a controlarme y no rogarle porque me hiciera suyo de nuevo? Ser un omega decente, yo puedo, sí puedo.
"Además, quiero que la recepcionista te conozca, así puedes venir otro día a pedir tu tarjeta."
"¿Tarjeta?"
"Sí, para que puedas ir directamente a mi penthouse, me encantaría traerte todo el tiempo, pero habrán días que la hora me jugará en contra y sería perfecto encontrarme a mi omega esperándome."
"¿Si?" Bueno, está bien, eso está bien. Jean no me está pidiendo que sea un omega como mi madre, él no quiere que me quede en casa y no trabaje, solo... Solo desea verme, eso es bueno, a mí me gusta verlo también así que todo está bien. Respiré hondo, relajándome un poco. "Pero... Darme la tarjeta ¿No es como darme las llaves de tu penthouse?"
"Sí, no tengo problema, Carlos también tiene una, aunque él la usará solo para emergencias, tú puedes venir cuando quieras, hasta con Damián , sería genial que lo trajeras algún día."
Me relajé mucho más cuando escuché el nombre de mi pequeño, observé al alfa ante mis ojos y Jean me regalaba la sonrisa más sincera posible ¿Cómo negarme a algo así? Él estiró su mano y tomó mi barbilla, acercándome lo suficiente para que libere mi cinturón y sus labios se rocen con los míos.
"¿Estás bien con eso, bebé?"
"Uh... Ujum." Asentí en un ligero movimiento, no quería separarme de ese delicado roce. "Bésame ¿Si?"
Él sonrió, mis mejillas se pusieron tan calientes antes de que sus labios atrapen los míos en un suave beso, sus caricias subieron hasta mis pómulos y entonces pasó su lengua por mi labio inferior. Aún recordaba tener la herida de la mordida que me dejó justo sobre ese lugar.
"Mío." Murmuró cuando nos alejamos, respiré profundo para recuperar el aliento y me apoyé en la puerta del auto ¿Cómo iba a sobrevivir a eso? ¿Cómo? Besar a Jean era la mejor sensación de la vida.
Incluso me sentía algo mareado, sus besos me dejaban así, relajado, tan tranquilo, como el omega más sumiso del mundo. Esperaba él no lo note o sabría que tenía el poder de hacer que yo hiciera lo que deseara con solo tocar mis labios de la forma que sea.
Volví a la realidad cuando escuché el sonido de la puerta de mi lado abriéndose, me sorprendí al verlo parado ahí y giré mi cabeza para notar que ya no estaba sentado en el lugar del conductor ¿Cuándo se había movido? Tomé su mano y salí del auto, él entrelazó nuestros dedos antes de colocarle la alarma al lujoso Ferrari y guardar la llave en el bolsillo de su pantalón.
Subiendo por un elevador, llegamos al piso principal que ahora se encontraba lleno de gente, no quise preguntarle cómo hicieron la noche en que fui, cuando los betas me hicieron subir al elevador, el primer piso se encontraba absolutamente desolado ¿Habrían cerrado esa zona solo para que yo suba? Aún después de una salida en el estadio más famoso de Londres, de un auto tan caro como mi casa y de un penthouse de película, me seguía sorprendiendo la cantidad de dinero que tenía Jean y toda su familia.
Él y yo nos acercamos a una recepcionista, ella se mantuvo observando nuestras manos entrelazadas por los segundos más largos existentes, además de que con la misma discreción que mi madre tomando fotografías, o sea, nula.
"Samara." Habló Jean cuando estaba seguro que a ambos nos empezó a incomodar el silencio de la chica. Ella reaccionó, dibujando una falsa rápida sonrisa, acomodando los mechones desordenados de su largo cabello rubio.
"Jea- ¡Señor León!" Se corrigió al instante. Arquee una ceja ¿Estaba bien que lo suela llamar por su nombre? Suspiré, tantas cosas que realmente no entendía de las personas con dinero. "Dígame ¿Qué se le ofrece?"
"Nada en particular, solo necesito que por favor saques otra tarjeta de entrada para mi piso." Jean tiró suavemente de mi mano, acercándome más a él.
"Claro, no se preocupe." Ella empezó a teclear, mientras observaba su pequeño monitor que tenía en frente. "¿Algo más? Su tarjeta puede estar lista para mañana mismo."
"Sí, quería presentarlos. Samara , él es Libardo." La mano de Jean rodeó mi cintura antes de que dijera algo. Mordí mi labio, reteniendo la mirada de la rubia omega. Ella notó la acción de Jean y soltó un sonido raro, parecido a un ligero siseo antes de recomponerse. "Él es mi novio. Mi omega." Aclaró Jean y la chica lo observó, separando sus labios ligeramente.
"¿En serio?" Preguntó en un hilo de su voz.
"En serio y la tarjeta es para él, de ahora en adelante puede entrar y salir de mi penthouse cuando él lo desee ¿Entendido?"
"S-Sí, señor." Samara le mostró una pequeña sonrisa y luego suspiró, volviendo su mirada al monitor, escribiendo más cosas que seguro no tenían nada que ver con nosotros. Jean entonces me volvió a tomar la mano y me condujo tranquilamente hasta el elevador.
"¿Qué fue todo eso?" Pregunté apenas las puertas delante de nosotros se cerraron y el ligero movimiento me dejó en claro que ya estábamos subiendo.
"Realmente no importa, bebé."
"Jean." Advertí. Él me mantuvo la mirada por unos segundos y suspiró.
"Samara es como Darían." Explicó, acercando mi cuerpo al suyo para rodearme por la cintura, permitiendo que yo recargue mi cabeza en su hombro y mi nariz se roce con su cuello, ronroneando al dejar que mis fosas nasales disfruten de su olor. "De hecho, no lo recuerdo bien, pero creo que fue una de las chicas que llevaron a mi penthouse esa noche. Supongo que se sorprendió, es todo."
"¿De que estés con un omega chico?"
"No, de que sea la primera vez en la vida que presento a alguien como mi novio." Me sorprendí y subí la mirada hasta encontrarme con la suya, él me observaba con tal tranquilidad y sinceridad. Sus ojos siempre reflejaban transparencia, no dudaba de lo que decía, hablando ligera y vagamente pero diciendo puras verdades. Verdades que solo lograban hacerme sonrojar.
"¿No has tenido otro novio o novia?"
"No." Suspiró, rozando su nariz con la mía antes de dejar un pequeño beso en mis labios.
"¿Y por qué?"
"Nunca he sentido la necesidad de tener una pareja, ya sabes, no es algo común eso de tener novios."
"¿Y ahora sí sientes necesidad?"
"Ahora eres todo lo que necesito."
No dejé que dijera más, tomé sus labios en otro suave beso antes de que note como mi rostro se iba poniendo demasiado caliente, e incluso mientras nuestros labios se movían lentamente, sentí su sonrisa e imaginé que él sabía muy bien todo lo que provocaba en mí.
Seguro, si hablaba con alguien de lo que me sucedía con Jean, ese alguien me diría que estábamos tomando las cosas de un modo muy precipitado, no es que nos conozcamos de hace semanas, pero no llevamos ni medio año juntos como para sentir mi corazón saltar de mi pecho, deseando que le gritara a él y a todo el mundo lo que sentía, algo que iba más allá de un alfa cortejando a un omega, era diferente.
Eso no estaba bien e igual se sentía tan hermosamente correcto. Quizás necesitaba a un psicólogo o algo así, y definitivamente no sería Carlos.
Escuché el sonido del ascensor detenerse y entonces tuvimos que separarnos. Él besó dos veces más mis labios antes de guiarme dentro. Nos sentamos en su "pequeño" living, cuando encendió unas luces suaves, con tonalidad amarilla. Escuché que también sonaba la radio con una canción lenta, solo faltaba una... Oh sí, encendió la chimenea eléctrica.
"Me siento en una película." Él me miró mientras se sentaba a mi lado, entregándome una copa de vino. Aún recordaba que fue la bebida que tomé en la exposición la que hizo que conociera a Jean , de no ser por eso, hubiera terminado mi trabajo y salido de ese lugar para seguir con mi vida.
"¿Por qué una película?"
"Bueno... "Velas", música y "fuego"..."
Señalé respectivamente cada cosa, primero las luces suaves, después el gran estéreo que intenté de sobremanera que mi mandíbula no se desencajara por lo enorme que era, para después señalar la chimenea, volviendo hacía él, quien me observaba completamente entretenido.
"Sí... Es agradable." Le restó importancia, tomando un poco del contenido de su copa.
"Si no te conociera mejor, diría que me estás seduciendo."
"¿En serio?" Dejó la copa sobre la pequeña mesa frente al sofá y arrimó su cuerpo hasta colocarse mucho más cerca. Nuestros costados se rozaron e incluso nuestras rodillas se frotaron mutuamente. Intenté no atragantarme con el vino; quizás eran las luces, pero su intensa mirada no dejaba de brillar, mientras su rostro se acercaba más y más. "¿Y está funcionando? Porque créeme que es justo lo que estoy haciendo."
"Eh... Funciona, sí." Alejé la copa de vino cuando sentí su respiración ya chocando contra mi rostro. Cerré los ojos lentamente, aunque en un último intento por conservar mi cordura, los abrí y noté que justo al lado de donde Jean había dejado su copa, se encontraba una revista con el nombre de su empresa en frente. "¡Oh, mira!"
Escuché su ligero gruñido aunque no dijo nada, me estiré hasta tomar la revista y noté que estaba marcada en una página. Él volvió a inclinarse hacia atrás, levantó una de sus piernas y apoyó su tobillo en su rodilla contraria cogiendo su copa para tomar un poco más del líquido.
"¿Qué tiene?" Dijo después de unos segundos en los que yo leía el artículo de la página marcada.
"¿Sueles comprar revistas que hablen sobre ti?"
"Sí." Él relamió sus labios. En serio tenía que dejar de hacer eso. "¿Has escuchado a todos los personajes de revistas cuando dicen "Yo nunca me intereso en leer lo que escriben sobre mí"? Es pura mierda. Todos lo leen, no porque sea verdad, sino que siempre sirve estar enterado de lo que dicen sobre ti. Algunas veces son cosas ridículas, otras veces son cosas arregladas."
"Oh, bueno... Algo de eso entiendo." Intentando seguir mi instinto y a mi omega queriendo estar más cerca de su alfa, ahora fui yo quien se acercó más a su lado, apoyando mi cabeza en su hombro, le mostré la revista y señalé justo el párrafo donde él hablaba. "Sé que en las revistas no dicen las cosas tal cual los entrevistados lo dicen, sino que cogen lo importante y lo editan; también sé de noticias falsas, a veces me ha tocado fotografiar escenas donde ocurre algo, pero desde ese ángulo se entiende otra cosa."
"Todo es parte del marketing, bebé. Si quieres tener éxito, debes jugar muchísimo con tu imagen pública." Su brazo rodeó mi cuerpo por sobre mis hombros y ronronee, haciéndome espacio bajo este, soltando un suspiro lleno de tranquilidad antes de volver a observar la revista.
"Es cierto, tu empresa es de eso ¿No? Marketing y publicidad."
"Más que una empresa, L-Alfa es una agencia publicitaria, hacemos diseños digitales, eventos, campañas publicitarias, mercadotecnia, análisis de ventas y financiamos empresas que puedan ayudarnos de alguna manera."
"¿Y se gana bien con eso? No me juzgues, pero pienso que tienes demasiado dinero como para ser parte de una agencia ¿No eres un mafioso ruso o un rey inglés, verdad?"
"Bueno..."
"¡Jean!"
"Es broma, es broma." Sus labios besaron mi cien con mucho cuidado, mientras me alejaba lo suficiente para poder mirarlo a los ojos. "No tenemos nada que ver con eso, claro que no me sorprendería si mi madre conoce a algún sicario o a algún rey, pero no tratamos casi nada que tenga que ver con leyes, así que no hay personas enojadas queriendo matarnos."
"Entonces ganan bien siendo una agencia." Relajé mi cuerpo, ni siquiera noté el segundo el que me había puesto tenso.
"Sí, la agencia ya es internacional y nos va bien. Solo menciona una marca y te diré si L-Alfa está involucrado con ella."
"Uhm... ¿Coca-Cola?"
"Sí."
"¿Toyota?"
"También."
"¿Yorkshire Tea?"
"Oh mierda, sí." Él suspiro. "Y vaya que odio esa cosa."
"De acuerdo, ya entendí, son conocidos." Suspiré. Acomodé de nuevo mi cabeza en su hombro. Una gran sonrisa se formó en mis labios cuando noté como su mano buscaba la mía, entrelazando nuestros dedos segundos después. Su pulgar acarició el dorso de mi mano, ronroneando y disfrutando del cálido ambiente.
"Bebé." Me habló en un ligero susurro, solté un sonidito, queriendo que sepa que lo estaba escuchando. "Me encanta hablar contigo, y te prometo que luego podemos ordenar lo que quieras comer pero... ¿Puedo hacerte el amor ahora, por favor?"
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"Ahora sí."
Jean me dejó caer con cuidado sobre las finas sábanas de su cama. Cuando me hizo la pregunta no sabría decir si fue el instinto lo que reaccionó primero o un impulso, pero lo besé profundamente antes de sentarme sobre sus piernas, dejando que sus manos acaricien toda mi anatomía y las mías se encarguen de quitarle la remera, hasta que me cargó, terminando ambos en su habitación.
Se colocó con cuidado sobre mi cuerpo y mis manos tomaron sus mejillas, volviendo a atrapar sus labios mientras él movía ligeramente sus caderas hacía abajo, frotándonos incluso con toda la ropa puesta. Esto era real, no había celo, ni siquiera instintos, él y yo juntos ahora.
Mi alfa queriendo marcarme como suyo, de su propiedad.
"Solo no rompas mi remera ¿Si?" Murmuré, sabía que estaba sonriendo como pocas veces lo hacía, mientras mis piernas se separaban y recibían su cuerpo entre estas. Mis manos pasaron por su cabello, disfrutando del roce de nuestros labios. Sin besarnos, jugando a provocarnos mutuamente.
Sentí como rápidamente la habitación se llenaba de nuestro olor, una combinación dulce y amarga, deliciosa, casi tanto como los besos de Jean. Su mano se introdujo bajo mi remera, y jadee. Sentí la yema de sus dedos acariciarme hasta llegar a uno de mis pezones e iba a gemir cuando su boca tomó la mía, ahogando cualquier sonido en sus labios.
"Debería romperla." Besó mi barbilla, bajando entre besos hasta llegar a mi cuello, mordiendo suavemente ahí. "Me gusta cuando usas mi ropa."
"Puedo usar tu ropa sin que rasgues la mía." Mis manos bajaron con torpeza, encontrándome con el inicio de su jean, tantee hasta que tomé sus glúteos y los estrujé entre mis dedos, sacándole un jadeo que luego se convirtió en una lasciva sonrisa.
"¿Impaciente, mi pequeño omega?" "Quiero que me hagas el amor."
Nos besamos de nuevo después de eso y nuestros labios solo se separaron cuando gemí, él tardó en desabotonar mi jean, pero una vez hecho tomó directamente mi miembro, dándole un rudo apretón. Volví a besarlo, tratando de callar los sonidos vergonzosos que salían de mi boca.
Lo siguiente pasó muy rápido, ambos sentimos la presencia de alguien más, pero fue demasiado tarde para separarnos. Las puertas de su habitación se abrieron cuando un alfa entró, gritando como desesperado.
"¡Jean! ¡Jean tenemos pro-!" Su voz se cortó en el segundo en que nos vio a ambos en la cama. Sentí mi rostro calentarse tan rápido ¿Cómo había entrado? ¿Por qué no lo sentí? Rayos.
"¡Joder, Carlos !"
¿Este sujeto es Carlos?
Jean se bajó de encima soltando un bufido. Volví a abrochar mis pantalones cuando noté que el inmenso alfa no dejaba de mirarme. Bufé cuando Jean se puso en mi delante justo cuando iba a observar bien al otro sujeto, así me apoyé en mis rodillas y me estiré sobre la cama, viendo por sobre el hombro de mi alfa.
"Te me haces conocido..." Dijo el castaño hacía mí y entonces todo encajó en mi cabeza, tan rápido como en disparo de una cámara.
"¡Oh por Dios! ¡Eres el imbécil!"
"¿Imbécil? ¡Mierda! ¡Eres el padre del engendro ese que me llamó idiota!" "¿Engendro? ¿Qué?"
Sisee mientras el enojo se iba apoderando de mi cuerpo. Le volvió a llamar a Damián engendro, no podía permitirlo. Sin embargo, no alcancé a hacer gran cosa cuando Jean dio un paso hacia adelante, aún continuaba bloqueando la mirada directa de Carlos hacía la cama, incluso separó sus brazos ligeramente. Carlos gruñó.
"¿Vas a atacarme, Jean?"
"¿No pudiste haber tocado, idiota?"
"Es importante. Samara no me dijo que tenías visitas." Rodé los ojos ¿Por qué no me sorprendía eso de la omega recepcionista? Seguro pensó que mientras antes alguien nos interrumpiera, sería mucho mejor para evitar que ocurra cualquier cosa. Y lo logró.
"Bueno, las tengo. Ahora largo." Jean se fue relajando, aunque aún no se movía de su lugar, cubriéndome. Estaba pensando seriamente en tirarles agua encima a ambos alfas para que se tranquilicen, pero quizás eso los enojaría más.
"¿Qué es?" Murmuré, Jean apenas se giró a verme por dos segundos antes de volver su atención a Carlos, era normal, sabía que las alfas eran muy territoriales y estaba feliz de saber que si íbamos ser interrumpidos, haya sido mucho antes de acabar completamente desnudo. "Dijiste que es importante ¿Qué es?"
"Oh... Eres Libardo ¿No? Impaciente." Entrecerré los ojos. Sí, definitivamente era Carlos. "Lo siento, por el celular la voz se distorsiona mucho."
"Lo sé, no se me pasó por la cabeza que fueras el alfa idiota al que le patee las bolas."
Él levantó ambas cejas y no pude evitar acercarme más a Jean, avanzando con mis rodillas sobre la cama hasta que mis manos se apoyaron en sus hombros y asomé la mirada por ahí. Carlos suspiró, al parecer él no tenía intenciones de enfrentarse con mi alfa.
"En fin, me hubiera gustado una presentación donde mi mejor amigo no esté queriendo enterrarme los dientes en la garganta y no precisamente para una linda mordida, pero es esto." Carlos nos mostró una bolsa negra que ni siquiera noté tenía en la mano. Sacó de esta una revista colorida, la recordaba, era la competencia de la mía, aunque ahora no estaba para pensar el dichoso nombre. "La portada."
La acercó lo suficiente para que Jean y yo observemos la imagen. Ahí estaban. Una foto gigante de Jean en el frente y muchas pequeñas tomas movidas u oscuras, pero donde se veía con claridad a él con un omega, hombre. Distinguí mi cabello y suspiré. Sí, eran las fotos que tomó mi madre.
"¿Y qué con eso?" Jean preguntó después de unos segundos. "Carlos, estoy ocupado, sea lo que sea, puede esperar ¿Comprendes?" Sentí la tensión en sus músculos aumentar y dejé un pequeño beso en su nuca. Quieto alfa, tranquilo, aquí estoy, estoy contigo.
"Jean, tu madre vio esto."
Carlos lanzó la revista a un lado, pasando después una de sus manos por sus cabellos. "Ella y tu padre están viniendo de regreso ahora mismo en un vuelo privado y créeme, no está nada contenta."
"Mierda, Carlos."
Jean tomó mis manos para alejarme de sus hombros y se aseguró de que me estabilice sobre la cama, luego se acercó a su mejor amigo, tomándolo del brazo, salieron de la habitación y cerraron las puertas. Me senté completamente sobre las sábanas mientras escuchaba los gritos de ambos, no estaban peleando, pero Jean y Carlos se escuchaban lo suficientemente enojados, hasta que luego oí el sonido del elevador cerrándose y silencio total.
Suspiré, no entendía absolutamente nada ¿Qué había pasado? ¿Jean no dijo que estaba bien que todo el mundo se entere? Porque si era un problema, podía haber detenido a mi madre antes de dejar que saliera de mi casa.
Escuché los pasos de mi alfa y su aroma bañado en enojo me indicó que se estaba acercando, él estaba ofuscado, sin embargo parecía tranquilizarse a cada paso que daba. Abrió las puertas de la habitación, mirándome. Caminó hasta que se sentó a mi lado y suspiró también. No entendía nada, pero no hacía falta hacerlo tampoco, el instinto a veces era bueno.
Me acerqué más a él hasta esconder mi rostro en su cuello, besándolo, tranquilizándolo. Mis manos viajaron por su pecho desnudo mientras acariciaba pequeños espacios, su respiración irregular no me ayudaba, ni tampoco el no tener idea de cómo tranquilizar a un alfa, pero cuando yo me sentía mal, solo me hacía falta estar entre sus brazos, esperaba que con él pasara igual.
"Supongo que... Ya de nada sirve que diga "¿En dónde estábamos?" ¿No?" Susurró, me alejé de su cuello para mirarlo a los ojos y estuve feliz de notar su resignada sonrisa, porque al menos era una, no el gesto contraído y preocupado con el que lo vi entrar. Negué ligeramente con la cabeza. "Entiendo."
"Lo siento."
"Al menos siéntate sobre mis piernas ¿Si? Eso me calma mucho, me enfadé porque el idiota de Carlos te veía de esa forma."
"No me veía con malos ojos." Obedecí a sus palabras, acomodándome con cuidado sobre su regazo, sus manos no tardaron en rodear mi cintura y entonces le di un rápido beso en los labios, peinando la parte de su flequillo que le cubría uno de sus ojos.
"No, en un comienzo sí, por suerte se calmó cuando se dio cuenta de quien eras." Quise decirle que era un paranoico, pero preferí callar y suspirar.
"Quizás fue el olor."
"Sí... Y luego me enojé más cuando me di cuenta que él fue el idiota del que me hablaste el otro día, ese que trató mal a Damián ¿Verdad?"
"Ajá, pero eso no importa ahora. No quiero que estés enojado, Jean."
"Ya no lo estoy. Si te tengo conmigo, siento una paz increíble." Sonreí, acomodé de nuevo mi cabeza en su hombro y enterré mi rostro en el espacio de su cuello, disfrutando de su cercanía. "Tú me calmas, bebé."
"Me gusta eso." Besé de nuevo su piel, sintiendo como sus manos en mi cintura me apretaban más, apegando nuestros cuerpos. "¿Qué quería Carlos? ¿Qué es eso de tu madre enojada? ¿No me dijiste que no importaba si salíamos en una revista?"
"No importa, no me importa. El día que te dije que no importaba, mis padres estaban en la ciudad y quería avisarles el mismo domingo que estábamos juntos, pero cuando lo postergamos y noté que nada salió por ningún lado, no les dije nada. Al día siguiente ellos viajaron por negocios, han estado fuera del país desde entonces." Asentí, indicándole que estaba escuchando.
"¿Es malo que se hayan enterado así?"
"Quizás, pero Libardo." Jean inclinó su hombro hacía adelante, indicándome con ese suave gesto que levante la cabeza y lo mire. Lo hice, encontrándome con sus dos hermosos ojos cafés , observándome tan serio y decidido. "Absolutamente nadie va a separarnos, no lo voy a permitir."
¿Cómo no creerle? Sentí de nuevo mi corazón empezar a latir rápidamente y volví a esconderme en su cuello, asintiendo. Su mano tomó la mía antes de darme un suave beso, tal y como hizo el día que me pidió que fuera su novio.
A veces, como ahora, deseaba preguntarle qué tenía yo de especial y diferente. ¿Por qué yo? ¿Por qué no otro? Pero las preguntas morían en mi garganta al darme cuenta que no deseaba que él se cuestione eso, era algo como tentar a la suerte y no quería perderlo.
"Está bien, te creo."
"Carlos me dijo que no sabe exactamente qué tan lejos están, pero imagino que llegarán mañana y querrán conocerte."
"Pero tu mamá está enojada ¿No sería muy malo conocerla ahora?"
"Créeme, es mejor que la conozcas ahora a que por sus propios medios te visite." Un escalofrío pasó por toda mi columna. Gemí, encogiéndome en los brazos de Jean. "No, no bebé, no me refería a que te hará daño, sino que quiero estar presente y demostrarle que esto va en serio, que no le tengo miedo."
"Yo le tengo miedo. Estoy aterrado." "Lo sé, te huelo."
"¿Qué pasa si no le agrado?"
"De hecho..." Una mano de Jean subió por mi espalda hasta que se acomodó sobre mis cabellos , él hundió sus dedos entre mis cabellos y masajeo mi cráneo, sacándome un ronroneo. Eso se sentía muy, muy bien. "Debes estar seguro que no le agradarás, pero no por ti, sino porque a ella no le agrada cuando las cosas no salen como planea."
"¿Qué planeó?"
"A su hijo casado con una omega hembra y con muchos hijos."
Iba a decir algo cuando ambos escuchamos el sonido de un celular, y definitivamente no era el mío. Jean se movió conmigo en sus piernas, asegurándose de que no me baje de encima incluso aunque se le hizo incómodo sacarse el celular del bolsillo.
Observé como él aparato prendía y apagaba una lucecita, mientras un nombre que no era el de Carlos se iluminaba en la pequeña pantalla de este.
"Llamada entrante. – Mamá."

The perfect omega ✨LIEAN✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora