Emilio se sentía extraño con la propuesta del juego, nunca había sentido deseo de estar con alguien de su mismo género hasta que conoció a Segismundo y desde él nunca había sentido curiosidad por querer saber como se sentirían otros labios u otro cuerpo hasta esa noche, desde que salió de aquella casa no podía dejar de pensar en eso, eso que estaban proponiendo era un intercambio de parejas por una noche, ante tales pensamientos sintió una notable molestia en sus pantalones.
- Veo que tienes mí mismo problema – sonrió el gallego cerrando la puerta de la habitación del mayor detrás de él.
- Ya – contestó el mexicano haciéndole espacio en la cama al chico – no he podido dejar de pensar en la propuesta – confesó Emilio.
- Yo tampoco – admitió el más joven – me pone muchísimo nada más pensarlo –
- ¿En serio? – preguntó el mexicano, no creía que Segismundo aceptará una propuesta de ese tipo.
- Si – afirmó - ¿A ti no? – preguntó curioso comenzando a acariciar su pecho.
Emilio lleno de deseo observó atentamente al gallego pensando que no podía gustarle más el chico y lo besó apasionadamente.
Al terminar el roce de sus cuerpos exhaustos por sus veloces movimientos, recostados uno al lado del otro, decidieron en conjunto aceptar la invitación al juego.
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Siendo completamente sinceros a Gustabo nunca le desagrado la idea de entrar en el jueguito.
Pero sabía perfectamente que Conway nunca aceptaría entrar a algo así.
Ese hombre era tan serio y amargado que seguramente le dio asco nada más escuchar de que iba el juego.
Dándose la vuelta en la cama observó la amplia espalda del mayor admirando cada parte bajando de a poco su mirada hasta llegar a los grandes duraznos que debido al pijama no se podían observar cómo debían.
-Conway – murmuró el rubio - ¿Está despierto? –
- uhmm – contestó el mayor acostándose boca arriba en la cama.
-no puedo dormir viejo – comentó Gustabo guardando silencio estaba claro que el mayor tampoco podía hacerlo – voy a participar en el juego – afirmó el rubio después de un largo silencio que reinaba en la habitación.
- Bien – contestó sin más Jack.
- ¿Cómo? – preguntó incrédulo el rubio colocando el codo sobre la cama y apoyando su cabeza sobre la misma mano, observando desde arriba la expresión del superintendente.
- Mañana le avisas a Kalahari que participaremos en el juego – ordenó Conway volviendo a darle la espalda al rubio.
Gustabo duró unos minutos más en la misma posición, asimilando las palabras del superintendente dejándolo completamente sorprendido, ni en sus más locos y fantasiosos sueños se imaginó que el serio Jack Conway aceptará una propuesta así.
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Horacio no sabía que decir desde que salieron de la casa de Yun, Volkov no dijo ni una sola palabra y eso le ponía los nervios de punta, sabía lo temperamental que podía llegar a ser su pareja por eso mismo decidió que no le hablaría hasta que el otro lo hiciera primero.
El de cresta esperaba pacientemente a su esposo sentado en la orilla de la cama, mientras Volkov había entrado molesto directo a darse una ducha fría.
Al salir el ruso del cuarto de baño se secó rápidamente y se recostó en su lado de la cama sin decir una sola palabra.
-¿Es enserio? - preguntó Horacio a punto de las lágrimas al ver la actitud de su pareja.
Al no recibir contestación alguna más que un sofocante silencio, salió de la habitación dando un ligero portazo, sentado en el sofá se abrazó a sí mismo rodeando sus piernas, sin poder parar de llorar, se sentía dolido, ni siquiera entendía por qué Volkov estaba enfadado con él, si ni siquiera hizo o digo nada.
Pocos minutos más tarde el ruso hizo acto de presencia estrechando al chico entre sus brazos que sollozaba sin parar, haciendo que se sintiera terriblemente culpable.
-Perdona, no debí desquitarme contigo -
- ¿Por qué no confías en mí?- preguntó dolido Horacio
- Claro que confío en ti, solo que no confío en los demás -
- ¿Por qué ya no me tocas como antes? - volvió a interrogar el menor separándose del abrazo y limpiándose las lágrimas.
-No sé yo llego demasiado cansado y solo quiero llegar a casa, besar a mi esposo y dormir unas horas - confesó el ruso
- ¿No has pensado que el juego podría ayudarnos a ambos? - preguntó el de cresta mordiéndose el labio inferior.
-Yo no lo sé - se sinceró el comisario – ¿no te darían celos que estuviera con otra persona? -
- No, creo que no - afirmó el chico – es decir, confío en ti - mencionó acariciando la mejilla de su esposo – y en verdad creo que esto podría ayudarnos a mejorar nuestra relación -
El ruso dejó escapar un gran suspiro a la vez que mantenía sus ojos cerrados disfrutando el tacto de su esposo, lentamente abrió sus ojos y besó sus labios.
-Está bien Solntse - aceptó el ruso – si eso quieres, eso quiero yo - afirmó el ruso para besar nuevamente los labios de su pareja y por primera vez después de tanto tiempo volvieron a sentir el calor de sus cuerpos dándose amor y placer.
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El juego de las llaves
FanfictionTras una agradable fiesta, deciden participar en un juego que los llevará a cumplir sus más oscuros deseos. Multiship