Culpa

1.3K 100 12
                                    

Advertencia. Contenido +18


El abismal silencio inundaba las habitaciones de la casa concentrando los nervios y la desesperación en Volkov.

Acercándose lentamente, Yun se sentó sobre la mesa justo al lado del serio comisario, sintiendo lo tenso que se encontraba le ofreció un vaso de vodka, conociendo ya sus gustos alcohólicos, que el ruso no tardó en beber, terminando el trago de un solo sorbo.

Sin mayor demora Volkov se puso de pie y con furia estampo sus labios contra los del menor, quien llevó sus manos hasta el cuello de su amante para acercarlo más a su cuerpo.

Sintiendo el roce de sus miembros que comenzaban a despertar por la excitación del momento por encima de las ya molestas telas de sus pantalones, el comisario recostó con brusquedad a Kalahari sobre la mesa jalando los joggers color caqui hasta la altura de los tobillos.

Con lujuria observo lo bien que le quedaba la lencería de encaje que se había puesto el menor justo para la ocasión, tomando con fuerza sus piernas lo acercó a su cuerpo sintiendo su miembro duro chocar con el miembro del contrario.

A Yun le encantaba que los hombres le miraran de la manera que Volkov lo hacía, con deseo, pero a la vez sintiéndose culpable por los pensamientos tan obscenos.

Deseando sentir de nuevo los delicados labios del comisario Yun se acercó a besarlos nuevamente con rudeza, mordiendo y jalando el labio inferior con tanta fuerza que logró hacerlo sangrar, lamiendo después cada gota del líquido rojizo.

Con urgencia se despojó de su camisa para enseguida quitar la de su amante, admirando la espectacular y fornida figura que mantenía el comisario gracias a su trabajo, arañando con firmeza su pálida espalda.

Ninguno de sus movimientos eran realizados con sutileza y cariño, al contrario, todas las acciones que estaban llevando a cabo eran rudas y con desesperación, dejándose llevar únicamente por el deseo de sentir el cuerpo del otro, sin ningún sentimiento de por medio más que placer.

-Date la vuelta - ordenó el comisario sin ningún tapujo, sintiendo ya una gran molestia entre sus pantalones.

Sin rechistar el joven hizo todo lo que le pidió el ruso percibiendo la fría madera del comedor debajo de él, separando sus piernas dándole un mayor acceso a su entrada, moviendo de izquierda a derecha su cadera provocando astucia al excitado comisario.

Cegado por la lujuria bajó sus pantalones junto a su bóxer dejando al aire su ya erecto pene y después de escupir en su mano comenzó a estimular su miembro sintiendo cada vez más la necesidad de introducirlo en la entrada expuesta.

Yun gimió fuertemente al sentir rozar el miembro tan cerca de sus nalgas y aún más cuando el mayor escupió en su entrada y sin avisar entró abruptamente comenzando al instante el movimiento errático de sus caderas.

La deliciosa mezcla entre dolor y placer inundaba la mente de Yun clamando sin parar mayor velocidad, sintiendo como el comisario lo partía en dos en una forma tan exquisita que sentía correrse en tiempo récord.

Estocada tras estocada el menor sentía tocar el mismo cielo, nunca había sentido tanto placer al ser tratado con tanta brusquedad, sintiéndose como un simple objeto de placer, pero a la vez sintiéndose tan pleno al ser el motivo de los roncos gemidos del ruso.

Necesitando sentir aún con mayor profundidad el falo de su acompañante se giró de lado posicionando su pierna derecha sobre el hombro izquierdo del comisario, logrando tocar de esta forma su próstata, aumentando considerablemente su regocijo.

El silencio de un principio se transformó en gritos, gemidos y el sonido vulgar de sus cuerpos chocando constantemente, volviéndose una interminable combinación de sonidos sexuales que excitaría a cualquier con tan solo escucharlos.

A pesar de las gruesas paredes de la casa, Yun estaba seguro de que sus vecinos podían escuchar sus ruidosos gritos de placer y esto lo llevaba a sentir una mayor excitación, por la idea de que alguien se estuviera dando satisfacción al escuchar los vulgares sonidos.

Cerrando sus ojos con fuerza llevo su mano hasta su miembro comenzando a masturbarlo con la misma velocidad a la que lo estaban penetrando, apareciendo un nudo en su abdomen y sus piernas temblar al sentir la llegada de lo ya inevitable.

Llegando al maravilloso clímax tan ansiado al mismo tiempo que el comisario permanecieron en la misma posición por unos momentos regularizando las agitadas respiraciones.

-Iré a darme una ducha – avisó Yun alejándose del comisario y subiendo las escaleras moviendo sensualmente las escaleras.

El comisario aprovecho la oportunidad para vestirse en silencio y huir de la casa al instante sin avisar a su amante, sintiendo una especie de culpa por lo sucedido.

El juego de las llavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora