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Koharu.

Entró corriendo a la cocina, aún con el corazón acelerado por ese extrañamente excitante momento con Jaehyun. Tenía la cara roja, eso era seguro, sin embargo palideció cuando vio un una botella de vino destrozada en el suelo y a Yuta levantando a su madre con dificultad.

—¿Qué pasó? —le preguntó a su hermano, levantando los restos de vidrio del suelo.

—¿Sabías que toma como una alcohólica? —indagó Yuta.

Koharu se sorprendió por la pregunta de su hermano y sin querer tocó uno de los cristales con más fuerza de la necesaria, haciéndose un corte limpio en la palma de la mano.

—Esa chica —dijo su mamá con palabras torpes en japonés y apuntando a su hija—, ella no se preocupa por mí. Solo se encierra en su habitación y ni siquiera sabe si estoy viva o muerta.

Yuta la miró con mesura y luego volteó su mirada a Koharu.

—Me doy cuenta de que sigues viva por los tropezones que das en tu habitación porque siempre estás ebria —expresó Koharu yendo al lavabo para limpiar su herida.

—Entonces, ¿sí sabías qué era alcohólica? —volvió a preguntar Yuta, Koharu asintió y luego su hermano miró a su mamá—. ¿Cómo pretendes cuidarla si siempre estás ebria?

Hubo un minuto de silencio. ¿Cuidarla? La mujer decía que su hija había matado a su papá y le reprochaba todo cuanto había sucedido. ¿De verdad esperaba que cuidara de ella? Koharu rio con sarcasmo, secándose la mano con una toalla de papel.

—No lo vale —murmuró su madre.

El corazón de Koharu dolió ante esas palabras, creía que algún día dejaría de sentir dolor cuando su madre la tratara así, pero ya habían pasado más de dos años y el sentimiento seguía ahí. La expresión de Yuta era de asombro e incredulidad. Levantó a su madre, nada delicadamente y la sentó sobre un taburete de la barra que separaba la cocina de la sala.

—¿Te das cuenta de lo que haces? —le preguntó Yuta a su madre. El tipo de reacción que mostraba asustaba un poco a su hermana—. Esa maldita culpa irracional la llevó a un intento de suicidio y tú simplemente...

—¡Es mi esposo el que está muerto! —gritó su mamá, apuntando con un dedo el rostro de su hijo.

—¡Era nuestro padre! —exclamó Yuta, totalmente encolerizado—. ¿Crees que nosotros sufrimos menos que tú?

En menos de un segundo un sonido seco llenaba el lugar. La mano de Soji había conectado directamente con la mejilla de Yuta. Koharu profirió un pequeño grito de asombro y se llevó las manos a la boca. No podía creerlo, no aceptaba el hecho de que aquella madre tan amorosa, juguetona y comprensiva se había ido hacía mucho tiempo. Lagrimas silenciosas de absoluta desolación bajaron por sus mejillas.

—Mamá... —susurró. Pero el gesto de su madre solo denotaba despecho. Ninguna cosa que ella dijera cambiaría nada.

Yuta por su lado tenía la cabeza inclinada en dirección en que había conectado el golpe y las yemas de sus dedos acariciaban su mejilla. Sus hombros temblaban, pero Koharu no sabía decir si estaba llorando o simplemente se estaba conteniendo.

Segundos después Solji se puso de pie como si hubiera despertado de un trance y empezó a subir las escaleras con dificultad. Koharu suspiró. Con una madre como la suya resultaba sencillo tener el corazón roto y la respiración contenida todo el tiempo.

—Vaya bienvenida —dijo Yuta, dando la vuelta y encontrándose con su hermana, estremecida por la situación—. Tranquila, por eso vine. Ya no estarás sola.

sad line◎Jung Jaehyun◎NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora