012.

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Koharu

Caminaba de manera encorvada otra vez, los ojos fijos en el piso y las manos en las bolsas del suéter. Parecía que su mochila pesaba más de lo que era realidad. Su rostro estaba más pálido de lo normal. Las ojeras debajo de los globos oculares inyectados en sangre eran terriblemente notables. Su cuerpo estaba tan frágil que la gente que la miraba pasar creería que caería en cualquier momento.

Caminaba por la calle en una hermosa mañana de otoño, las hojas secas de los arboles caían a sus pies, el sol pintaba de un color vibrante cada cosa que la rodeaba. Si tan solo hubiese levantado su vista para observar aquel regalo de Dios, tal vez su pena no fuera tan grande.

Pero sentía el corazón pesado y los pies cansados por tanto caminar. Decidió no tomar el autobús para evitar ver a Jaehyun en la parada. No podría verlo. No podría con la culpa y con el creciente temor de ser catalogada como una asesina. En Japón había sido de esa manera y no quería volver a pasar por todo eso una vez más. Su alma se sentía débil y cualquier cosa podría detonar un intento de suicidio.

De todos modos no importa.

¿Por qué me he levantado para venir a la escuela hoy?

¿Por qué me estoy esforzando tanto en esto?

¿Qué sentido tiene?

¿A quién trato de impresionar?

¿De verdad vale la pena seguir intentando?

Se encontraba ahora sobre el puente peatonal de la Estación de Yongdap. No había gente caminando por ahí, en realidad todos tomaban el metro y aún ni siquiera llegaba. Solo podía ver los autos debajo de ella. Sus manos temblaron. Podía hacerlo. Nadie podría detenerla. Tenía el valor y los suficientes motivos.

Se acercó con pasos seguros a la barandilla, sintió el aire fresco golpear su rostro y mover sus cabellos de un lado a otro, cerró sus ojos en ese momento. Su corazón latió con una emoción extraña. ¿Miedo? ¿Felicidad? Quizá nunca podrá saberlo. Sus manos rodearon el tubo de metal mientras daba un paso hacia la orilla. Solo era cuestión de pasar las piernas por encima y soltar el tubo para por fin...

—Koharu —una voz la detuvo en seco.

Abrió los ojos de inmediato brincando hacia atrás.

Sunbae...

—¿Qué haces?

Koharu jamás, ni en mil años, hubiera esperado encontrarse con Kim Doyoung en una situación como esa. Jamás. De verdad.

Sus nervios se dispararon mientras trataba de formular una respuesta más o menos decente.

—Yo... lo que pasa es que yo... —balbuceó, retorciendo sus dedos con temor. La mirada de Doyoung era fuerte y preocupada al mismo tiempo.

—Es tarde para la escuela —dijo de manera seria tomándola del brazo y jalándola con rapidez. Koharu se dejó hacer, aun sintiéndose desconcertada.

Nadie dijo nada en el camino. Por lo menos no hasta que llegaron a la escuela.

—Sabes que comparto asiento con Park Sooyoung, ¿verdad? —dijo Doyoung sin eliminar la mirada molesta de su rostro. Koharu se sentía culpable, sin embargo asintió—. Siéntate con ella a partir de hoy. Yo estaré con Jaehyun.

Ella sintió un pinchazo en el pecho. ¿Es que era tan obvio que ella y Jaehyun no podían estar juntos? ¿Tan ridícula era?

—Está bien —respondió con la cabeza agachada.

—Oye, sé que esto será difícil, pero debes confiar en mí —le dijo Doyoung y Koharu no sabía en qué momento se había acercado tanto. El chico se descolgó a medias la mochila y, abriéndola, sacó un paquete de plástico con un panqué de fresas y un botecito de leche de plátano—. Luces como si fueras a desmayarte, necesitas esto más que yo.

Entonces desapareció por el pasillo, dejándola mareada a la mitad del mismo.

Después de comer la mitad del panqué en el baño y tomar toda la leche, Koharu se dirigió al salón. No quería desmayarse, de por sí todos hablaban de ella, no quería otro problema sobre sus hombros.

Al entrar lo primero que vio fue a Jaehyun mirándola fijamente con ojos llenos de preocupación, mientras Doyoung le susurraba algo al oído y tomaba su hombro, impidiéndole al castaño correr hacia ella. Se decantó por no hacer caso, suprimir sus sentimientos y caminar hasta donde la hermosa Sooyoung (o Joy, como todas la llamaban) le saludaba con la mano de manera entusiasmada.

—No puedo creer que por fin podré compartir asiento con una chica —exclamó mientras sonreía de oreja a oreja.

Koharu hizo una pequeña reverencia.

—Hola...

—Déjate de formalidades. Seamos amigas —Joy le extendió la mano y Koharu rápidamente la tomó—. Park Sooyoung, un gusto conocerte, por favor dime Joy.

—Nakamoto Koharu, es un placer —respondió tímidamente.

En ese momento y rompiendo con todo entorno mágico que se comenzaba a crear a partir de la presentación, la maestra Bae entró al salón de clases.

Y entonces comenzó lo extraño (como si su día no fuese lo suficientemente extraño de por sí).

—Buenos días, clase —saludó la hermosa mujer.

—Buenos días, señorita Joohyun —respondió la clase en unísono.

—Como les dije ayer, haremos parejas para el proyecto de fin de parciales —la maestra miró a Koharu por un par de segundos antes de continuar—. El proyecto consiste en formar un cuento infantil, de cualquier género, pero que contenga la esencia de cada uno de ustedes.

Para Koharu no era difícil escribir la historia. Lo complicado sería romper el hielo con su próximo compañero de proyecto.

—¿Será por parejas de pupitre, señorita? —preguntó Kim Dahyun desde el fondo del salón, abrazando el costado de Son Chaeyoung.

—No —acotó la maestra. Puso un frasco de vidrio sobre la mesa con varios papelitos doblados dentro. Entonces los sacó y comenzó a nombrar a varios alumnos ante la mirada de terror y el corazón sobresaltado de Koharu—. Park Sooyoung y Dong Sicheng. Im Hyolyn y Jung Jaehyun.

Koharu sintió que todo el peso caía de su espalda al escuchar aquello. Cualquier otra persona sería mejor como su compañero que Jaehyun o Hyolyn. Cualquier persona, en serio. Vio a Hyolyn saltar sobre su asiento y aplaudir como niña pequeña, y a Jaehyun reírse con sorna. La japonesa frunció el ceño en extrañeza.

—Nakamoto Koharu y Lee Taeyong —dijo la maestra.

—¿Ya podemos sentarnos con nuestra pareja, señorita? —preguntó Hyolyn, fingiendo inocencia.

—Esperen... definitivamente Lee Taeyong necesita a alguien con más experiencia en el ámbito de la literatura, dadas las circunstancias del año, cuando el señor Lee me entregó un cuento de cuatro líneas —la maestra lo vio con seriedad y Koharu sintió a Joy reír mientras miraba a Doyoung y a Jaehyun intercaladamente. Jaehyun miraba a Taeyong, y entonces los cuatro miraron directamente a Hyolyn, con miradas burlonas—. Tú, Hyolyn, trabajarás con Lee Taeyong. Nakamoto y Jung, ustedes trabajarán juntos.

Los rostros de Koharu y de Hyolyn palidecieron con fuerza estrepitosa. La piel de la japonesa se erizó. Y entonces lo comprendió.

Lo comprendió cuando la maestra la miró fijamente a los ojos.

No sabía cómo, ni cuándo, ni por qué. No sabía en realidad de qué se trataba todo aquello.

Pero el plan de Doyoung, Joy, Taeyong, Jaehyun y la maestra Bae había salido a la perfección.

sad line◎Jung Jaehyun◎NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora