¿Salchicha?

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Emma Pov

El viaje a Seattle fue tan divertido. Hice un CD con nuestras canciones favoritas y pasamos las dos horas y media del camino cantando con las canciones y haciendo elaborados movimientos con las manos que pegaran con ellas. Recibimos las expresiones más divertidas de los coches que nos pasaban, pero no nos importaba, estábamos pasándonoslo muy bien.

Tenía las entradas en la mano y estábamos inundadas por el olor de las apetitosas comidas que estaban preparadas en un bufé a nuestra derecha. "Buenas entradas nos dio Angela," murmuré. Vane y Carlie asintieron con la cabeza para mostrar que estaban de acuerdo. Cada una nos hicimos un plato con la comida y pedimos bebidas del bar y nos sentamos junto a una mesa desde la que se contemplaba todo el estadio.

"¡Ooh, quiero uno de esos dedos de espuma Emm! ¿Dónde los podemos conseguir?" preguntó Carlie con una enorme sonrisa en la cara.

"Apuesto que hay un puesto de recuerdos en alguna parte de este nivel que los tiene. ¿Por qué no vas a darte una vuelta y nosotras te esperamos aquí?" Ofrecí. Carlie gritó, cogió su monedero y se fue corriendo hacia uno de los caballeros con uno de los dedos de espuma. Él sonrió y señaló la dirección del puesto donde lo había comprado. Ella se fue como una bala y no reapareció hasta quince minutos más tarde. Vane y yo estábamos a punto de ir a buscarla cuando de repente, alguien nos llamó la atención.

Por el rabillo del ojo vimos una chica que parecía un duendecillo llevando un sombrero de los Seahawks, un jersey, una bufanda y por supuesto, un dedo de espuma y que estaba saludándonos frenéticamente.

"¿Carlie?" preguntó Vane mientras levantaba la visera de la gorra para poder verle bien la cara. "¿Qué demonios te ha pasado? ¿Te has caído en los vestuarios y te has convertido en la mascota honoraria del equipo?" preguntó horrorizada.

"No, Señorita Aguafiestas. ¡Sólo estoy intentado mostrar espíritu de equipo! ¡Mira, también he comprado sombreros para vosotras!" En su mano había dos gorras que pegaban exactamente con la suya. Vane parecía horrorizada, estoy segura de que estaba imaginado lo que el sombrero le haría a su precioso pelo. Yo, en el otro lado, me encogí de hombros y me recogí el pelo rápidamente en una cola, lo saqué por la parte de atrás del sombrero, y me lo puse con orgullo en la cabeza. "¡Vamos Seahawks!" dije batiendo mi puño en el aire. Vanessa se puso el sombrero de mala gana y gruñó "Sí... vamos..."

Acabamos de comer y volvimos a nuestros asientos que estaban en la hilera frontal del nivel del club. Vane tenía los prismáticos pegados a la cara la mayoría del primer tiempo evaluando las traseras de todos los jugadores de Seahawks. Una vez que eligió su culo favorito, decidió a mitad del segundo tiempo, que quería comprar su jersey de una de las tiendas del estadio. Le di las entradas para que pudiera volver al nivel del club y encontrarnos de nuevo. Carlie y yo nos quedamos, disfrutando el resto del partido.

Media hora había pasado, cuando Vane finalmente volvió, llevando su sombrero, el nuevo jersey y una expresión de total cabreo en la cara. "¿Qué te ha pasado Vane?" preguntó Carlie. Aparte de su furiosa cara, Vane estaba fabulosa en su camiseta. De alguna manera, se las había arreglado para cortarla de manera que era más como una media camiseta en vez de un voluminoso jersey. En su mano había una pequeña bolsa de palomitas cuando se dejó caer en el asiento que estaba a mi lado.

"Ugh... ¡los chicos en los partidos de fútbol son tan cerdos!" Había veneno en su voz mientras hablaba. "Bueno, dejo el nivel del club para buscar mi jersey, que lo encontré, sin problemas. Después de una excursión al cuarto de baño para hacer algunas alteraciones menores, era algo que se podía llevar así que me cambié y empecé a volver hacia aquí. Decidí parar en un puesto antes de volver al ascensor porque las palomitas olían muy bien. Mientras estaba en la cola, esperando mis palomitas, ¡el chico que había a mi lado se agacha y me coge el culo!" Carlie y yo empezamos a reírnos porque las dos sabíamos lo que Vane hacía cuando los chicos la tocaban sin su permiso, les golpeaba y les tiraba al suelo.

Boicots y Moscas de BarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora