44. La Oscuridad

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Minutos antes de la cena navideña.

Algo no anda bien conmigo, todos los sonidos a mi alrededor parecieran intensificarse: el estruendo que hace la chef al ordenar las cacerolas, Jennifer cortando las rodajas de zanahoria, Marisol masticando los snacks; incluso, puedo escuchar y sentir los latidos de mi corazón, mi mente se siente tan inquieta... No me estoy sintiendo bien.

—Jen, voy a ir a tomar algo de aire, creo que el calor de la cocina me está afectando.

—¿Quieres que te acompañe al jardín? —se escucha algo preocupada.

—No, no... Yo puedo ir sola.

—Ok, cualquier cosa me avisas —asiento a lo dicho por Jen e inmediatamente salgo de la cocina.

Me estoy asustando, nunca me había sentido de esta manera..., es como si la oscuridad...

«No, no, no...», se me hace difícil tranquilizarme y siento mucho miedo, la luz de las lámparas parecieran querer lastimarme con su intensidad.

Justo ahora debo verme como misma loca corriendo por el pasillo, así que con brevedad y rudeza abro la puerta del baño, entro y tranco la puerta, y, mientras intento normalizar mi agitada respiración, me concentro en el reflejo del espejo.

—Soy una mujer pacífica, misericordiosa y de mucha fe —trato de convencerme, pero no parece tener efecto en mí, necesito intentarlo varias veces—. Soy una mujer pacífica, misericordiosa y de mucha fe —repito pero mis miedos no disminuyen, ¡va aumentando!—. Soy una mujer pacífica, misericordiosa y de mucha fe —vuelvo a repetir mientras esta oscuridad se desata, está creciendo dentro de mí, me hace sentir molesta, con una ira inexplicable, me pone a la defensiva, como si presintiera algo malo—. Soy una mujer pacífica, misericordiosa y de mucha fe... ¡Oh por Dios! —grito espantada al ver el cuerpo de Dimitri reflejado en el espejo.

Rápidamente volteo la mirada tras mi espalda, pero no encuentro a nadie, en definitiva, estoy enloqueciendo, no puedo detener esta oscuridad, me esta dominando..., me ha vencido.

Valentía...

Ferocidad...

Despreocupación...

Apatía....

Coraje...

Esta es la oscuridad que había reprimido durante toda mi vida... y se siente muy bien.

Ahora siento que puedo enfrentarme a lo que sea que me tire el mundo, sin miedo a nada ni a nadie. Antes temía que aquella oscuridad llegara y me arrebatara todo lo que soy, pero ¿qué podría perder?, si nunca he tenido algo significativo, siempre he sido una mujer vacía, débil, miedosa y sumisa.

Me agrada esta nueva «yo», me siento tan poderosa, tan bien... Con esta oscuridad me siento segura de lograr todo lo que me proponga.

Así que, con mucha determinación, abro la puerta y salgo del baño...

—¡Wow, cuidado! —dice quien por poco se estrella conmigo.

—Disculpa —me dirijo a la morena de cabello rizado y hermosos ojos color miel—... ¿Y tu de dónde saliste?

—De un Tesla Roadster.

No entendí, jamás he sido buena para las leyes físicas...

—¿Eres...?

—Carole Hikari, y supongo que tu eres el famoso buitre que, con solo escuchar la palabra «muerte», vino volando de una vez.

Me acerco lo suficiente a ella y empiezo a jugar con uno de sus risos.

De Monja A MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora