59. La Próxima Cita

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El señor Jeremy se pregunta: que dónde yo estaba metida; «señor, yo vivía metida dentro de unas hermosas aguas termales, tal cual cisne en estanque floral, hasta que llegó asechando un chacal de cuello blanco y me sacó de aquel lugar».

Mi primera clase de manejo de arma ha terminado por hoy, en ella me enseñaron a diferenciar los diferentes tipos de armas, sus funcionamientos y hasta algo de historia. Por ejemplo, ahora sé que el arma que tengo guardada en casa es una semiautomática de 9mm, es la que le pertenecía al difunto Peter... Que Dios lo tenga en su gloria.

—Hasta mañana, señor Jeremy —me despido antes de salir de la armería.

—Adiós, que tengas una buena noche, Inocencia.

Me encuentro bajo una estrellada noche, el frio ya no arremete con tanta fuerza, esto me permite esperar a mi hermano, tranquilita y juiciosa, parada frente a la puerta principal del local, sola y algo aburrida... solo espero y no demore en llegar; mientras tanto, me pongo a pensar en mi nueva relación romántica, en mi flaco y bello novio, quien de seguro se debe estar preguntando por mí.

Saco el celular de la cartera y busco el número de contacto de Richard, por suerte Alexis me enseñó a guardar mis contactos en algo llamado "El cielo", ¿o tal vez era "El aire"?... No, creo que el lo llamó "La nube".... Bueno, lo que entendí es que mis contactos están guardados en el Internet.

Entre mis contactos busco el nombre de Richard, y enseguida le marco a llamarlo.

—¿Aló, buenas noches? —responde en un tono varonil y serio. En el fondo de la llamada se puede escuchar el televisor, de seguro está en su casa.

—¿Richard?

—Sí, él habla. ¿Con quién tengo en gusto?

—¿No reconoces la voz de tu novia? —uso un tono seductor... o es lo que intento.

—¿Inocencia? —ha bajado su tono de voz, casi está susurrándome—. ¿Qué pasó con tu número de celular? ¡¿Te robaron?!

—No, no me robaron, imagínate que Delancis me regaló uno nuevo, con todo y chip.

—¿Por qué, Inocencia?... —claramente se le siente la severidad—. Ese fue mi primer obsequio hacia ti, y así lo desechas?.... —se escucha muy molesto,

—N-No lo he desechado, es solo que... —no puedo contarle la razón, pues él sigue siendo miembro de la policía, así que mejor guardo silencio.

—Sé que el celular que te regalé debe ser tremenda porquería comparado con el "posible" Iphone que te regaló tu hermana, pero el mío era especial, pensé que entenderías eso.

—Richard, lo siento, yo...

—Se supone que antes fuiste una monja, ¿no? —escucho como bufa de enojo —. ¿Acaso ya perdiste toda la humildad? ¿Te estás acostumbrando al lujo?

—Si tanto te ha molestado, está bien, cuando llegue a casa volveré a usarlo y guardaré el que me regaló mi hermana, porque sí, para mí es especial, por eso lo mantuve guardado en mi mesita de noche.

Un incómodo silencio se apropia de la conversación, en el fondo la llamada solo se escucha el sonido de la televisión.

—Esta bien, corazón. Discúlpame, es solo que me dolió, creí que por lo menos lo usaría por más tiempo. No tienes que hacerlo...

—Lo haré, mañana vuélveme a llamar a ese número.

—Oh, mi amor... Eres tan bondadosa... No sabes cuanto amo eso de ti

—Esta vez fui insensible, lo sé.

—No, ya olvidemos eso... Sabes, quería saber de ti desde hace rato, no sabía cómo comunicarme contigo.

De Monja A MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora