74. Dando La Cara

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—Señorita Hikari, cuéntenos, ¿dónde estuvo todo este tiempo? ¿Por qué nadie ha sabido de usted hasta ahora?

—Ino, no tienes que responderles —Alexis me susurra—, mejor espera hablar con el abogado.

No hago caso al consejo de Alexis y tomo un gran respiro antes de responder las preguntas.

—Toda mi vida se dio dentro de un monasterio, fui una monja de clausura, lo que significa que viví lejos de mi familia.

—¿Por qué salió del monasterio? ¿La expulsaron?

Aquella pregunta me hace recordar como perdí la serenidad de mi vida; todo fue por culpa de Dimitri Paussini, el apareció y todo mi mundo se derrumbó.

—No pienso hablar de mi vida privada.

—Señorita Hikari, ¿usted cree en la inocencia de su familia? ¿Qué tanto sabe del caso de la granja?

Y aquí vamos, directo a la candela, llegó la hora de hablar del tema del momento.

—Sé que mi familia es inocente, todos ellos están tras las rejas de manera injusta, aun cuando Dimitri Paussini ha aceptado sus crímenes, él ha confirmado frente a toda Inglaterra ser el propietario de aquella granja, y aun así la policía metropolitana de Londres no deja en libertad a mi familia, esto es una injusticia, esto solo es una psicosis por parte de los jefes de la policía, pues para ellos el capturar a mi familia ha sido un reto, una meta que necesitaban cumplir para llenar sus orgullos.

—Señorita, hablando de los jefes de la policía, hace unos minutos se dio a conocer la trágica noticia de una explosión que ocurrió en la residencia del jefe de investigación, ¿cree que Dimitri Paussini tenga que ver en esto?

—Estoy igual que ustedes... —trago grueso y bajo la mirada con mucha tristeza—, desconozco lo que pudo haber pasado, no sé si fue un accidente o un asesinato —levanto la mirada hacia las cámaras—. Es lamentable enterarse de tantas muertes, espero y todos los fallecidos logren estar en paz en el reino del señor.

—Señorita Hikari, usted dice que su familia es inocente, pero ¿Qué nos dice de Ermac Hikari? A su hermano lo encontraron en el lugar al momento de la redada.

—No pienso hablar de los problemas de adicción que tiene mi hermano, solo quiero pedir a las autoridades responsables que dejen libre a mi familia, ellos son inocentes, no tienen por qué pagar por los crímenes de Dimitri Paussini, por favor, señores, seamos justos y respetemos los derechos que tienen estas personas, estamos hablando de ancianos —necesito sollozar, así me veré más creíble—, de una madre que desea pasar el primer día del año con su hija, de trabajadores de la familia, de personas que ni siquiera comprenden el por qué están encerrados.

—Hikari, hay rumores que dicen que están planeando un escape para liberar por lo menos a Delancis Hikari ¿Qué mensaje tiene para estas personas?

—Que mi familia no es una organización criminal —logro soltar una lagrima—, ellos van a salir libres y lo harán de forma legal.

—¡Señorita Hikari...!

—¡¡No más preguntas por hoy!! —Alexis abre la puerta delantera del auto y me da un pequeño empujón para que entre, de inmediato lo hago y luego tranco la puerta.

Alexis corre hacia la puerta del conductor y, mientras tanto, los fotógrafos y los camarógrafos insisten en tomarme fotos y grabarme aun cuando estoy dentro del auto.

—Vámonos de aquí —Alexis enciende el motor del auto y enseguida empieza a avanzar, con mucho cuidado, en medio de los fotógrafos y de los reporteros que obstruyen el paso del auto—... ¡Maldición! ¡¿Acaso no piensan quitarse?!

De Monja A MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora