uno

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¿Irás al partido? — Haruto sonaba apresurado, estaba segura de que se estaba preparando para asistir al tan dichoso partido.

Metí el teléfono en la canasta de compras y lo puse en altavoz para poder escuchar bien a mi amigo mientras buscaba lo indicado en la lista de la despensa corta de mamá.

—Sabes que no puedo, Ruto, es viernes y debo hacer el almuerzo—. tomé la caja del Tofú y leí los ingredientes estrictamente necesitados por mi mamá para después meterla en la canasta.

Dile que vas a ir conmigo, yo te llevo—. Reí por lo bajo, ¿Que él me llevaría?.

—Haruto, sabes que no me vas a llevar. No tiene caso que insistas, hay una posibilidad nula, así que voy a cortar, salúdame a JeongWoo.

JeongWoo irá conmigo, vayamos los tres, Yoonie, ¡por favor!—. hice un puchero porque seguro con esa vocesita me convencía.

—Japonés, acepto, pero me debes un helado—. tomé una botella de aceite y me dirigí a la caja para poder pagar por las cosas que había hechando a la canasta.

Está bien, nos vemos, pequeña BimYoon—.  odiaba que me dijera pequeña. No estaba de más decir que yo sí era pequeña pero no tanto como para tener aquél apodo.

Al parecer supo que iba a decirle algo conforme a lo de pequeña y colgó rápidamente impidiéndome hacerlo.

—¿Sería todo?—. la cajera, y el pitido de la checadora de precios, me estaban apresurando, por lo que simplemente asentí con la cabeza y pagué con algunos billetes para después salir corriendo fuera de la tienda y tomar mi bicicleta.

Ya fuera, me aseguré de quitar el candado que hacía que mantuviera seguridad, para evitar daños de otras personas a mi preciada bici. Dejé la bolsa que llevaba la comida con mucho cuidado en la canasta y después, también el candado para luego subir y comenzar a pedalear con torpeza —ya que... bueno, mis pies no llegan del todo a los pedales— y cuando por fin tomé equilibrio, doblé en U para poder tomar el camino más largo a mi casa.

Sabía que eso haría que mi mamá se molestara, pues necesitaba los ingredientes para hacer la merienda —aunque cómo es viernes, me toca a mí.—la tengo que hacer yo, sin embargo, debe tener hambre.
El camino me llevaba a un hermoso parque del fraccionamiento en el que habitaba. Parque al que recurría cada vez que me sentía intimidada o triste. Parque en el que, según muchos, cupido deja sus flechas cuando están enamorados, y es un bonito lugar de declaraciones. Parque al que acudían los estudiantes de la preparatoria, pues quedaba relativamente cerca de la especial, por aquí, algunos de mis compañeros habitan.

Aún hacía frío, por lo que mis labios estaba resecos y congelados temblando del frío. Mis manos estaban en poco cubiertas con las largas mangas de mi enorme suéter, que queda claro era una tallas más grande pues no era de mi propiedad. Gracias, hermanito.

Frené justo enfrente de una pequeña laguna que quedaba cerca de un árbol del tamaño del mundo, de flores rosas que caían conforme el viento. Aterrizan en el pasto o en el agua de la laguna que ahora probablemente estaba congelada. Allí era dónde solía sentarme cuando tenía que reflexionar sobre mis acciones, sobre mis malas notas, —nulas, aunque sólo tuve una verdaderamente mala, ese día fue el día en el que morí y reviví—. cuando quería concentrarme en algunas lecturas o simplemente a pasar la tarde junto a Haruto y JeongWoo.

Mi teléfono comenzó a vibrar en la prenda de ropa más enorme que llevaba. Supe entonces que la hora del almuerzo había comenzado y yo apenas iba a prepararlo.

Cuando me dí vuelta, mi sorpresa fue bastante al ver a un chico de cabellera rojiza en cuncliyas levantando algunos tomates con una bolsa justo debajo de mi bicicleta —que era bastante similar a la que me dieron en el super mercado—.

A Cupido Solo Le Queda Una Flecha ⋆ K. DoYoung [ treasure ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora