Capítulo 34:

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—Rebeka, ¿necesitas ayuda? —pregunta Taisen al llevar una bandeja vacía bajo su brazo, ya que estaba entregando las medicinas que un grupo de cinco herboristas habían recetado a cada herido.

—Estoy bien, grac- ¡AY! —Se queja al mismo momento en que lleva uno de sus dedos a su boca, al percatarse de que su escasa sangre fluye en torrente al ser un corte profundo—. Que descuidada soy… —murmura con una sonrisa al observar como la anciana que atiende la observa con preocupación—. Bien, señora, usted ya puede descansar, si no tiene sueño puede pedir algún postre de mi alumno o un simple libro o lo que sea. Espero que se encuentre mejor.

—Tranquila, jovencita, estoy mejor que nunca al recibir su trato —la anciana sonríe de lado—. Espero que me disculpes al haberlos juzgado mal.

—Eso ya no importa, señora —Rebeka se coloca de pie al cerrar su mano en un puño, tratando de tolerar ese ardor—. Descanse, dentro de un momento vengo a ver su proceso —ella camina con lentitud al tener cuidado de no pisar a los niños y ancianos que se encuentran durmiendo en el piso al no tener tantas camas disponibles, ya que esas están siendo ocupadas por los más graves al ser tratados por Magnus, Jesse y Alex.

Rebeka comienza a caminar con rapidez al oler sangre que podía ser más que tentadora en ella, y eso se refleja al comenzar a sentir como sus afilados colmillos rozan ferozmente en el labio inferior de ella. Lleva una mano a su boca al ocultar como esos colmillos salen en descontrol. Con paso a la cocina llega hacia la nevera donde toma un saché con un líquido rojo el cual es sangre del hospital que había visitado hace poco.

—No lo controlaste —Taisen entra a la cocina, haciendo que ella deje de beber esa sangre con desesperación, notando que el rostro de ese hombre que antes llevaba una barba y cabello largo hasta sus hombros, ahora lleva un rostro limpio de bellos, al igual que su cabello corto por arriba de sus orejas.

—Lo sé, gracias —ella dice con un poco de seriedad mientras él muestra lo mismo sin querer mostrarse así—. ¿Quieres un poco?

—Está bien, aunque soy vegetariano —él dice causando que Rebeka detenga sus movimientos para mirarlo con una ceja elevada, y luego largar una carcajada al largarle uno de sus pocos saches de sangre.

—Bien, bien, respeto tu preferencia.

—¿Qué? Las verduras son deliciosas, solo tomo sangre cuando es necesario. Lamentablemente no soy un vampiro de sangre.

—Ni yo tampoco, es por esa razón que no podemos controlar el hambre a la perfección, pero tampoco es que resistamos poco al ingerir poca sangre. Tiene sus lados buenos y malos —ella toma asiento en una de las altas sillas que se encuentra cerca de la isla.

—Por cierto, perdón por el embrollo que causé en el baile de los Wayland —él añade con seriedad pero en su mirar se puede notar que lo dice de corazón (en sentido figurado).

—Descuida, el pasado es pasado —ella observa su mano cerrada para luego fruncir su ceño.

—No lo hagas, gastarás más energía de la poca que ya tienes. Pronto amanecerá y tendremos que ir a la oscuridad —Taisen añade causando que Rebeka se sienta interesada en él. Es como un imán su personalidad, su atractivo y en ella eso es algo que una vez pasó. Esta vez nadie le ganará…

«Ojalá tuviera una confidente… Ay, Lucy» 

—Déjame ver —él toma la mano de ella, para tratarla con suavidad, delicadeza y mucho cuidado, como si temiera que esa mano se vaya a romper en mil pedazos. Su mirada verdosa oscura se concentra en ese corte el cual ya deja de sangrar, y por alguna razón Taisen le tranquiliza.

Hunters Of Eternal OlympusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora