capitulo 8

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El recuerdo de como nos conocimos

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El recuerdo de como nos conocimos.

Parisa.



Camino por el castillo en busca de mi padre, al encontrarlo sonrío al ver con quien está —padre, la ducha de mi habitación no funciona—el me mira.

—Parisa, estoy ocupado pero un rato la arreglo. Date un baño en otro de los baños— me da una sonrisa —. Lamento no poder acomodarla ahora.

—tranquilo, lo entiendo— salgo de ahí. Voy hasta mi alcoba, busco una toalla y salgo.

Camino por los pasillos hagas llegar a la habitación de una de las plebeyas, ya le pedí permiso para asearme aquí. Cómo la princesa puedo hacerlo y ya, pero me gusta más pedirle permiso y darle un aviso. Entro al baño, cierro con pestillo.

Al detallar el baño no es grande, tiene un solo jacuzzi cuando yo tengo tres más una bañera. Pero no digo nada ya que mis hermanos tan solo tienen uno como todos, solo que todos pueden salir e ir a la piscina, club, reuniones y fiestas. Mientras yo debo quedarme siempre en mi alcoba, eso sí mi habitación es al más pequeña del castillo hasta esta habitación es más grande que la mía. La mía es amplia pero no tanto como la de los demás, hasta los perros tienen su propio habitación más grande que la mía.

El agua artuficial cae mientras me despojo de mi ropa, al entrar le doy la espalda al agua echando mi cabeza para atrás. Trato de relajar mis músculos pero no puedo, el sentimiento de culpabilidad me vuelve a atacar.

“¿Por qué no puedo dejar de tener deditos de mantequilla?”

Me hecho todos los productos para el cuidado de mi cabello, para mi piel y también me exfolio de una vez.

Cierro la ducha pensando en todo y haciendo nada. Diría mi abuela.

Me miro en el espejo y veo mis ojos color blanco, me enrrollo en una toalla. Por alguna razón nunca supe cómo se me ponen de se color, solo sé que cuendo veo a mi primo o ese día viene se ponen de ese color. Es raro porque es como si presienten su presencia.

¿Saben cuál es mi color favorito? Entre el amarillo oro y el blanco perla prefiero los blancos.

Abro la puerta y me doy la vuelta para cerrarla —¿Eres Rosa?— una voz masculina hace salte del susto.

Me doy la vuelta y oh mi dios ¡Pero que mala suerte!.

—¿Otra vez tú? ¿Eres o no Rosa?— pregunta.

—es Rose, que se traduce a rosa pero su nombre en realidad es Rose— ve al punto —no soy Rose, solo que mi ducha no sirve.

—¿Ella sabe que estás aquí invadiendo su privacidad?— ¿Invadiendo? Aquí el único que hace eso es el.

La Corona Negra /The Crowns I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora