Una historia donde nuestro Tin Tin se enamora de una chica tan explosiva que con solo oír su apellido sabías que no debías meterte con ella, pero ahí iba Mirio y se enamoraba de la hermana mayor de Bakugō explosiones locas.
«Se siente como ¡Boom!»
❐...
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Y ahí estaba de nuevo, intentando acercarse, decidido a no rendirse.
Pero nada parecía funcionar, acercarse a la Bakugō no era nada fácil, podría jurar que ella a pesar de verse más calmada que su hermano era igual de explosiva que él.
¿Tal vez estaba en su ADN?
— Debería conocer a mis suegros para confirmarlo... — Murmuró algo emocionado por resolver aquella duda existencial.
Apenas volvió a la realidad buscó con la mirada a la chica de sus dudas existenciales, pero no lograba visualizarla por ningún lugar del jardín.
Estaba seguro que sería difícil encontrarla entre tantos estudiantes.
"¡Boom!"
O tal vez no.
Rápidamente corrió al lugar de la explosión y pudo ver como ambos Bakugō tenían el rostro explotado mientras que Igarashi los miraba negando.
— En verdad... ¿La mejor idea para ver quién tenía explosiones más fuertes era explotarse el rostro el uno al otro? ¿Es enserio? — T/n bufó al sentir la mirada de su mejor amigo mientras que Katsuki solo murmuró un "las mías son mejores".
— ¡Bakugō-chan!
Ese grito fue suficiente para que ambos hermanos sintieran escalofríos, la mayor por el cansancio de reconocer esa voz y el menor por el simple hecho de oír su apellido con un "chan".
— ¿Acaso no entendiste? Creí que había dejado todo claro. — T/n se cruzó de brazos mientras se sentaba como indio.
— Yo también deje claro todo, dije que no me rendiría ¿Verdad? ¡Forzaré un milagro si es necesario! — Al oír esa positividad Katsuki sintió arcadas.
— Que puto asco, se parece al nerd ¡Que puto asco! — Volvió a gritarle a su hermana. — Si lo aceptas te desheredo, no quiero un nerd rubio como familia ¡No dañes la raza, maldita sea! — La miró con cierta angustia.
— Primero que nada, tú no me das la herencia imbécil, no tienes ni un peso. — Le pegó un zape. — Y segundo, yo tampoco quiero dañar la raza. — Concordó y miró al chico de tercer año frente a ella. — No me gustas. — Declaró seria.
— Lo sé, pero tú a mi sí. — Al oír eso la chica reprimió un insulto y miró suplicante a su mejor amigo.
— Akihikooooo.
— No me llames con ese tono, es tu problema no el mío. — El de segundo año se mantuvo al margen.
— ¡La puta madre! — La chica gritó con molestia. — ¡No me gustas! ¡No eres mi tipo! ¡No quiero hijos con ojos raros! — Gritó ya frustrada intentando que el rubio la odiara o siquiera se sintiera ofendido.
