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Lin y Brian decidieron contarles la verdad a Carla y Estrella que quedaron asombradas.

-Déjenme ver sí entendí, ¿el huevo fue antes que la gallina?
¿Cómo es éso posible sí la gallina no lo puso?- preguntó Carla, mirando a los chicos con seriedad.

-Pero sí la gallina no salió del huevo, no existe.- respondió Lin con completa seriedad mientras las chicas asentian, comprensibles.

Verdades verdaderas que hacen ver la verdad como ésa, era en verdad algo que se debía aprender en la escuela.

-Por cierto, a Héctor le gusta Sam.- dijo Brian, de manera tranquila, mirando a los lados, como todo una vieja chismosa.

-¿Recién se dio cuenta?- preguntó Estrella.

-Yo los shippeo desde antes de aparecer en la historia.- dijo Carla, mirando sus uñas con orgullo.

Era obvio para ellas que a Héctor le gustaba Sam, después de todo, ella le regalo una hamburguesa.

¿Quién no se enamoraria sí le regalan una hamburguesa?
Sólo una persona sin corazón que le gusta patear cachorros no lo haría.

-¿Tienen una idea para juntarlos?- preguntó Brian, queriendo acabar con todo éso lo más rápido posible.

Esto no es una historia de romance, así que ya se estaban aburriendo de éso.

-Yo tengo una idea.- dijo Carla mientras sonreía.

Todos la miraron, curiosos.

¿Cuál será la idea de la chica?

Seguro que era un plan infalible que ni Héctor podría arruinar, después de todo, es su amiga de la infancia y seguro lo conoce mejor que nadie.

En una habitación a prueba de sonido.

Héctor y Sam estaban atados en una silla, de brazos y piernas, en diferentes esquinas, habiendo una mesa con una hamburguesa en el medio de la habitación.

-¡Ésa hamburguesa será mía! ¡Sueltenme!- gritó Héctor, con sus ojos llorosos.

La pobre hamburguesa se veía tan sola y con ganas de ser comida por alguien.

Sus amigos eran crueles.

-¡Ni lo pienses! ¡Compraron ésa hamburguesa con mi dinero, debe ser mía!- gritó Sam, intentando liberarse.

No era muy fan de la comida chatarra, pero no iba a perder dinero en vano.

Mientras que afuera de la habitación, viendo todo desde una ventana que sólo dejaba ver por un lado.

-¡¿Ése era tu plan?!- gritaron Estrella y Brian, mirando a Carla.

¿Qué clase de idea tonta era ésa?

-¡Shh! Callense que esto se pone bueno.- dijo Lin, comiendo palomitas y viendo muy felíz como Héctor sufría por no poder tener su hamburguesa.

Se sentía tan bien por ver sufrir a ésa cosa que dice ser humano.

Mucho, mucho tiempo después (5 minutos)

Héctor y Sam ya no luchaban más para liberarse, los dos se quedaron ain fuerzas y creían que posiblemente mueran en ése lugar.

El chico miró en dirección de su amiga y sonrió.

Sí debía de morir ése día, le diría la verdad.

-Sam, tengo que decirte algo muy importante.- dijo el rubio.

La chica, con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó la mirada y miró a su amigo, esperando a que hablé.

-La verdad es que yo... yo fui el que le dibujó bigotes a todas las personas de tus libros, haciendo que las maestras se enojen contigo.

-¡¿Fuiste tú?! ¡Sí alguna vez nos liberamos de esto, te asesinare! ¡¿Me oiste, Zapato?! ¡Te asesinare!- gritó la chica, muy enojada.

Ésa fue la primera vez que las maestras se enojaron con ella y todo por culpa de ésa mala imitación de muñeco Ken barato.

-Y también me gustas.- dijo el chico como sí éso no fuese importante.

-¡Tu también me gustas, te diría que sí salimos de esto me gustaría salir contigo pero la verdad es que te voy a matar, cara de... cara de... cara de lechuga!- gritó la chica, aún enojada.

Mientras que afuera, los amigos veían con confusión ésa rara declaración de amor.

Antes de liberarlos, mejor esperaban a que Sam se calme.

-Debo admitirlo, no creí que esto fuese a funcionar.- dijo Lin, aún alegré por ver a Héctor sufrir, mientras Brian y Estrella asentian.

No volverían a dudar de los raros metodos de Carla... y tampoco le volverían a pedir ayuda, por que prácticamente secuestro a Héctor y Sam.

-Sólo quedamos nosotros de solteros.- susurro Carla, mirando con una pequeña sonrisa a Lin que la miró con asombro.

-Sí, ¿una apuesta para ver quién deja antes la friendzone?- preguntó el de rasgos asiáticos, emocionado.

Carla no dijo nada, sólo sonrió mientras veía en dirección de los secuestrados, pero gritaba internamente por la idiotez de los chicos.

¿Será qué existirá algún buen espécimen humano macho que sí tenga cerebro funcional?

Una chica puede soñar, una bella chica como ella puede soñar.

Fín

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¡Hola!

Como alguien me pidió que escriba hasta esta parte, lo hice rápidamente ya que esto no era una historia de romance, pero terminó siendolo, digo, ¿quién no soño con ser secuestrado con tu amiga/o y ser atados, habiendo comida en el medio y no pudiendo alcanzarla, revelando sus sentimientos luego de ya darse por vencidos?
Seguro lo sueñan dos o tres veces cada hora.

Ahora sí, espero que les haya gustado la historia.

Gracias por su tiempo.

Hasta la próxima...

Hector y su vida normal (humor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora