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En tan sólo unos minutos, Eva había recordado toda su historia con Isabel.

Su amorío.

Sus secretos.

Sus risas.

Sus conversaciones.

Sus discusiones.

Sus corazones rotos.

Luego de que Isabel se mudara a España, siguieron en contacto. Seguían compartiendo lo mismo de siempre. Eso le llenaba el corazón de manera que sentía una inmensa felicidad.

Eva tenía razón en algo: pasara el tiempo que pasara siempre se volverían a encontrar. Daba fé que toda la vida sería así, que sus caminos podían separarse y juntarse una y otra vez.

Nunca pensó que la muerte sería aquel camino que las mantendría separadas por un largo tiempo. Nunca pensó que existía la posibilidad de no volver a encontrarse en esa vida.

Volvió a echarle un vistazo a su preciada foto. La apretó en su pecho mientras sentía cómo una ardiente lágrima recorría su mejilla.

Cómo ellas se conocieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora