Capítulo 16 La habitación del amor

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Cuatro días después de que Alexander se le declarara a Hermione, ella caminaba por un pasillo cargando sus libros, iba a paso rápido, no quería encontrarse con el Ravenclaw, en los últimos días él aparecía por todos lados queriendo llevar sus libros, ayudarle a estudiar o simplemente acompañarla a donde quiera que ella fuera.

Era un chico dulce, y eso estaba bien, solo que no era lo que ella buscaba en ese momento. Había aceptado conocerlo mejor en un intento de darse la oportunidad y tratar de olvidarse de Malfoy, todavía no podía decir si estaba funcionando o no. Y en esos días ella había ido a la sala de Menesteres por las noches a seguir investigando, el rubio no se había aparecido y ahora la ignoraba cuando se topaban en los pasillos.

Un día después de que el Ravenclaw se le confesara, había pasado un momento muy incómodo que involucraba a Alexander y a Luna. Él y Hermione paseaban por el lago negro –a petición de él- y Luna estaba recogiendo algunas raíces, cuando ella los vio puso cara de confusión y les habló sin pizca de vergüenza.

- ¿Hermione, qué haces con Jones? Pensé que tú y Malfoy ya serían novios, después de que los vi encerrados en el armario, creí que ya estarían juntos.

Ella hizo ademán de seguir hablando y Hermione tomó a Alexander del brazo y se lo llevó lejos.

Al segundo día se habían topado a Malfoy en un pasillo, ella reía sin muchas ganas por algo que le acababa de contar Jones acerca de una tarea cuando vio que el rubio se dirigía hacia ellos. Creyó que pasaría de largo, pero cuando estuvieron de frente, clavó sus ojos grises en ella y le habló.

- Me alegra que sí compartas parte de tu valioso tiempo con él. Se nota que sería un novio maravilloso.

El tercer día fue el peor de todos, Alexander quería saber que había pasado con Malfoy y ella le cambió el tema tantas veces, y lo ignoró otras tantas, pero de igual forma le empezó a doler la cabeza por el esfuerzo de fingir que el rubio era solo un amigo, porque no se sentía cómo uno, aunque no tenía idea de cómo se sentía.

Por eso, al cuarto día caminaba rápido por los pasillos, pero su esfuerzo fue en vano porque la voz de Alexander la hizo detenerse, cambió la cara de desagrado por una sonrisa cuando él llegó a su lado.

- Hola, Hermione, ¿dónde te habías metido en todo el día?

Él la tomó de la mano y la besó, a modo de saludo, Hermione trató de poner su mejor cara, y se limpió la mano discretamente contra la túnica.

- Alexander, hola, anduve aquí y allá en mis clases.

Él tomó sus libros para ayudarla y ella se los entregó sin muchas ganas, la verdad se sentía algo tonta por permitir que él hiciera eso, cómo si ella fuera una inútil y no pudiera hacerlo por sí misma, pero la sonrisa del chico crecía cuando ella le entregaba sus libros así que lo dejaba ayudarla. Caminaron por el pasillo.

- ¿Qué quieres hacer hoy?

- ¿Hoy? Tengo mucha tarea, no creo que podamos hacer nada.

- Te puedo ayudar con eso, vamos a la biblioteca más tarde.

- Ya quedé con Ginny, pero muchas gracias por tu intención de ayudarme.

- Iré con ustedes, puedo llevar a un amigo si quieres, o no, tú dime qué quieres.

- Así está bien Alexander, gracias.

- Sólo dime lo que quieres Hermione y lo haré.

Hermione suspiró, lo que quería era que él no estuviera de acuerdo con todo lo que ella quería. Necesitaba a alguien que debatiera, que defendiera sus opiniones y que se atreviera a decirle cuando ella estaba equivocada, alguien con quien una simple plática fuera un reto. Quería lo que Malfoy la hacía sentir, no quería al rubio, sino lo que le provocaba, ¿era tan difícil encontrar a alguien así?

Detrás del librero (Dramione +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora