Detrás del librero (Dramione +18)

Capítulo 2 La Peor Novia

Hermione podía jurar que nunca había oído al profesor Flitwick riendo. Lo había visto sonreír mucho en sus clases cuando ella hacía los encantamientos a la perfección, pero hasta ese día nunca había escuchado su risa y supo que a partir de ese momento, no querría volver a escucharlo nunca más, porque eso sería un recordatorio de la noche en que casi besa a Malfoy.

¡Casi besa a Malfoy! Un roce como el que compartieron no se consideraba un beso ¿o sí? Sentía que la cara se le había puesto muy roja. Cuando escucharon a su profesor reír, los dos se separaron lo más que pudieron del otro. Hermione podía jurar que la mano de Malfoy que la había acercado a él hacía un segundo, la había aventado lejos de él, incluso había sentido algo de fuerza en el gesto.

Y ella ahora tenía la cara roja de vergüenza, por casi besarse con él, por permitirle tomarla por la espalada y acercarla a él y ¡Ron! Ni siquiera había pensado en Ron, por merlín, ella tenía novio. Incapaz de darle la cara a nadie en ese momento se dio la vuelta hacía la pared, dejando al rubio más confundido que ella. Hermione quería gritarle que se fuera, que la dejara para que pudiera pensar con claridad en lo que había pasado.

Draco se sentía ¿asqueado?, no, no estaba seguro de que sentía en ese momento, pero no era asco. En su cabeza siempre había relacionado a Granger con la sangre sucia, porque bueno, eso era ella justamente. Era todo lo que en su familia le habían enseñado que estaba mal en el mundo mágico. Después ella se hizo amiga de Potter y él se hizo enemigo del cuatro ojos.

Por eso era que nunca había tenido contacto físico con ella, y siempre que se veían en Hogwarts -al menos antes de la guerra- se dedicaban a insultarse uno al otro, cómo si eso fuera lo natural. Después de Voldemort, cuando la guerra acabó, no era intención de Draco seguir molestando a nadie, se iba a limitar a ignorar a todo el mundo, pero no estaba en sus planes involucrarse con nadie y menos con Granger.

Vio como ella se sonrojaba y se daba la vuelta dándole la espalda. No quería involucrarse con nadie y mucho menos con ella. ¿Por qué casi la besaba? Todo era muy confuso, hacía mucho tiempo que no tenía contacto físico con ninguna mujer. Debía ser eso, que toda la posición anterior y el forcejeo, los roces, lo habían hecho actuar así. Era la cercanía de una mujer, sólo eso. Pero estaba hablando de Granger que además era una Griffyndor, nunca se fijaría en ella se esa forma. Por si fuera poco, era toda una sabelotodo y una aburrida.

No le debía explicaciones a nadie porque nada había pasado. Un simple roce que no llegó a más. Perdido en sus pensamientos por poco no se da cuenta de que las escaleras de caracol estaban descendiendo. Ladeó la cabeza como si eso le ayudara a oír mejor dónde estaban sus profesores. Un par de voces comenzaron a desaparecer en la lejanía y supo que ya podía largarse de ahí. Ahora estaban solos él y Hermione.

Y nada había pasado ahí. Por eso se podía ir y olvidarse de Granger, por eso debía caminar a la salida, a las escaleras, bajar del despacho de la directora y largarse a su sala común. Por desgracia sus pies pensaban diferente y lo llevaron directamente a dónde estaba la castaña. Seguía dándole la espalda, sacudía la cabeza cómo si dialogara con ella misma.

Draco levantó la mano hacía ella, "al diablo", se dijo. No supo porque lo hacía, no tenía verdaderamente ningún beneficio. Sólo supo que quería volver a estar cerca de ella. Cerca de una mujer, se dijo, cualquiera estaría bien. Y ahí tenía a una, cómo servida en bandeja de plata, sola e indefensa. Podía ser un idiota a veces, y sí lo estaba siendo en ese momento, primero por pensar en que se podía aprovechar de una mujer y segundo, porque Hermione Granger era una mujer que nunca estaba indefensa.

Así que dirigió su mano al hombro de ella y la jaló hasta que estuvieron en la posición de hacía unos minutos. Draco se pegó a su espalda, la sintió tensarse y dar un pequeño brinco ante la nueva invasión a su espacio personal. Ella se llevó las manos a su boca para evitar que él le impidiera hablar nuevamente, pero eso no sucedió.