Capítulo 15 Manos Calientes

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- ¿Qué estás haciendo aquí Malfoy? - después de recomponerse de la primera impresión de verlo ahí, Hermione se puso enfrente del escritorio.

- Ayudándote. ¿No me lo pediste ayer?

- Exacto, ayer, antes de que te pusieras a contarle a todo el mundo lo nuestro.

- ¿Lo nuestro? - le preguntó Draco enarcando una ceja.

- Tú me entiendes.

- Ustedes las mujeres están locas.

- ¿Disculpa?

- Tú me arrojaste comida en la cara y Weasley amenazó con dejarme sin descendencia con un cuchillo sí te hacía sufrir. Así que están locas.

- Tú tienes la culpa de eso.

- Si.

- ¿Y me lo dices tan tranquilo?

- Lo hecho está hecho, no puedo hacer nada al respecto, es cómo lo que hicimos aquí ayer, en la cama.

- Dijimos ayer qué seríamos amigos.

- No, tú lo dijiste. Y yo lo pensé mucho, créeme, casi no dormí anoche por eso. Pero llegué a la conclusión de que no puedo ser solo tu amigo.

- Hay, no. ¿Volvimos a lo mismo entonces?

- ¿A mí queriéndote entre las sábanas de mi cama? Sí. Pero no te presionaré.

- No cederé.

- Puede ser. Pero tampoco puedo ser tu novio, así que, sólo esperaré a ver qué pasa. Igual seguiré insinuando todo lo que te quiero hacer cada día.

Hermione negó con una sonrisa que no pudo evitar. Eso era tan Malfoy. Y ella estaba tan acostumbrada a eso, que se sentó junto a él y tomó el libro que había dejado a la mitad el día anterior, sin replicarle nada. Leyeron en silencio, hasta que Hermione sintió una mano en su pierna. Bajó la vista, aunque ya sabía lo que estaba pasando, vio el contraste de la piel blanca contra su piel morena, Draco había dejado la mano unos centímetros arriba de su rodilla.

- ¿De verdad Malfoy?

- Tú te sentaste cerca de mí.

- Se supone que yo tengo la culpa, entonces.

- Puede ser que en el fondo quisieras que yo te tocara.

- Sí, todo el día estuve pensando en que quería que me tocaras la pierna - le dijo sarcástica, después suavizó su tono de voz - ¿siempre has tenido las manos así de calientes? Hasta que no empezaste a acosarme yo hubiera pensando que tus manos eran frías.

Draco se sorprendió ante la sinceridad con que le había dicho aquello. No se lo ponía fácil hablándole de sus calientes manos. Comenzó a subir la mano por la pierna de Hermione, cuando iba por el muslo, ella se la quitó y la aventó lejos. Se levantó de la silla y la movió un metro lejos de él.

- Así está mejor.

- Qué aburrida.

- Ya ponte a leer, Malfoy.

Draco sonrió de lado, dejó el libro que tenía en las manos después de considerarlo inútil y tomó otro, volteo a ver a la leona, ¿sabría ella que cuando se concentraba en algo fruncía el ceño? ¿O que tenía un mechón de cabello directo sobre la frente? ¿Se daría cuenta de que mordía su labio con molestia, cada vez que pasaba una página del libro y no encontraba nada de utilidad?

Detrás del librero (Dramione +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora