Prologo

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Desde hace días un extraño sentimiento se apodero de mi. Había veces que se marchaba y regresaba al poco tiempo, no sabía precisamente a qué se debía, ya que hasta donde mi mente recordaba todo estaba bajo control.

La casa estaba vacía por lo que supuse enseguida que mi hija se había escapado de nuevo.

Esa chiquilla enserio estaba sacándome de mis casillas, sabía que estaba creciendo y que era normal querer escaparse para salir con sus amigas o algo así pero le había dicho que dejara de hacerlo hasta que mi conciencia estuviera tranquila.

Nuestro hogar era demasiado sereno a decir verdad, el poco ruido que había de vez en cuando en la casa se debía a mi querida hija quien cada vez que crecía se parecía más a su madre, mi difunta esposa Amara.

La noche estaba llegando y mi hija aún no llegaba a casa, impaciente comencé a caminar en nuestro pequeño hogar de adobe.

Recorrí demasiadas veces la cocina de madera fijándome de vez en cuando sobre el pequeño hueco en la pared que simulaba una pequeña ventana.

El pensamiento de que algo malo le hubiera pasando me invadió por completó pero a la vez me reconfortaba saber que había salido con sus dos amigas y una de estas era hija de un fundador por lo que siempre estaba acompañada de algún guardia.

Tratando de calmar mis ansias por salir corriendo de casa me senté junto a la mesa para dos de madera esperando tranquilizarme, no obstante todo fue lo contrario.

Mire ese punto exacto en la pared, aquel que sabía que ocultaba algo.

Tarde o temprano tenía que decirle a mi hija sobre aquello, ahora era lo bastante grande para irse si es que así lo quería, después de todo era un secreto y los secretos no eran buenos.

El sonido de la puerta me saco de mis pensamientos e inmediatamente caminé hasta ahí esperando ver el rostro de mi hija, sin en cambio y cuando abrí la puerta mi cuerpo se paralizó enseguida.

Conocía esas capas demasiado bien para olvidarlas, podía ver sus rostros debajo de los inmensos gorros obscuros y enseguida supe que nada iría bien.

Esa extraña sensación que llevaba invadiéndome hace días se hizo presente y ahora todo tenía sentido. Era por el.

Apenas me miró se quitó el gorro y su rostro quedó al descubierto. Tal cual como lo recordaba. Mi viejo amigo.

Se introdujo a mi casa sin pedir permiso y aquellos tres hicieron lo mismo.

Miraban en todas direcciones tratando de observar a mayor detalle mi pequeño hogar y yo solo podía pensar en que mi pequeña no regresara, no al menos hasta que ellos se marcharan.

 —Buenas noches padre —me dijo uno de ellos, aquel que siempre fue más apegado a mi.

—Te he dicho que no me llames así —conteste algo nervioso.

—No sea tan modesto, después de todo soy lo que soy gracias a usted —me agradeció y solo solo asentí pretendiendo que no me afectaba.

Ahora eran más altos que yo y mucho más fuertes. Habían dejado de ser los simples niños que alguna vez vi correr tras el inmenso jardín de su padre.

—Si. Es un débil bueno para nada... debiste darle al menos unas buenas pelotas —dijo otro de ellos estallando en risas junto al tercero.

Estaba lo bastante nervioso como para reír ante aquel comentario así que solo medio sonreí. 

—Escuche lo de Amara... lo lamento — hablo aquel quien seguía observando todo. Todos se callaron guardando silencio creando una atmosfera para nada agradable. Entonces hable: 

Dark truths (Oscuras Verdades)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora