Capítulo 37.

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Después de haber preparado fresas con crema y arroz con leche, ambos hombres se sentaron en el sillón de la sala para ver una película que ambos habían escogido (después de tanta insistencia por parte del beta).

Uno se sentó al lado del otro, el ambiente era cómodo, ambos estaban relajados, ninguno estaba incómodo, sino al contrario.

La película estaba reproduciéndose, pero el beta bostezaba de sueño, cosa que el alfa noto de inmediato, dejo a un lado el postre y volteo para observar al beta.

-¿Tienes sueño? Puedo irme para que descanses.-

El mayordomo limpio sus ojos y negó tras soltar un bostezó.-estoy bien. Descuida.-

Inseguro, el médico le tocó la frente tratando de analizar el estado de salud de aquel beta.-no tienes fiebre, será mejor que te cuides. Me voy ahora, necesitas descansar.-

-no.-Saúl negó y se recargo en el hombro del alfa.-tus feromonas son agradables.-

-¿Puedes percibirlas?-

Asintió.-tengo una anomalía en mi organismo. Aún siendo beta puedo detectar las feromonas de ciertos alfas y omegas.-

-he escuchado mucho de eso en el hospital últimamente.-

-¿Soy un monstruo?-

Daniel sonrió y negó rápidamente.-se les llama especiales o milagros, ya que la gestación de betas cómo tú, es mucho más complicado que el de un Omega recesivo.-

-¿Así de dulce y comprensible eres con todos?-

-solo con quiénes me interesan.-

El mayordomo enrojeció y se apartó un poco para poder bajar la mirada.-debo admitir que eres apuesto.-

El médico sonrió enternecido.-te lo agradezco. Me iré, deseo que descanses.-el alfa se puso de pie, pero antes de poder alejarse, el beta le sujeto de la camiseta.

El médico volteo curioso, pero el beta apartó la mirada con vergüenza.-súbeme a mi habitación.-

Cómo si de una máquina se tratara, el alfa obedeció de inmediato a lo que el chico contrario pedía.

Se acercó y lo cargo colocando una mano por detrás de su espalda y la otra por detrás de sus rodillas.-eres más ligero de lo que esperaba.-

Saúl se aferró al pelinegro y le indico por dónde debía ir. No era incómodo, pero si causaba un extraño sentimiento que no podía descifrar, o no lo quería ver.

Al llegar a la habitación indicada, el alfa depósito al beta sobre la cama con bastante delicadeza, pero jamás se alejo, se quedó estático observando al mayordomo debajo de él.

Saúl no era estúpido, que lo aparentara era distinto. Sabía que ese alfa lo miraba de una manera especial, no solo como un juego.

-¿Quieres quedarte conmigo?-susurro encantado ante la belleza del alfa.

-¿Estás seguro?-

-no me harás nada, ¿Cierto?-

-puedes confiar en mí.-

Ambos quedaron acostados en la cama, uno al lado del otro.

El silencio era cómodo, cómo si las palabras no fuesen necesarias, más sin embargo el beta se atrevió a hablar.

-no he salido con nadie desde hace mucho tiempo. No puedes esperar mucho de mi.-

El médico sonrió encantado, rodó solamente un poco para poder quedar de frente con el beta, quien estaba mirando solamente hacia el techo.

-solamente espero lo que me puedas dar. Además, no espero mucho, solo que me dejes estar a tu lado.-

Avergonzado, el beta le dió la espalda.-soy caprichoso y obstinado.-

-me gustan los retos.-

-puedo ser muy distante, pero en ocasiones muy pagajoso.-

-me quedaré a tu lado.-

-¿Que demonios es lo que ves en mi?-pregunto molesto mientras se daba la vuelta quedando de frente al médico.

El alfa sonrió y le acarició los cabellos con dulzura.-no lo sé. Pero no logro sacarte de mi mente, y se que no es solo por esa noche en la que perdimos el control.-

-de ahora en adelante no probaré nada de alcohol.-

-puedes beberlo conmigo cerca, te cuidare... Si no me provocas, claro.-

-¿Es fácil provocarte?-

-no siempre. Pero dudo que pueda contenerme contigo.-ambos soltaron una carcajada ruidosa, el alfa observaba encantado a ese beta, tanto que acercó su mano y le acarició la mejilla, logrando que el contrario se quedase quieto.-¿Puedo besarte?-

Un pequeño asentimiento de cabeza, y el beta le dió acceso al alfa para poder besarlo.

Sus labios se unieron rápidamente, pero eso no le quitó la delicadeza y dulzura que ambos se estaban brindando.

Al separarse, el beta sonrió. Se levantó un poco y se sentó en el vientre del médico.-sabes a fresas con crema.-

Sus caderas se movieron un poco, chocando con el miembro ajeno, logrando que aquel alfa se sorprendiera.

-¿Estás seguro de esto?-

El mayordomo se inclino y le beso con ternura la mejilla.-has de este un buen recuerdo. Está vez no vamos a tomar, quiero un recuerdo, no un dolor de cabeza.-

El alfa sonrió divertido, asintió y le acarició la espalda con suavidad.-seré gentil.-

Las caricias comenzaron a hacerse presentes, los suspiros comenzaban a intensificarse y la ropa comenzaba a desaparecer.

Entre besos y caricias ambos terminaron sin camisa, el alfa comenzó a besar y morder con suavidad aquellos botones rosados, cosa que le volaba la cabeza al beta.

Pero el celular del médico comenzó a sonar, logrando que el alfa soltará un gruñido de fastidio.

-¿No vas a responder?-

-debe ser del hospital, pero no deseo dejarte está vez.-el celular del alfa se detuvo, sin embargo, comenzó a sonar el del mayordomo.

-¿Quién es?-cuestiono el alfa un poco molesto.

-Taylor.-se levantó un poco y atendió a la llamada.-hola Taylor, ¿Todo bien?-

-Taylor está sangrando mucho.-hablo una voz agitada y desesperada al otro lado de la línea.

-¿Qué? ¿Dónde están?-

-del otro lado de la ciudad, no he podido contactar a mi hermano.-

Inmediatamente el mayordomo observo al alfa.-Taylor está sangrando.-

Daniel le quitó el celular, se le notaba preocupado.-llevalo al hospital más cercano iré para allá ahora mismo.-

-de acuerdo.-

Ambos se levantaron de la cama y comenzaron a vestirse lo más rápido que pudieron, Saúl se encargó de llevar los papeles de Taylor, amaba a ese niño como si fuese su hijo, no estaba dispuesto a perderlo.

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SOLO QUERÍA UN BEBÉ. (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora