Limpio las lágrimas que no han dejado de correr por mis mejillas con la palma de mi mano, mi palpitación acelerada por el mal estado emocional en el que me encuentro.
Cuando Diane nos dejó a mi madre y a mí a solas, en una de las bancas afuera del hospital, consideré que sería un momento oportuno para informarle a mi progenitora sobre lo sucedido anoche, ya que podía ver en sus ojos que se moría por saber todo sobre el incidente.
Comencé a hablar de forma tranquila pero a los pocos minutos no pude contenerme más.
El nudo en mi garganta era tan agudo que me costaba hablar, el dolor y nerviosismo en mi estómago incrementaba con cada segundo que pasaba y sentía que mi cabeza iba a explotar.
Tenía miedo de hablar sobre lo ocurrido porque era como si estuviera aceptando y procesando todo lo que viví, lo cual traté de evitar por el mayor tiempo posible porque no quería recordar nada, ya que no sabía si podría volver sobrellevar el temor que sentí hace unas horas.
Y estuve en lo correcto, porque una vez que la primera lágrima salió, mis ojos se convirtieron en cascadas y hasta el momento no he podido detenerme.
Me asusta no poder parar pronto, pero es tanto el tiempo que tengo sin llorar, además de no expresar nunca mis sentimientos, que creo que mi cuerpo está utilizando esta oportunidad para sacarlo todo y liberarme de mis vibras negativas.
"Lo siento," me disculpo por la milésima vez con mi madre por mostrarme tan sensible. No es mi intención, pero no puedo evitar sentirme triste a pesar de saber que todos estamos a salvo.
Me aprieta con sus brazos mientras compartimos un abrazo, brindándome cariño y apoyo materno, "No tienes nada de qué disculparte, nena," me dice comprensivamente.
Drew siempre me regaña porque me disculpo por todo. Hasta en los momentos donde no hay motivo por el cual decir perdón, yo siempre repito esas palabras porque no quiero hacer sentir mal al otro. Prefiero ser yo la que reconoce su error a pesar de estar en lo correcto o no haber hecho nada malo.
No lo sé, es un hábito que debo cambiar pero se me dificulta mucho evitarlo. Tal vez algún día en el futuro lo logre.
Mi madre suavemente baja sus brazos para romper nuestro abrazo y me limpia un par de lágrimas con su cálida mano, "Me alegra que estés a salvo," me dice, su mirada angustiada.
"Cuando Diane me llamó para informarme sobre lo que ocurrió en la mansión yo también me puse como tú," me confiesa, una pequeña sonrisa en sus labios, "Me preocupé tanto por tu bienestar que no dudé ni un segundo en tomar el primer avión y venir a verte," me dice con su tono de voz dulce, algo que extrañaba de ella.
Diane nunca me comentó que se había comunicado con mi madre, razón por la cual me sorprendí cuando la vi cruzar por la puerta del cuarto de Drew.
Tal vez mi jefa quería alegrar mi día al traer a mi madre hasta aquí, lo cual acertó al cien por cierto, ya que cuando vi su rostro, mi día se iluminó completamente. Después de tanto tiempo por fin volví a reunirme con la persona que más amo en este mundo.
Cuando recién acepté el trabajo de niñera y dejé a mi madre sola en casa, después de haber vivido todo un semestre en otra ciudad para ir la universidad, sentí que la estaba lastimando al elegir este trabajo en lugar de pasar tiempo con ella, pero en realidad escogí venir no solo porque quería conocer Star Hill Palace, sino porque sé que trabaja arduamente para ayudarme a cubrir todos mis gastos y sería egoísta de mi parte no apoyarla y obtener ingresos para pagar mi educación.
Sé que mi pequeño gesto para contribuir no es mucho, pero en el futuro sé que lograré ser grande y la mejor en mi trabajo, y continuaré ayudándola a sustentar la vida que se merece.
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Soy la Niñera de Mi Jefe
RomanceMadison Holt comienza su nuevo empleo de verano en el vecindario más lujoso de Miami: Star Hill Palace. ¿Pero qué sucede cuando el esposo de veintidos años de su jefa inicia con coqueteos a espaldas de su esposa? ¿Estará solo bromeando o estará ocul...