Capítulo XII: Hermanos Zi

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No sabía qué había dado más miedo, ponerse de acuerdo con cuarenta o más nobles en menos de quince minutos, o el mensaje que recibieron después de semejante alboroto. Sí, había tenido el poder, le habían escuchado y habían llegado a conclusiones satisfactorias. Decidieron que bajaría un representante para escucharlo, el cual sería noble y por si acaso uno con algo de manejo de la espada. Iría acompañado por la misma cantidad de hombres que vinieron, es decir, treinta hombres armados. El mensaje que recibieron fue realmente raro.

Estaba escrito en otro idioma, claramente, pero era un simple papel con seguramente no más de una palabra. Todos estuvieron muy confundidos al verlo, sabiendo que era oficial deberían haberlo entregado con su mismo idioma, de hecho, sus padres nunca habían mencionado que en el reino al que iban hablaban otro idioma para cuando se fueron, por lo que aquello les había extrañado aún más. Mandaron a los expertos en idiomas de reinos cercanos a ver en qué idioma estaba, literalmente a todo costo. Podría ser un mensaje con literalmente cualquier cosa, desde la declaración de guerra hasta una pista de sus padres, sin embargo ninguno conocía tal idioma. Revisaron toda la biblioteca entera, y aún así no lo descifraban. Todos le preguntaban qué hacer, y hasta ella misma se preguntó qué hacer, porque en esa situación no podían mandar a los soldados a buscar en otros países, no estando bajo ataque de algún reino que no sabían exactamente cuál era, y menos aún después de tal mensaje. Terminaron decidiendo con la ayuda de Kay que buscarían entre los comerciantes del pueblo que más viajaban a alguien que conozca el idioma, sin embargo eso tenía un punto en contra: la cantidad de tiempo que llevaba.

Esos días estuvieron buscando los cuatro por separado en los libros que no eran precisamente legales de la biblioteca, libros del pueblo que podrían apurar las cosas, y aunque Xenia era la única del grupo que no había aprendido a leer, ella intentaba ayudar reconociendo los símbolos. Kay demostró haber estudiado bastante, de Brenda era de esperarse, pero él también terminó sabiendo varios idiomas y tomando bastantes buenas decisiones, reafirmando las sospechas de Camila: que había sido entrenado en todos los aspectos para intentar contrarrestar su único "defecto", sus características físicas.

Después de dos días de buscar en todo tipo de libros, tanto en la biblioteca como ocultos por Camila, supieron la respuesta definitiva. Nada. Absolutamente nada parecido a aquel idioma de simbologías raras, ni siquiera habían idiomas parecidos.

Entre tiempos obviamente hablaron, intentaron calmarse, sin embargo no podían jugar como antes. Su mayor distracción se había vuelto aquella familia de músicos, con la que empezaron a pasar más tiempo al darse cuenta que leer era muchísimo más ameno con música de fondo.

Una de esas tardes, a Brenda se le iluminó la lamparita. Les preguntó a ellos, con la nota en mano y todo, si es que conocían esas letras. Como era de esperarse dijeron que no, pero aún con los ojos brillosos, Brenda tironeó de Cami hasta la pieza de la misma con los otros dos siguiéndoles de atrás, deteniéndose en sus cajones. Sacó el tintero y la pluma—cosas que Xenia y Kay aún no sabían que tenían—, y se puso a copiar las letras del papel original a otro con mucho cuidado de no equivocarse. Camila creía que ya sabía por dónde iba la cosa.

—Kay, Xenia, ¿podrían cubrirnos en la biblioteca? Últimamente los consejeros nos dejaron con más libertades, pero uno nunca sabe...

—¿Qué van a hacer?

—Ir al pueblo y ver si alguien lo conoce personalmente. Según sé, los vendedores que más viajan son pequeños e inestables, contrario a los más grandes que fueron a buscar. Cami vendrá conmigo, porque ella puede ayudarme a no perderme y quizás conozca a alguien de utilidad.

—Perfecto. Xenia, Kay, ¿les parece bien?

—Está bien, pero Cami...—dijo Xenia algo dudosa—No vayas por mucho tiempo. Mientras vayas y hagas solamente lo que tienes que hacer, estaré tranquila.

Dos Reinas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora