Capítulo VI: Arte en conjunto

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El resto de ese día, para Cami, fue euforia pura. Hace mucho no se había sentido así. Al sentirse menos tensa a su lado, comenzó a hablar con más soltura de ciertas experiencias, haciendo que naturalmente Brenda le cuente de las suyas. Cuando decía experiencias, se refería a escapadas que habían salido distinto a lo normal. Nada relevante, pero gracioso. Brenda le dijo que una vez había peleado con sapos, le narró cómo huía de una abeja con su hermano de más pequeños, y hasta le contó situaciones en las que había estado en peligro y se las tuvo que arreglar, como la vez que por poco peleó con un predador para salvar a algunas cabras. La forma en la que las había narrado eran obviamente para reírse de aquellas experiencias, y el sol bajando junto al paisaje hacían que todo se sienta demasiado bien. Cami también dejó de lado su manera seria de hablar, contándole una de las pocas veces que salía de pequeña, que fueron cómicas y emocionantes. Ambas se dieron cuenta tarde que tenían que volver, y entre risas e insultos de parte de Brenda, se hicieron una buena corrida hasta la pieza de la mayor. Sinceramente, se había sentido viva.

Más tarde se quedó pensando, por suerte nadie se había dado cuenta, y había terminado de convencerse a sí misma de que en serio iba a dejar de ocultarse. Si se daba la oportunidad le leería cuentos, si ella quería podía enseñarle cosas de espadas, a ese punto por más que no se habían conocido hace mucho, deseaba tener una relación normal con ella. O no tan normal, porque nada de eso era normal, pero deseaba tener una nueva normalidad con ella.

Por eso se emocionó bastante cuando al siguiente día, que tendría que ser libre, ambos hermanos se les aproximaron luego de comer diciendo que habían decidido pasar un tiempo juntos. Xenia reaccionó un poco tarde, se vé que prefería quedarse pintando, sin embargo a Camila le costó no sonreír ampliamente.

Decidieron pasar el rato en el cuarto de Brenda, ya que según ella, como había invitado, decidía el lugar. Los grupos de dos eran marcados dentro de las cuatro personas, pero sorprendentemente, esta vez Camila y Brenda formaban parte de uno, y en este caso eran el grupo más hablador de los dos. Eso si hablar cosas sin sentido contaba como hablar, si no, andaban complicadas.

Esta vez Camila sí pudo ver bien su habitación al entrar, y no estaba nada mal. Cama de dos plazas en el medio, un sillón junto a la ventana, varias estanterías del lado contrario, una mesa con dos sillones pequeños... Más o menos como la suya propia, sólo que en esa se notaba la falta de elementos que tendría una habitación si serviría para vivir allí, como maquillajes, fotos, perfumes, y pertenencias personales de distintos tipos.

—Y bueno, damas y caballeros, bienvenidos a su humilde alberca, porque ni siquiera puedo decir que es mía—bromeó la rubia, haciendo que algunos se rían y otros sacudan la cabeza—. Quería, como siempre, adelantar un paso para ustedes tres, pedazos de lerdos, para que consigamos que nuestra estadía aquí sea más ligera.

—Cada tres palabras dos indirectas—murmuró Camila, respondiendo a la burla de Brenda, y haciendo que las risas esta vez apunten a ella.

—¿Eh, qué fue eso?—preguntó amenazante Brenda, mientras se acercaba a paso lento, y Camila aguantaba con muchas fuerzas la carcajada que quería salir—Ahora hasta te atreves a burlarte de mí... Pero qué confianzuda, princesa Camila... Veremos qué tan confianzuda serás para cuando estemos a solas.

Camila dejó salir un "Tss", en parte para retener el resto de risa que aún tenía adentro, en parte para provocarla más. La rubia se alejó lentamente de donde había estado—invadiendo su espacio personal—con su brazo derecho extendido y su dedo índice apuntándole, su cara expresando un claro "esto no ha terminado aquí". Igualmente, lo más gracioso fue ver las caras de Xenia y Kay al darse vuelta. Xenia tenía un "Qué carajos" impregnado en su cara, se podría decir que hasta un poco más exagerado de lo normal, y Kay... Kay era todo un poema. Él tenía una cara de "En qué te metiste" y "Qué le hiciste" a la vez, pero igualmente se notaba confusión y sorpresa en sus facciones. Si tan solo se hubiese quedado así para siempre, sería todo un reto para Xenia dibujarla.

Dos Reinas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora