Brenda estaba que trinaba. ¿Qué pitos se suponía que hacía ahora? Camila estaba ensimismada con su alrededor, en un estado de alegría que comenzaba a hacerse habitual ya que estaba trabajando de lo que le gustaba todos los días, y eso le encantaba. En parte le alegraba por ella, pero Camila seguía siendo muy ciega para algunas cosas, y en estos casos, de vez en cuando le daban ganas de clavarse una espada en... Bueno. No iba a hacer nada con putear en su cabeza.
Mientras, Camila estaba subida al caballo delante de Brenda, consciente de que las manos de la rubia se apretaban y aflojaban, pero había pensado que era cuestión de un simple pensamiento sobre la ciudad. Pancha, iba contando la cantidad de gente que lograron sacar de los trabajos ilegales, que claramente no eran todos ya que ese era un trabajo mucho más difícil de lo que se pensaba, pero por suerte iban en aumento. Le ponía muy alegre que la gente esté empezando a mejorar la calidad de vida, ya que era algo que ningún reino de los que conocía le nombró intentar cumplir. Después de un buen tiempo yendo y viniendo, intentando mejorar o aumentar los trabajos de los más pobres y sacar de los trabajos ilegales a las personas que los aceptaban con sus riesgos y todo, empezaba a ser querida por mucha gente, tanto a las que ayudó como personas cercanas que presenciaron los cambios. Realmente era un sueño hecho realidad. Aunque claro, por eso no percibía lo que la rubia pretendía.
Y en realidad, ni siquiera era algo que quería hacer en ese contexto, obviamente no iba a pedirle lo que quería pedirle en medio del trabajo y de la nada. Pero la verdad era que había estado intentando desde hace unos días que la castaña capte sus señales, y no lo lograba. Cuando al fin lo logró, casi que festeja con la castaña en frente y todo.
Sin embargo, Camila lo había captado distinto en el momento. Fue un día bastante raro, ya que no estaban siguiendo su clásica rutina de ir a dar una vuelta, charlar con Johann y luego con el resto de consejeros, merendar, revisar el orden interno del castillo mientras respondían cartas de Kay y Xenia, y la noche libre, a la que llegaban hechas polvo y simplemente se dormían. Habían acordado en que dos fines de semana al mes se dedicarían a viajar a la otra parte del reino, al igual que Kay y Xenia viajaban los dos fines restantes. Era una decisión que iba más allá del deber, ya que por más que ahora era más fácil viajar y la zona de entre medio se había convertido en algo que revisar, la verdad era que Xenia solía vivir en el anteriormente reino Jaén, y Brenda solía vivir en el Daren. Por suerte su reino se auto abastecía bastante bien, y gracias a eso no tuvieron muchos problemas cuando no todos los reinos quisieron hacer tratos con un reino de dos princesas, pero aún así para continuar con ese órden tenían que ver la manera de unir ambos territorios como uno de manera pacífica. Y qué mejor manera que unir a sus gobernadores.
Sin embargo, según Camila sabía, ese fin de semana fue uno de los días raros que les tocó justo a Xenia y a Kay las negociaciones con otros reinos, en este caso era uno más cercano a su territorio, entonces tenían el fin de semana libre. Y la noche anterior a ese finde, Brenda propuso lo que ella suponía que iba a ser obvio para la castaña. No lo fue.
La noche aquella era la del último día en el que trabajaban, sin embargo aún no se habían ido a dormir. Camila andaba acostada boca abajo, leyendo un libro de una saga de cinco libros enormes que se había enganchado. Brenda pensaba, Cami leía por trabajo, leía por gusto, leía por aprender... Le faltaba leer un libro de cómo ir a cagar y la tenía completa. Con amor. La verdad es que le encantaba que lea, solo que justo en ese momento la estaba frustrando.
Luego de pensarlo un poco, lo que hizo fue acostarse encima de la castaña, porque qué mejor manera de sacarla de su fanatismo había que molestándola. Sin embargo, Camila se había vuelto inmune a las molestias de la rubia, y estando en el segundo libro de la saga recién empezando a presenciar cómo los personajes interactúan de una manera que dejaba lugar a duda en su supuesta amistad... Brenda podía esperar. ¡Pero ambos personajes estaban ciegos y no notaban lo mucho que se gustaban aún cuando todas las pistas estaban allí! ¿Por qué eran tan tercos?
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Dos Reinas©
عاطفية¿Qué podría haber pasado si en la edad de los castillos, dos mujeres con inteligencia y ganas de libertad se hubiesen juntado? En este libro se podrán encontrar, principalmente, con Camila, una mujer fuerte, inteligente y sutil; y Brenda, una mujer...