Valió la pena haber perdido ese juego de ajedrez. Sobre todo, porque había obtenido mucha seguridad gracias a su charla. Luego de estar apachuchada como si de un peluche se tratase por unos quince minutos, Camila se secó las lágrimas y agradeció sinceramente a todos, bastante avergonzada, pero los demás la entendieron. Había pasado solo el tiempo de un partido desde que habían llegado, así que aún era muy temprano, por lo que decidieron simplemente continuar con el juego una vez se calmó el ambiente. Habían disfrutado por un buen rato los juegos, cuando más o menos a la hora del té, Johann llegó a la terraza con una pequeña canasta de galletas, y algo envuelto en su otra mano. Lucía algo nervioso, así que por más que en ese momento no venían hablando de nada raro, los cuatro pares de ojos se posaron con atención en la nerviosa mirada del hombre.
—Me avisaron que iban a estar aquí hoy, así que les... Les traje galletitas—admitió acercándose, dejando la canasta en el medio de los dos juegos.
—Muchas gracias—respondió Kay con sinceridad, pero aún así a la expectativa, al igual que el resto.
—Bueno... Ahora que lo pienso, fue algo maleducado de mi parte no haberle comprado a todos, pero aún así... Le traje a Camila algo.
—¿Huh?—preguntó indirectamente Camila, levantándose a la par de los demás y acercándose a Johann.
—En estas semanas no estuvieron mucho aquí, así que no pude hacer mucho. Pero desde hace un buen tiempo vengo queriendo agradecerte de alguna manera... En un principio no sabía cómo, y aún sigo inseguro de si este es un buen regalo, pero... Quería hacer algo al men-
—¡No te hubieses molestado! ¡Pero muchas gracias!—respondió Camila emocionada, agarrando la mano que Johann tenía libre para darle más sinceridad a sus agradecimientos. Realmente no esperaba ganarse regalos simplemente por hacer lo correcto, y mucho menos de alguien como Johann. Él sonrió algo avergonzado, y entregó el regalo un poco menos tenso que antes.
—Es un simple detalle, por favor sabe disculpar si no es adecuado. Y princesa Brenda, probablemente...—comenzó Johann, deteniéndose al ver la expresión que manejaba la rubia... Parecía que en cualquier momento iba a cometer un asesinato. Obviamente eso se detuvo una vez se dio cuenta de su expresión, la cual cambió a una sonrisa poco sincera—... Decía que probablemente tenga tu regalo en unos días, y que nuevamente lamento no haberlo pensado.
—No me es necesario un regalo, pero agradezco el gesto.
Johann quedó algo tenso después de esa contestación, probablemente culpandose por "su incompetencia", u algún otro pensamiento intrusivo por el estilo. Sin embargo, el contexto a su alrededor era completamente distinto. Camila y Brenda cruzaban miradas enojadas, una por reproche a la mala educación que había demostrado a su más fiel consejero, y la otra porque aquel "más fiel consejero" comenzaba a ser más cercano de lo que le gustaría. Sin embargo, ninguna de ellas captaba lo que quería decirle la otra. Por otro lado, Xenia estaba haciéndose cruces, y Kay estaba aguantando la carcajada que luchaba por salir. Esos dos sí sabían qué había pasado, y realmente no sabían cómo reaccionar.
Johann decidió retirarse después de eso, sin saber muy bien qué hacer, y como Brenda prefería no hablar del tema—alias no admitir que eran celos—, siguieron jugando para terminar la partida.
Peón por alfil, alfil come torre, rey come alfil. Ambos reyes quedan acompañados de un solo peón, y los contrincantes deciden que la partida queda en tablas.
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Dos Reinas©
Romansa¿Qué podría haber pasado si en la edad de los castillos, dos mujeres con inteligencia y ganas de libertad se hubiesen juntado? En este libro se podrán encontrar, principalmente, con Camila, una mujer fuerte, inteligente y sutil; y Brenda, una mujer...