Aquella falda no sólo me había conseguido aquel tenso y emocionante rato a solas con Alex, sino que la bola de nieve de atención masculina se había ido multiplicando y haciendo enorme. No solo recibí miradas y silbidos, también se acercaron a hablar conmigo chicos con los que no había intercambiado palabra alguna hasta la fecha. Un caso particular fue el de Kevin, el amigo inseparable de Eric.
Me dirigía al baño de chicas en el tiempo entre clase a clase y él me llamó con una familiaridad impropia, como si habláramos a diario y conociéramos los íntimos secretos el uno del otro.
-¡Eh, cookie! ¡Eve, bonita, espérame!
Me giré desconcertada. Reconocía su voz pero me rompía los esquemas que me hablase así, ¡y a mí! Cuando estuvo en la fiesta improvisada de mi casa apenas habíamos intercambiado un "hola".
-Hey.
-Menos mal que has parado, pensé que te iba a perder. Llevo todo el día queriendo hablar contigo, chica. ¡Qué difícil me lo pones!
-Ah... ¿es por Lana? ¿Quieres que le diga algo?
Eso pareció confundirlo. Frunció el ceño e hizo un gesto con la mano como apartando el tema a un lado.
-No, vengo a invitarte -fruncí los labios con desaprobación-. A invitaros. A Lana y a ti...-mi expresión debió suavizarse porque entonces continuó con más agilidad-. A invitaros mañana a casa de Eric. Hemos montado con varios amigos más un campeonato de pimpón y hay barbacoa y piscina. ¿Hace falta que diga más?
-¿Y por qué no nos invita él? Es su casa, ¿no? ¿Y por qué un miércoles y no en fin de semana?
-Vamos, no te hagas de rogar. Es cuando tiene la casa libre, además nos hemos repartido la gente para invitarla y yo he tenido la suerte de que me has tocado tú el día que más guapa vienes. Vosotras, quiero decir. Además, el campeonato es entre unos pocos a la tarde, luego nos bañamos y acabamos cenando pronto. Y a la cama a dormir. La de cada uno claro-dijo riéndose.
-Vaya, vaya, vaya. ¿De qué habláis vosotros dos? -preguntó Lana apareciendo de repente. Tenía los ojos ligeramente entrecerrados. Fingía confianza y despreocupación, pero el ceño lo mantenía fruncido.
-Nada cariño, le estaba diciendo a Evelyn que mañana a las seis os esperamos en casa de Eric. Te digo luego la dirección. Pimpón, piscina y barbacoa. Sin peros, ¿verdad?
-Allí estaremos-dijo Lana con una sonrisa. Su ceño se volvió liso.
Me giré a mirarla intentando transmitirle mis dudas, pero ella me ignoró. Cuando Kevin se fue ella me cogió de la mano y me arrastró hasta el baño.
-Cuando acabe la última hora nos vamos de compras. Necesito un bikini con extra de relleno.
Y así, arregladas en exceso para mi gusto con pantalones muy cortos y tops descarados, nos plantamos al día siguiente tras las clases en la casa de Eric. Se notaba una zona más adinerada que la mía. Los árboles de la zona estaban cuidados, las casas estaban mucho más separadas unas de otras y el terreno que cada una ocupaba era de considerable tamaño. El bullicio del interior de la casa ensordecía el resto. Una piscina a la izquierda rodeada por tumbonas y una explanada de césped. Dos mesas de pimpón, música muy alta y unas treinta personas. No acababa de comprender qué era lo que hacíamos allí. Kevin no me gustaba y Eric, si esperaba que continuáramos donde lo habíamos dejado en mi fiesta estaba muy equivocado. No tenía ojos, sentimientos ni raciocinio para nadie más que Alex. Se llevaba mis pensamientos a cualquier hora, daba igual donde estuviera o que hiciese. Me había capturado por completo.
-Pero si han venido las dos chicas más guapas del instituto-dijo Kevin apareciendo sin camiseta con dos vasos de plástico cargados de cerveza. Se podía apreciar a la perfección su torso musculado y el exagerado moreno de su piel. Llevaba una gorra hacia atrás dejando ver los numerosos pendientes en su oreja.
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Poemas Carnales
Romance"Ambos sabemos que está mal, que esto que hacemos no es correcto pero... Nunca antes había sido tan consciente de mi propio cuerpo y el placer que dos almas destinadas pueden proporcionarse la una a la otra, ¿hasta dónde pueden llegar las enseñanzas...