Capítulo 30 - Papeles

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Con el sonar del timbre comenzó mi clase menos preferida por la materia, pero la más deseada por quien la impartía. Literatura.

Como siempre sus movimientos me embobaban a otro nivel. Fantaseaba con que me tomara allí mismo, encima de esa mesa o donde quisiese. Si quería tener algo de intimidad con él antes del fin de semana solo se me ocurría una única manera de conseguirlo.

Empecé a charlar más de lo debido con Lana e incluso alzando la voz, intentando conseguir llamar su atención, pero a pesar de lo poco que nos conocíamos parecía conocer mis intenciones y me ignoraba. Hasta Eric se giró varias veces adentrándose en nuestra conversación, lo cual aproveché para ser falsamente amable con él e intentar poner un poquito celoso a Alex. Mi risa provocada por un chiste malo de Lana cabreó por fin al estimado profesor.

-¿Se puede saber de qué os reis tanto? -dijo dando un pequeño golpe en la mesa.

-Nada, nada... profesor -dije provocándole.

-¿Nada? Luego os quejáis de que suspendéis, como sigáis así os tendré que castigar -dijo enarcando una ceja. Nadie más que yo sabía las segundas intenciones de esa frase.

Siguiendo con el juego de su provocación, la conversación con Lana pasó a ser notitas y risitas entre nosotras. Simplemente nos poníamos gilipolleces, pero ella sabía mi intención y me ayudaba con mi cometido.

-¿Vais a parar de una vez? Mira, no paso ni una más. Srta. Sanderson, está castigada, después de clase se quedará a hacer unos ejercicios y como estén mal, dé por segura que va a suspender mi asignatura - gruñó delante de toda la clase.

-Eso no es justo profesor, yo también he estado hablando. ¿A mí no me castiga? -espetó Eric.

A Alex no le quedó más opción que proporcionarle las mismas condiciones de castigo. Quería darme una hostia por ponerlo en aquella situación.

-¿Se puede saber por qué has hecho eso? -le susurré a Eric.

-Tranquila, estoy acostumbrado y así te hago compañía -dijo guiñándome un ojo.

Me habían estropeado mi maravilloso plan, pasé el resto de la clase angustiada con la mirada fija en el papel. Volvió a sonar el timbre y esta vez no era santo de mi devoción.

Salieron todos del aula para dirigirse a sus respectivas casas y, como si de telepatía se tratara, Alex y yo suspiramos al mismo tiempo. Nos redactó varios ejercicios relacionados con el tema que estábamos dando y no nos iríamos hasta que los acabáramos. Esa era mi oportunidad, ser más lenta que Eric, aunque con lo mal que se nos daba a ambos la materia lo iba a tener difícil.

Pasaron más de cuarenta y cinco minutos y Alex, ya agobiado, nos reclamó los ejercicios estuvieran o no realizados. El simpático de mi compañero prácticamente se los tiró a la cara, supongo que con rencor aún por lo pasado aquella noche, y se dirigió a la puerta.

Tras entregarle yo los ejercicios me di media vuelta y provoqué que se me resbalara "accidentalmente" la carpeta al suelo, dispersando todos los papeles que llevaba dentro. Me agaché a recogerlos posionandome lo mejor posible para que vislumbrara mis braguitas de encaje.

-¿Te vienes Eve? -dijo Eric con una sonrisa ladeada, la cual ahora me parecía nauseabunda.

-¡Joder Evelyn, está todo mal! -gritó Alex pegando un golpe en la mesa.

Me quedé anonadada, no había visto nunca a Alex así. No sabía si su reacción conllevaba algo bueno o malo.

-No te preocupes Eric, ya nos vemos mañana, me quedo aquí a corregir -dije educadamente.

-Vale, pero que no te aburra mucho el vejestorio -dijo ya despidiéndose y torpe de mi, me reí en respuesta a su comentario.

-Cierra con llave -ordenó a mi espalda.

Me acerqué a la puerta sin rechistar. Sentí su calor detrás de mí, quise girarme pero me detuvo con sus grandes manos, comenzó a acariciarme desde los hombros hasta llegar al dobladillo de la falda. Su respiración pesada en mi cuello me provocaba escalofríos, sus dedos jugaban con el borde de mis braguitas. Las agarró con fuerza y estiró levemente hacia arriba haciendo presión en mi zona más sensible, excitándome.

-Así que... vejestorio, ¿eh? -pude sentir que sonreía en mi cuello.

-Eres más mayor que yo, no...le...falta...razón - dije entrecortadamente mientras comenzaba a estimular mi clítoris por encima de la delgada tela.

-Este vejestorio puede hacer que te corras en menos de un minuto -susurró en mi oído mientras hábilmente me separaba levemente las piernas, apartaba un poco de la tela y me introducía los dedos.

No pude evitar gemir ante aquella fantasía. Estábamos de pie, yo apoyada en la puerta de la clase mientras él me masturbaba.

Debido al gemido, Alex me tapó la boca con su mano libre y aceleró el movimiento entre mis piernas bruscamente. Estaba tan excitada que no tardé en llegar al orgasmo. Se separó dejándome necesitada de su calor. Me giré finalmente para verlo, sensualmente se lamió los dedos mojados. Ahora me tocaba a mí.

Toc,toc,toc.

Intenté recomponerme lo más rápido posible y prácticamente salté hasta el primer escritorio que había disponible para poder sentarme. Alex se acercó a abrir la puerta que habíamos cerrado previamente con llave y menos mal que tras el umbral de la puerta apareció la adorable Sra. Hendricks. Era imposible que esa mujer pudiera ver algo de segundas intenciones en lo que estaba pasando.

Intercambiaron algunas frases con el propósito de la reunión para las calificaciones del primer trimestre. Había pasado todo tan rápido, que no me había percatado que dentro de poco iban a ser las vacaciones de Navidad, y eso solo significaba una cosa.

Escapada a la Nieve.

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