Capítulo 4 - Regalo apropiado

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Dejé de oír, de ver y de ser capaz de articular palabra alguna. Aquel hombre, aquel varón confeccionado de arriba abajo a mi gusto por algún Dios, se había llevado consigo todo mi raciocinio.

Como a cámara lenta fui consciente de cada uno de sus movimientos, percibiendo la manera tan erótica en que se formaba aquel pliegue en su camisa a la altura del pecho, delatando la tirantez que provocaban sus músculos en la tela. Cuando se dio la vuelta para escribir un guion de los contenidos, sentí que el mundo daba vueltas.

Yo siempre había sabido que las espaldas podían ser sexys, pero la suya era una provocación en toda regla. Puro erotismo. Podía imaginarme arañando posesiva aquella pronunciada curva.

-Tía, que se te cae la baba. Contrólate un poco -dijo Lana dándome un codazo- Creo que has dejado de respirar.

Noté un sutil movimiento de cabeza en Eric, señal de que la había oído.

-Perdona... es culpa del sueño que tengo por lo de ayer. Me distraigo y no me concentro -dije sabiendo que era totalmente mentira.

Por alguna razón no quería que Eric se quedase con aquella sensación de mí. No desde nuestro baile del día anterior, al menos.

-A estas alturas no intentes mentirme. La verdad, no me extraña, está bastante bueno, pero aun así... hay algo en él que no me acaba.

-No lo sé -dije para que se callara. Me estaba distrayendo de ese océano azul que tenía por ojos.

Unos ojos que se habían detenido en los míos en un par de ocasiones provocándome un paro cardíaco. "No hay dos sin tres" pensé clavando fijamente mi vista en la suya esperando su respuesta. Tardó un rato, sin duda debía ser consciente de mi acoso y derribo, se hacía de rogar, pero al final me miró mientras hablaba de la lista de lectura que había para el curso. Su boca hablaba de libros pero diría que sus ojos me decían otra cosa muy distinta. ¿Estaba soñando? ¿Eran imaginaciones mías? Me mordí el labio inferior en respuesta.

No sé cuánto tiempo pasó, pero de pronto el timbre sonó sobresaltándome. El final de la clase había llegado y yo no había vivido nada más que escenas de contenido para adultos en mi mente. No me había pasado nunca que alguien ejerciera ese efecto en mí, y no me acababa de gustar, era alguien inalcanzable para mí. Un profesor. "¡Virgencita del sexo ayúdame con mis hormonas!"

Ni que decir tiene que el resto del día fue cuesta abajo. No hubo nada tan interesante como aquella bendita clase de Literatura. Menos mal que tenía a Lana para salvarme del hastío.

-Tía, tengo que contarte algo de anoche-dijo mientras conducía en dirección a casa.

-No te quería presionar, pero que no me lo hayas contado hasta ahora solo quiere decir que hiciste algo fuerte, ¿no? Apenas vi a Kevin. ¿Pasó algo?

-Pues en realidad sí. Empezamos con un Eric-Evelyn y luego...

-¿Cómo? ¿Un qué?

-Sí, ya sabes, tonteando y calentándonos un poco con el baile.

Solté una carcajada incrédula.

-Dime, por favor, que no has dicho lo que acabas de decir. Te voy a matar. Solo bailábamos.

-Nena, no le puedes dar lecciones de zorreo a la inventora del zorreo-me cogió de la mano y me miró intensamente-. Pero déjame acabar, no me discutas que ya sé que lo vas a negar. Vamos a la parte en la que te cuento mis pecados.

Suspiré. No había manera de convencerla de lo contrario. Negué con la cabeza.

-Que sí, que sí, que estabais bebidos y bailasteis pegaditos. Como todos, joder. Pero yo... hice algo más que no sé si me arrepiento.

-Cuéntamelo.

-Pues como te dijo hicimos un Eric-Evelyn y...-se rió-. Es broma. Estábamos tonteando, riéndonos. Le dije que yo no era como todas las chicas y que no iba a conseguir que pasara nada entre nosotros ni me iba a rendir a sus pies.

-¡Guau! Estoy muy orgullosa. ¿Entonces, qué es lo que hiciste?

-Eso... rendirme a sus pies... Literalmente.

-¿Cómo?

-Creo que fue la cerveza. Le metí mano en tu despensa tía, no sé. Quería demostrarle que no era como todas y acabé como una más. Ni si quiera me pidió mi móvil. Yo... tengo un poco de vergüenza, no sé qué esperaba.

-¿Pero eso cuándo? Si llegó la policía interrumpiéndonos.

-Llamaron justo cuando empezaba a meterle mano en los pantalones.

-Lo siento tía. Estos tíos están acostumbrados a triunfar y a esforzarse cero. Y ya conocer a una sola chica ni hablemos. Lo siento -dije abrazándola.

-Sabía que lo entenderías. Eres la mejor amiga. Me encanta que nunca me juzgues y que siempre estés de mi lado. ¿Qué haría sin ti? Creo que vamos a tener que casarnos si en quince años no encontramos a nadie, lo sabes, ¿no?

-Por supuesto. Ansío que no encontremos maromo-dije riendo.

Lana se rió con ganas. Limpió una de sus lágrimas entre la risa y el lloro y estacionó el coche en mi casa.

-Oye, no me has dicho nada. ¿Y tú y Eric? ¿Pasó algo?

-Que va. Me dio un poco de morbo en la fiesta por el alcohol y eso, pero en realidad nada de nada. No me va demasiado los de su tipo. Estoy segura que Kevin y él son iguales.

-No sé yo. Hoy estaba super pendiente de ti. Ha estado todo el día pegando la oreja a lo que decíamos.

Negué con la cabeza y le di un beso en la mejilla. Salí del coche con la mochila enganchada en un solo hombro y entré en casa. Mi madre estaba pasando la aspiradora.

-Mira quien ha llegado. La estrella del día.

-Lo sé -dije dándole un beso- ¿qué tal la abuela y el trabajo?

-Como siempre. Resistiéndose, pero bien. Ambos -rió-. Vete a la ducha que en un rato está la lasaña. Tienes un regalo en la cama.

La miré sorprendida y subí las escaleras de dos en dos. En mi cuarto había una bolsa negra sobre la cama. De su interior saqué una preciosa y muy escandalosa falda de polipiel brillante roja. Muy corta, con cordones a los lados. No pude menos que asombrarme de que mi madre me hubiese comprado aquello, pero resultaba ser extrañamente apropiado. Casi recordaba a una prenda de látex estilo Dominatrix. Sonreí satisfecha. Mañana, a segunda hora tenía Música con el profesor más atractivo del universo, y aunque él no lo sabía, tenía una cita conmigo y mi falda ultra sexy. Estaba segura de que no iba a poder quitarme los ojos de encima con ella.

Poemas CarnalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora