Capítulo 14 - En la mente del Lobo

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Menos mal que Jeff nos interrumpió porque no me hacía responsable de lo que hubiese llegado a pasar. Esa mujer hacia salir el lado más perverso de mi interior, pero no iba a quedar impune ante tal provocación, estaba jugando con fuego y se iba a quemar.

Proseguí con el resto de clases en el resto de cursos asignados y a última hora estaba en mi despacho, intentado corregir los trabajos sin éxito. No paraba de darle vueltas a lo ocurrido, había perdido los papeles, estaba bien jugar... pero se me estaba yendo de las manos. Sacudí mi cabeza con la esperanza de sacármela de mi cabeza. Recogí los documentos para más tarde continuar en casa, necesitaba ir al gimnasio a desfogarme.

Al abrir el maletero de mi coche vi la bolsa de aquella tienda de ropa íntima donde descubrí a Evelyn espiándome. ¡A saber qué pensaría de que yo estuviera allí! Nunca sabría que simplemente estaba comprándole un regalo a mi hermana. Sin darme cuenta estaba sonriendo por el simple hecho de recordarla. ¡Por Dios, ¿qué me estaba pasando?! Cerré el maletero con furia y conduje hacia el gimnasio, seguro que unos cuantos golpes al saco me sacarían esas ideas.

Tras unas horas con el entrenador no tenía fuerza física o mental, lo cual agradecía. Ya no quedaba nadie en el centro, por lo que me fui a las duchas directo. Dejé que el agua recorriera mi piel obligándome a cerrar los ojos, inmediatamente su imagen se me vino a la mente. Esas piernas blanquecinas entreabiertas encima de mi mesa, invitándome a entrar en lo más profundo de ella. Recordaba cada centímetro de su piel como si de verdad estuviera delante de mí. Inconscientemente mi mano se posó en la dura erección provocada por los pensamientos, necesitaba correrme y calmar el deseo de follármela de mil maneras.

Con la cabeza un poco más fría, salí de allí hacia mi apartamento. Al entrar dejé las cosas en el sofá, me abrí una fría cerveza y me fumé un cigarro en el balcón trasero. Había conseguido una casa con buenas vistas, podía ver toda la ciudad desde allí, ningún edificio me lo impedía.

Volví a entrar en casa, dispuesto a terminar de corregir aquellos trabajos de segundo ciclo. Me senté en el escritorio y encendí mi ordenador para poner un poco de música rock, al cabo de media hora ya lo tenía todo hecho. Levanté la vista y mis ojos se desviaron hacia aquel libro con el lomo rojo aterciopelado que me había regalado el día anterior, lo cogí entre mis manos recordando cada palabra salida de su boca. Deseaba besarla hasta perder el conocimiento, pero sabía que no podía ser. Era su profesor y ella mi alumna, aunque me encantaría enseñarle un par de cosas. Otra vez me encontraba sonriendo recordando aquellos pequeños gemidos que soltaba con tan solo acariciarla. ¿Cómo sería cuando de verdad la tocara? Mi erección apretaba contra mis pantalones ante aquellos pensamientos, quizá fuera lo mejor calmar mis impulsos masturbándome, no podía dejar que me controlara.

Al día siguiente llegué al instituto y fui directo a la sala de profesores, necesitaba un café bien cargado ya que el calor no me había dejado descansar. Abrí la puerta y para mi desgracia estaba mi compañera Samantha.

-¡Buenos días, Alex! -dijo con una alegría desmesurada.

-Buenos días, Samantha, solo venía para un café, tengo que ir a clase -dije secamente.

-Qué atento eres con tus alumnos, todos te adoran a pesar de lo severo que eres con ellos -dijo mientras se mordía el labio. En ese momento me di cuenta, no me despertaba el mismo sentimiento de empotrarla como me había ocurrido con Eve.

-Gracias por el cumplido, supongo - cogí el café y salí disparado hacia mi primera clase.

Mi cerebro me estaba jugando una mala pasada, fue la hora más larga de mi vida. Contaba cada segundo para que terminara la clase y dar paso a la siguiente, me tocaba clase con los de 12th grado, la clase de Evelyn.

Tardé un poco más de lo normal en ir para no volver a encontrármela por los pasillos. Tranquilamente fui andando hacia allí sin saber qué me podía encontrar. "Espero que hoy se haya comportado en su forma de vestir, si no..." Sacudí la cabeza tratando de alejar esas ideas, no quería entrar con una erección a clase.

Entré imponiendo orden por todo el barullo que había. Hice un repaso visual de toda la clase mientras sacaban los libros y libretas. Su mirada pesaba en mi pecho, me sentía observado de arriba abajo pero no podía volver a perder los papeles, disimuladamente pude verla. Agradecí a los dioses que hoy fuera con un simple vaquero, aunque la camiseta dejaba ver todo su escote. Daría lo que fuera por lamer sus pechos haciendo que se corriera solo con mi boca.

Intenté durante toda la hora ignorarla, sabía que le molestaba, pero no lo hacía para dañarla, sino por mi propio autocontrol. Al terminar la lección, los alumnos me abuchearon ante mi declaración del primer examen del curso que tendría lugar dentro de dos semanas.

Empezaron a recoger para salir disparados hacia la cafetería. Por el rabillo del ojo la vi venir con esa máscara de niña buena, pero no engañaba a nadie, por lo menos a mí, no. Esa mujer la cargaba el diablo en cada palabra.

-Disculpa profesor... -dijo mordiéndose el labio inferior. Aún quedaban alumnos rezagados en clase, era lista y sabía que tenía que cuidar su vocabulario.

-Dime, Evelyn, ¿qué te ocurre? -dije intentando no sobresaltarme.

-Es por el examen, hay algunos puntos de la lección que no me han quedado claros... ¿Podríamos quedar para realizar un repaso? -concluyó provocando a la bestia que contenía dentro.


Poemas CarnalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora