Caminaba por el pasillo del instituto con la mirada clavada enfrente. Las carpetas fuertemente agarradas junto a mi pecho y el paso decidido anunciando con los tacones mi llegada.
-¡Por fin te veo! Siento no haber podido recogerte hoy. El dentista ha sido un verdadero coñazo tía, pero estas perlas no se mantienen así por sí solas –dijo Lana haciendo gesto hacia sus blanquísimos dientes.
-No pasa nada, aunque ya casi ni recordaba cuánto costaba el bus ni como se cogía. Además, me he encontrado de todo dentro.
-¿Alguien digno de mencionar o todos esperpentos?
La miré, hice un gesto de desagrado como alguien que acaba de chupar un limón y ambas nos reímos. Empezaba a aflojar el nudo de mi garganta cuando la visión al fondo del pasillo de Kevin me robó la sonrisa de los labios.
-¡Amore! –lo llamó Lana haciendo gestos para que se acercase-. Mira que está bueno –me susurró antes de saltar a sus brazos.
Yo los miré inexpresiva, aunque tuve que ver en primera fila como él le metía la lengua hasta la campanilla y le apretaba descaradamente el trasero delante de todos. Acabé apartando la mirada incómoda. Kevin desvió la atención de mi amiga y me observó con una ceja levantada.
-Hola Eve –sus ojos chispeaban diversión y puro desafío.
Parecía invitarme a decirle algo fuera de tono o a comentar todo el asunto del mensaje, pero mis manos estaban atadas. Había tomado la resolución de protegernos a Alex y a mí a cualquier costa. Ante cualquiera.
-Hola Kevin -le sostuve la mirada-. ¿Has visto a Eric? Tengo que hablar con él.
-¿Y eso? –dijo Lana girándose.
-Pues tengo que pedirle... -los ojos de Kevin me taladraban- pedirle perdón por el otro día.
-No hace falta –dijo una voz secamente a mi espalda.
Me volví y allí estaba Eric con expresión tensa. Iba todo de negro a excepción de las zapatillas blancas. Me miraba con el ceño fruncido alternando sus ojos entre mí y la clase. ¿Estaba pensando en escapar?
Ni hablar. No lo iba a permitir. Iba a hacer tan bien mi nuevo papel de su mejor amiga que Kevin tendría que tragarse sus palabras y pedirme que parara. Le demostraría que siempre prefería a Alex por encima de cualquiera, sin importar cuán cercana me volviera de Eric.
-No, sí hace falta. Lo del otro día estaba fuera de lugar. El alcohol no ayudaba tampoco. Deja que te pida perdón debidamente –dije avanzando un paso hacia él.
Eric me miró sorprendido, sin duda no se lo esperaba. A medida que me acercaba a él notaba como, a regañadientes, iba bajando sus defensas poco a poco. Con cada centímetro que acortaba su enfado iba derivando en confusión y cada vez más iba dejándome redibujar en su mente lo sucedido el otro día. Estaba perdido.
-Insisto, así que hagámoslo como Dios manda. Empecemos de cero -dije extendiendo una mano hacia él. La sonrisa de una viuda negra en mis labios.
Lo que hiciera falta. Sin moralidad, sin vergüenza, sin cuestionarme. Engañaría a quien hiciera falta.
Eric me miró a los ojos, luego a los labios y finalmente cedió y me extendió la mano. Sonrió.
Conseguido.
-Eso está mucho mejor -dijo Kevin dándome una palmadita en la espalda.
-Ya te digo... -dijo Lana confundida mirándome con la pregunta en los ojos.
-Pues ya podemos salir los cuatro -dijo Kevin alejándose-. Pensad algo para esta tarde después de las clases. Un cine, unos bolos o algo y ya me decís. Voy a clase.
Sus ojos. Fanfarrones, endiablados, malvados y prepotentes me habían mirado mientras decía aquello.
-Genial -respondí.
Iba a cumplir con mi parte del trato, pero estaba decidida a hacer que se arrepintiera. Tampoco pensaba disfrutar de su compañía aunque fuera el novio de Lana. Estaba en primer puesto de mi lista de enemigos. A mí nadie me chantajeaba.
Eve angelical se había acabado. Si el mundo quería sacar mi parte demoniaca lo había conseguido. Que se prepararan.
Ya en clase sentadas Lana me dio un codazo.
-Tía, ¿qué coño? Después de la escena del otro día con Eric y de haber pasado el fin de semana con tu amorcito haciéndome llevarte a tu casa para que tu madre no te descubriera... ¿ahora vuelves a querer ser amiguita de él? ¿No estabas aliviada por haber sido sincera el otro día?
La rabia hacía estragos en mi estómago al recordar aquello. Me giré con la mejor de mis sonrisas.
-He cambiado de opinión. Me sentía culpable, tampoco hacía falta ponerse como me puse. Seré su amiga pero nada más.
-Ya claro, pues eso díselo a él -dijo haciendo un gesto con la cabeza hacia Eric-. Mira esa sonrisilla de pervertido que lleva. Este se cree que te la va a meter.
-Que se crea lo que le salga de la... polla.
Lana me miró con los ojos fuera de las órbitas.
-Evelyn, ¿has dicho eso de verdad? Debes de tener fiebre -dijo riéndose bajito-. Bipolar.
Me encogí de hombros y miré al frente. Lo acabaría gestionando, ya vería como lo haría en su momento. De momento, por si Alex se ponía celoso o dudaba de mí, había traído algo conmigo bajo la falda para distraerlo. Braguitas de encaje transparente.
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Poemas Carnales
Romance"Ambos sabemos que está mal, que esto que hacemos no es correcto pero... Nunca antes había sido tan consciente de mi propio cuerpo y el placer que dos almas destinadas pueden proporcionarse la una a la otra, ¿hasta dónde pueden llegar las enseñanzas...