Se acercaba la noche y Lana llamó a mi puerta, le abrí con rapidez ya que teníamos que prepararlo todo en una hora. ¡En qué nos habíamos metido! Sabíamos por experiencia que las mini fiestas acababan convirtiéndose siempre en algo más, solo esperaba que no se nos desmadrara mucho o mi madre me iba a castigar para el resto del curso.
Pusimos en la mesa del comedor todo el alcohol junto con los vasos, colocamos fundas a los sofás para evitar manchas innecesarias y unos cuantos platos con picoteo distribuidos en la barra americana. Solo nos quedaba colocar un cartel de prohibido pasar al piso superior y encender la música.
Las nueve en punto y sonó por primera vez el timbre. Lana y yo nos miramos nerviosas por saber quién iba a ser el primer invitado, fui a abrir la puerta y cómo no, ahí estaba Jeff junto a Amy. No sabía por qué, pero me había llevado una pequeña desilusión. Enseguida Jeff se apoderó de mi atención con una lluvia de halagos y amabilidad.
Poco a poco fue llegando la gente y se fue avivando la velada. Ya llevábamos unas copas de más, así que dejé que la música me poseyera bailando sin parar junto con Lana, nos compenetrábamos hasta para eso. Ofrecimos un precioso espectáculo cargado de feromonas, y cuando acabo la canción, nos bebimos un chupito de tequila simultáneamente cruzando los brazos cual pareja, creando una gran ovación entre los presentes. Cuando me giré para dejar el vaso lo vi, estaba en una esquina observando desde la oscuridad. Aquel chico era un misterio y quería descubrir que escondía. Me acerqué lentamente.
-¿Te ha gustado el espectáculo...Rick? -dije, equivocándome adrede al decir su nombre.
-Mi nombre es Eric, y no, no me ha gustado el espectáculo -dijo secamente tras dar un largo trago a su vaso.
Me acerqué a su oído con el pretexto de que la música estaba demasiado alta.
-Sé perfectamente cómo te llamas -y con una sonrisa me alejé a "la pista de baile" invitándolo a seguirme.
Me puse a bailar moviendo mis caderas, pasando mis manos para hacer más notorias mis curvas. Aquel vestido rojo ceñido me quedaba de muerte, podría provocar hasta al propio diablo.
Otra vez más me perdí en la música sintiendo cada nota en mi piel, sonaba "Antes de morirme". Noté unas manos en mis caderas acompañando cada movimiento que hacía, miré por encima de mi hombro, Eric acompañaba cada movimiento que hacía aun estando de espaldas a él. Pasé una mano a su nuca, acercando nuestros cuerpos, sintiendo como se estaba encendiendo por mí. Empezó a besar mi cuello sin parar de bailar, no quería que terminara nunca, su mano en mi pierna subía jugando con el final de mi falda.
Sonó la sirena de la policía acercándose, todos nos quedamos paralizados. Lana rápidamente despachó a todo el mundo por la puerta de atrás, ya habíamos previsto que esto podía suceder, por lo que habíamos preparado unos pijamas para hacer creer a la autoridad que simplemente era una reunión de amigas. Recogimos fugazmente la mesa haciendo un ovillo con el propio mantel y escondiéndolo en una habitación. En seguida los policías estaban aporreando la puerta. Antes de abrir nos miramos al pequeño espejo que había en el recibidor. Mierda, estábamos super maquilladas, ya se nos ocurriría algo. Abrí la puerta.
-Hola señores agentes, ¿ha pasado algo? -puse mi mejor cara de niña buena.
-Nos han avisado los vecinos de una fiesta con la música bastante alta, ¿qué estabais haciendo? -dijo el agente mientras intentaba ver dentro de la casa.
-¿Fiesta? ¿Pero no ven que vamos en pijama? Estamos solas mi amiga y yo celebrando el primer día de instituto -Oh, por dios, si mi madre se enteraba de que era tan buena mentirosa su imagen de mi cambiaría para siempre.
-¿Y ese maquillaje? -no era tonto el policía, tenía que camelármelo.
-Ya sabe, en las fiestas de pijamas entre chicas nos maquillamos, nos contamos cosas intimas, luego hacemos pelea de almohadas...- dije inocentemente mientras me mordía el labio inferior. Como buena cómplice, Lana me acompañó en este último gesto, incomodando al agente.
-Vale, vale, creo que esta todo en orden. Ya podemos irnos, chicas tened cuidado y bajad el volumen de la música.
Cerré la puerta. Lana y yo estallamos en una gran carcajada con lágrimas incluidas, otra anécdota más a sumar a nuestra lista. Ahora que todo el mundo se había ido y la casa estaba vacía, recogimos todo para que mi madre no se enterara al día siguiente y nos acostamos en mi cama. Mientras el mundo de los sueños se apoderaba de mi, recordé el último baile.
Era nuestro segundo día de clase y la mitad de los alumnos del instituto íbamos con gafas de sol y exceso de tapa ojeras haciendo notable que habíamos estado de fiesta. El timbre sonó para dar comienzo a las clases haciendo que nos estremeciéramos ante tal ruido, iba a ser un día largo, o eso creía yo.
La primera hora nos la pasamos Lana y yo durmiendo a intervalos sobre nuestras mochilas en las mesas, menos mal que Eric era lo bastante alto para tapar un poco nuestra indecente actitud. Él y yo no habíamos cruzado palabra sobre lo sucedido la noche anterior, ya veríamos lo que nos deparaba el futuro, pero no quería pensar mucho en ello. Me sentía un poco sorprendida por mi comportamiento si lo pensaba ahora en frío. Más tarde a la hora de la comida le contaría a Lana lo sucedido.
Un fuerte golpe nos sobresaltó, haciéndonos saltar en nuestras sillas. La clase entera se estaba riendo de nosotras, y allí, a mi lado, había un hombre mirándonos desafiante. Sus ojos azules embrujarían a cualquiera anulando toda su capacidad de hablar, por su aspecto podía deducir que no llegaba a los treinta, tenía el pelo rubio casi rapado dejando ver una barba de dos días. Su espalda invitaba a fantasear clavarle las uñas en ella, estaba en buena forma, pero sin pasarse.
-¿Qué se creen que están haciendo en mi clase? -dijo autoritario rompiendo aquel hechizo. No podía gesticular, había algo en él, ya había sentido eso antes, esa autoridad absoluta...
-Lo siento profe, estábamos muy cansadas. No se preocupe que enseguida sacamos nuestras libretas -relajó el ambiente Lana.
Él me miró y, solo con eso, sentía cómo todo mi cuerpo temblaba. ¿Qué me estaba pasando? Se fue hacia el principio en la clase para realizar la presentación oportuna.
-Buenos días, mi nombre es Alex, seré su profesor de Literatura y de Música. Será un placer darles clases si se comportan como es debido -y puso su mirada sobre mí, o nosotras, ya no sabía que pensar.
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Poemas Carnales
Romansa"Ambos sabemos que está mal, que esto que hacemos no es correcto pero... Nunca antes había sido tan consciente de mi propio cuerpo y el placer que dos almas destinadas pueden proporcionarse la una a la otra, ¿hasta dónde pueden llegar las enseñanzas...