Capítulo 4, Ling: Entrenamiento

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Llegamos al templo del Aire del Norte casi una semana después de partir porque nos deteníamos cada cierto tiempo para que los pequeños bisontes descansaran, darles agua y comida, a lo largo de todo el viaje no tuvimos inconvenientes en el camino, ni por las noches al acampar, el mundo tiende a ser un lugar pacifico, pasamos por varias aldeas y ciudades del reino Tierra, y fueron muy amables con nosotros, creo que tienen una muy buena imagen de los maestros aire, incluso nos regalaban comida y a pesar de la renuencia de los monjes de dormir al aire libre, muchas personas nos invitaron a pasar las noches en sus hogares.

La vida en el templo del Norte no era muy diferente a la del templo del Este, los monjes dirigían el templo al igual que las hermanas, el templo en sí es diferente, ya que está construido sobre una montaña y no tres como en el templo del Este, además tienen el campo de juego para los campeonatos de polo con bisontes, donde mis padres se conocieron, por lo demás, hay docenas de estatuas de bisontes voladores, de monjes maestros aire del pasado, estatuas de avatares pasados que también fueron maestros aire, los bisontes tienen sus cuevas donde Bops incluso hizo amigos rápidamente, los monjes me asignaron una habitación en el ala oeste del templo junto a los demás que estaban conmigo en el entrenamiento.

El día que llegamos el consejo de monjes nos reunió para darnos la bienvenida y explicarnos en que consistiría el entrenamiento, se nos dijo que estaremos aquí por tres o cuatro años, que dependería de nosotros si el tiempo era mayor o menor que eso, pues, según nos dijo, el dominio del aire comprende ciertos "niveles", y que, a pesar que todos tomaríamos las primeras lecciones, a medida que avanzáramos por los treinta y seis niveles control se nos asignaría un "guardián", un monje que nos guiaría por estos niveles tanto con técnica como espíritualmente, de esa manera avanzaríamos a nuestro ritmo y por tanto tardaríamos de tres a cuatro años para poder ser maestros aires completos y recibir nuestros tatuajes, ó bien podemos inventar una técnica nueva de aire control y ahorrarnos unos cuantos niveles.

Realmente me emocionaba mucho esta nueva etapa y me preguntaba, ¿cuantos desafíos tendría?, ¿cuán duro tendría que trabajar?, pero aún así, me encontraba muy decidido a ser un maestro, a conseguir mis tatuajes, no solo porque ellos me identificarían como maestro aire, sino porque estos representan un grado de espiritualidad muy alto, el sueño de todo miembro de nuestra cultura.

El entrenamiento comenzó a la mañana siguiente, básicamente era meditar por horas y nuevas técnicas para ello, observar a los bisontes haciendo aire control, aprender a sentir el aire a nuestro alrededor, movimientos de como controlar el aire, técnicas de respiración, estudiar y aprender de la historia de nuestra cultura, aprender a cuidar a nuestro bisonte y a volar con él, incluso aprendí a usar el planeador, que por cierto era el mismo que había obtenido en el salón lleno de tesoros hacía ya tantos años, y a pesar que era más antiguo que el de mis compañeros y compañeras, funcionaba como cualquier otro, mis compañeros, pues, ellos recibieron uno nuevo cada uno, tallados por los monjes de sus respectivos templos, en su lugar las hermanas del templo del Este me obsequiaron un silbato para llamar a Bops, las correas y la montura para cuando alcanzara su tamaño adulto.

Un año después de mi llegada logré completar el nivel 10 de aire control, con lo cual se me asignó un guardián, un monje de nombre Yao, originario del templo del sur, quien después de viajar mucho por el mundo llegó a la conclusión que encontraría la iluminación al enseñar a los jóvenes maestros aire.

Al principio fué difícil tratar con él, me daba trabajo entender su filosofía, pero con el tiempo nos hicimos buenos amigos, incluso llegó un momento que el monje Yao era una figura paterna para mi.

Y así fué pasando el tiempo, las horas se convertían en días, los días se acumulaban en meses, los meses en estaciones y las estaciones en años.

Habían pasado 4 años desde que llegúe al templo del Norte, cuando en una tarde de otoño recibí mis anhelados tatuajes de maestro aire, habiendo completado todos los niveles de control, fué una ceremonia bastante solemne, muchos monjes vinieron inclusive de otros templos, el consejo de monjes dió unas palabras acerca de nuestra forma de ver la vida, y que ahora era libre de viajar y buscar mi propio camino, de ir por donde el viento me condujese; luego hicieron un pequeño rito con el incienso, lo controlaron para hacer que girase entorno a la habitación y que tocara unas campanillas de aire colgadas en el recinto, simbolicamente el incienso representaba las plegarias, y el humo que tocaba las campanillas significaba que de igual manera yo debía marcar una diferencia en el mundo y al mismo tiempo ser agradable, espíritual, y de buen gusto.

Dos meses después decidí hacer mi primer viaje solo, los monjes me dijeron que estaba bien, pero que cuando cumpliera 15 años debía volver al templo, pues tenian una misión que otorgarme, me despedí de ellos y junto a Bops viajé por el reino Tierra, conocí las tribus Agua e incluso visité la nación de Fuego, conociendo muchas personas y lugares, donde tuve algunas aventuras y tuve que usar todo lo que los monjes me habían enseñado, meditaba mucho, y aprendía mas y mas acerca de la vida, curiosamente siempre me encontraba maestros aire y muchas personas que estuvieron contentas de ayudar a un joven maestro aire como yo; luego de eso visité los otros templos del aire y conocí a muchos maestros y maestras aire, aunque me hubiese gustado encontrar a mis padres, segun me dijeron ellos casi no asistían a los templos muy amenudo, aún asi mi esperanza no desfallecía de encontrarlos para conocerlos.

Llegué al templo del norte la noche antes de cumplir 15 años, me recibieron y a la tarde siguiente fuí llamado por el consejo de monjes, me dijeron que era hora de darme la misión de la que me habían hablado antes de irme a mis viajes, me llevaron al santuario del templo del aire, uno de los lugares más sagrados de todo el templo, sentí que tenía que ser algo muy importante para que mi misión me fuera encomendada en ese lugar, se me dieron instrucciones que debía entrar al santuario, sentarme a meditar y que alguien muy importante vendría para hablar conmigo y explicarme.

Entré y ví todas las estatuas de los avatares antiguos, realmente el santuario es un lugar que me llenaba de paz, me senté y comencé a meditar; a los pocos minutos, escuché una voz familar que me dijo:

-Ya es tiempo que me presente oficialmente contigo, joven maestro.

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