11/ La batalla🐾

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● Si algo me pasa

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● Si algo me pasa...

Día y noche entrenaban ambos grupos sin descanso. Uno, por su Alpha y hermana, jamás dejarían que algo le ocurriese a ella o a Jacob. Y el segundo, por su hermana. No permitirían que algo le pasase a la compañera de vida de Rose, quien le había dado alegría a la rubia. No si podían evitarlo.

El día de la batalla llegó y todos estaban metidos en sus pensamientos.

Zenda se puso a pensar. Ésta podría ser la última vez que vea a todos, pues cualquier cosa podría pasar allí. Quizás estos sean sus últimos momentos con las personas que ama. Y tal vez, sea la última vez que vea a algunos de ellos.

Un escalofrío pasó por su espalda con tan sólo pensar aquello. Se paró decidida a dar una última charla con todos.

Ya casi terminaba, le faltaba su impronta, Jake y Leah.

Se acercó primero a la Quileute, a quien abrazó con fuerza. La loba correspondió aferrándose a su mejor amiga con la misma firmeza.


- Leah, tú eres como una hermana para mí. Jamás podría haber pasado mi vida sin tus consejos, cariño y apoyo. Te agradezco por cada cosa que has hecho por mi...te confieso que guardo cada una de ellas en mi corazón. Y si hoy yo no salgo de ésta...-. Leah ya tenía las mejillas empapadas, y aunque nunca llorase, esta vez podía hacer una excepción, y dejar su papel de chica dura, con la única persona que la conocía al derecho y al revés.-...Quiero que sepas que te adoro, y te amo muchísimo. Eres la mejor amiga que alguien pudiese desear.

Leah envolvió con sus brazos nuevamente a Zenda, soltando algunas lágrimas más.

Ella sabía que su amiga haría todo por matar a esos hermanos, aunque tuviese que dar su vida por ello.

- Gracias por todo Ze. Al fin y al cabo, tú eres la que siempre me ha querido como soy. Jamás has intentado cambiarme, ni me has reprochado por mi actitud. Siempre me comprendiste y me diste tu apoyo sin dudarlo por un segundo. Eres una persona maravillosa, y no te mereces esto. Pero también quiero que sepas, que también te amo demasiado, eres mi hermana. Y nada va a pasarte, idiota.

Zenda soltó una risa ahogada por un sollozo, logrando soltarla luego de unos minutos. Se secó las lágrimas y se dirigió a hablar con Jacob.

Suspiró, pero con él sí que no pudo mantenerse firme. Él siempre ha sido su debilidad.

Y pensar que algo podría sucederle, era como clavarle un cuchillo en el centro del corazón.

Mi Loba © *En Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora